Rebelión de los comuneros, Colombia
J.M.S
jueves, octubre 08, 2020
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Zipaquirá
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Rebelión de los comuneros
La rebelión de los comuneros, también denominada insurrección o levantamiento de los comuneros, fue un movimiento armado gestado en el Virreinato de la Nueva Granada en marzo de 1781, en el marco de las múltiples protestas que se generaron al avance del reformismo borbón en América durante el gobierno de Carlos III. Tuvo su epicentro en la localidad de El Socorro, perteneciente a lo que hoy es el departamento de Santander (Colombia). La insurrección se desencadenó por la implementación de reformas fiscales y económicas en el novel virreinato que implicaron una mayor carga fiscal sobre la población, el avance sobre ciertos privilegios y exenciones y la restricción del cultivo de tabaco, que afectó sensiblemente a los productores locales. Medidas que alimentaron un clima generalizado de descontento que cristalizó en la insurrección y se dirigió especialmente contra las autoridades locales que implementaron las reformas.
El Visitador Regente
Para garantizar los cobros se hizo la figura del Visitador Regente, que en principio debía ser un jefe administrativo del virrey, pero que en la práctica iba más allá. Los primeros nominados eran funcionarios muy de la confianza de la Corona (especialmente de sus ministros). La regencia de la Nueva Granada se entregó a Juan Francisco Gutiérrez de Piñeres. La actitud en búsqueda de ingresos fiscales emprendida por este regente provocó en 1781 la rebelión de los Comuneros. Gutiérrez resucitó el antiguo impuesto de la Armada de Barlovento o impuesto a las ventas que afectaba severamente a las gentes de la región de Guanentá en el actual departamento de Santander (Colombia).
La insurrección de 1781
Aunque ya en 1752 y entre 1764 y 1767 habían estallado motines contra el monopolio del aguardiente fueron las medidas tomadas a fines de la década de 1770 las que provocaron que el nuevo levantamiento tomara una magnitud sin precedentes. En 1779 una fuerza de 1.500 indígenas se rebelaron pero resultaron dispersados.
El comunero Francisco de Medina |
Como general de los insurrectos fue elegido el terrateniente Juan Francisco Berbeo, regidor local, en asocio de Salvador Plata, Antonio Monsalve, y Francisco Rosillo, quienes constituyeron la junta llamada “El Común” de donde les vino el nombre de “Comuneros”. Se reunieron en el Socorro cerca de 4.000 hombres que marcharon en dirección a Santafé (hoy Bogotá).
Las capitulaciones de Zipaquirá
A mediados de mayo de 1781 el arzobispo Caballero y Góngora accedió a la firma del documento (aunque él mismo no rubricó lo pactado con los comuneros, sino que lo hicieron el alcalde Galavís y el oidor Vasco) que fue llamado las Capitulaciones de Zipaquirá. Este nombre se le dio por estar el documento dividido en capítulos y no porque la firma de los insurrectos significara de algún modo una rendición de su parte. Entre otros, los puntos más destacados del documento fueron:
➤ Derogación o disminución de los impuestos que no habían sido consultados con la población. De forma unánime, se exigió la eliminación del tributo de la Armada de Barlovento, y la disminución en las tarifas de las contribuciones sobre el tabaco y el aguardiente.
➤ Devolución de algunos resguardos y minas de sal a los indígenas, reducción de la tarifa de sus tributos y la derogación del diezmo.
➤ Eliminación del tributo que debían pagar los negros libertos.
➤ Restitución de los criollos en algunos cargos públicos que habían sido ocupados por los españoles después de las reformas borbónicas.
Un sector del movimiento representado por los criollos, en su mayoría, aceptó las capitulaciones y regresaron tranquilamente a sus casas. Sin embargo algunos miembros de la revuelta, encabezados por José Antonio Galán, desconfiaron de la celeridad con que fueron aceptadas las condiciones por parte de los negociadores y el arzobispo y prosiguieron la lucha.
El movimiento comunero fracasó pero dejó en claro a los criollos la desconfianza que debían tener frente a las autoridades españolas. Las Capitulaciones de Zipaquirá no fueron más que un instrumento de las autoridades coloniales para ganar tiempo mientras se reforzaba la capital con tropas enviadas desde Cartagena. Sin embargo el movimiento demostró la debilidad del gobierno español y sacó a la luz las profundas contradicciones en las que se encontraba la sociedad granadina de finales del siglo XVIII.
La negociación finalizó con un juramento ante los Evangelios y una misa solemne presidida por el Arzobispo Caballero y Góngora, quien procedió a convencer a los insurrectos de marchar a sus hogares.
En las Capitulaciones de Zipaquirá, que Berbeo y los Comuneros negociaron con la comisión oficial, encontramos presentes la defensa de las tradiciones jurídicas de los pueblos, el reclamo por la supresión y por la rebaja de los impuestos, la libertad de cultivo y de libre comercio del tabaco, la mejora de los caminos y de los puentes, el acceso de los americanos a los altos puestos administrativos, la devolución de los resguardos y de las salinas a los indígenas, así como otras reivindicaciones semejantes.
Incumplimiento de las capitulaciones
El virrey Manuel Antonio Flórez, quien se encontraba en Cartagena de Indias, desconoció las capitulaciones con el argumento de que habían sido firmadas bajo amenaza, y envió el regimiento fijo desde esa ciudad para implantar la autoridad en Santa fe. Todo volvió a su antiguo estado. Un grupo de comuneros al mando de José Antonio Galán decidió levantarse de nuevo. En represalia, él y sus compañeros Isidro Molina, Lorenzo Alcantuz, y Manuel Ortiz, recibieron castigos ejemplares.
Cartagena de Indias (Colombia) |
Levantamientos en otros lugares
En junio de 1781 fue muerto por un levantamiento en Pasto motivado por la imposición del "Estanco", don José Ignacio Paredo, teniente gobernador de Popayán. Igualmente se sublevaron Neiva, Guarne, Tumaco, Hato de Lemos (La Unión), Casanare y Mérida con los Comuneros de Los Andes como reflejo del movimiento en Socorro.
Consecuencias del movimiento
Fuera del aspecto económico, que tuvo como fin la lucha contra los impuestos, la revuelta abarcó aspectos sociales y políticos, ya que una de las estipulaciones contenidas en la capitulación era la preferencia de los americanos para la provisión de ciertos empleos, lo que implicaba ya una cierta alteración importante en el régimen colonial. Por otra parte, también se aspiró a rehabilitar la raza indígena, y Galán proclamó la libertad de los esclavos en las minas cerca de Mariquita (Tolima). Este fue uno de los cargos por los cuales se condenó a muerte a los sublevados.
Pese a sus reivindicaciones coyunturales y a su declaración en pro de la autoridad real el movimiento comunero ha sido visto por varios autores como un anticipo de la Independencia americana, en la medida en que aquel fue una expresión de furia popular contra los funcionarios españoles y también una aspiración a tener gobiernos con participación criolla.
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