America Precolombina

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América Precolombina


Se conoce como América precolombina al continente americano antes del establecimiento del dominio político y cultural de los europeos sobre las civilizaciones y tribus nativas de lo que antes se conocía como "Las Indias Occidentales" (América) , ocurrido a partir del siglo xvi. Esta época comprende miles de años y sucesos tan relevantes como las primeras migraciones humanas desde Asia a través de Beringia y la revolución neolítica.

Aunque la fecha de la llegada de Colón a América es de 1492, el término precolombino usualmente engloba la historia de todas aquellas sociedades nativas antes de que se hiciera notable la influencia europea, a pesar de que esto ocurrió décadas o siglos después del primer desembarco de Colón. En español suele usarse como sinónimo de América prehispánica en el siglo xvi.

Poblamiento de América

Hipótesis masivas

En general, existe un acuerdo de los espacios de investigación especializados en torno a que los indígenas americanos descienden de los grupos humanos que pasaron de Asia al Nuevo Mundo a través del puente de Beringia. Si bien nunca existió consenso al respecto, durante mucho tiempo la hipótesis más aceptada fue la llamada teoría del poblamiento tardío. De acuerdo con esta hipótesis, los amerindios son descendientes de los grupos siberianos que pasaron a América aproximadamente 13 500 años antes del presente (AP). Esta hipótesis se sostiene en el descubrimiento de la cultura clovis, que se asoció con la más antigua presencia humana en América, cuyo estilo de vida pudo haber estado apoyado en el aprovechamiento de la megafauna por ejemplo, Mammuthus columbii, aunque ésta fue insostenible cuando estos animales se extinguieron alrededor del año 9000 AP.

Otros puntos de vista y algunas investigaciones en todo el continente llevaron a un grupo de investigadores a proponer que el poblamiento de América inició varios milenios antes de la glaciación de Wisconsin. El descubrimiento de materiales arqueológicos encontrados en diversos puntos de América dentro o al sur del área de difusión de la cultura clovis fechados por radiocarbono en una época anterior a la glaciación han sido consideradas dudosos o al menos, controversiales por los defensores de la teoría del poblamiento tardío.​

Las nuevas teorías sobre un poblamiento temprano se han recombinado con las teorías existentes que afirman la existencia de múltiples corrientes migratorias de poblamiento a través de Alaska y del océano Pacífico (Paul Rivet), desde Australia, usando un puente similar al de Beringia, pero en la zona antártica e ingresando por Sudamérica.​

Durante la transición Pleistoceno-Holoceno (ca. 13–8.5 AP) las condiciones climáticas y ambientales fueron muy profundas, provocando cambios en los niveles del mar acompañados con breves pero trágicos episodios de expansiones glaciarias (Episodio de Enfriamiento Reverso Antártico). Este evento se ha registrado en diferentes sectores de Patagonia, Andes centrales, Amazonia y Puna de Atacama, sugiriendo un panorama paleoambiental con marcadas diferencias en la disponibilidad de espacios y recursos entre ambos hemisferios. El máximo avance de la última gran glaciación del Pleistoceno final produjo que América del Sur tuviera mayor cantidad de terrenos emergidos de la superficie marina, lo que permite una mayor variabilidad ambiental y menor incidencia de la glaciación en Sudamérica respecto de Norteamérica.

Ejemplo de escritura maya: glifos
En América del Sur la glaciación de montaña, limitada al sector andino, produjo un efecto menos severo que el registrado en América del Norte donde los dos grandes mantos de hielo (Lauréntico y Cordillerano) cubrieron todo el actual territorio de Canadá. Esta gran diferencia de extensión y volumen de los glaciares produjo más territorios disponibles para la ocupación humana y fue lo que pudo favorecer un poblamiento más fluido en el sur. Esto puede implicar una alternativa frente al fuerte peso teórico y empírico que tienen los modelos de migración continentales y circumpacífico: el modelo de las adaptaciones costeras/acuáticas que plantea la fachada atlántica como una posible y factible vía de ingreso y dispersión, siendo una herramienta teórica viable para reevaluar las proposiciones sobre la colonización de América del Sur.​

Otra hipótesis de poblamiento temprano que de momento carece de pruebas suficientes, señala el posible arribo, por vía marítima, de gentes europeas portadoras de la cultura solutrense, que habrían aprovechado para sustentarse en el trayecto la abundancia de focas y otros mamíferos marinos en el borde del casquete glacial Ártico. Según sus proponentes, esta hipótesis explicaría la presencia del haplogrupo X en el ADN mitocondrial de algunos grupos indígenas, además del parecido con ciertas técnicas americanas para la fabricación de utensilios líticos.

Recientes investigaciones basadas en la secuenciación del genoma de un individuo que habitó en Siberia hace unos 24 000 años revelan su similitud genética con las poblaciones nativas americanas así como con euroasiáticas lo que parece indicar que diversos grupos de humanos provenientes del oeste de Asia migrarían hacia América cruzando el estrecho de Bering mezclándose con individuos del este asiático.

Este hecho puede explicar la presencia de características típicas de individuos euroasiáticos en las poblaciones nativas americanas que no se corresponden con las de pobladores del este asiático como pueden ser la morfología del cráneo o el haplotipo  mitocondrial X.

Algunas conclusiones

A pesar de lo álgido del debate científico sobre el poblamiento de América, existen en cambio algunas conclusiones que se pueden aventurar:

➧ Es altamente probable que el hombre americano primitivo proceda del continente asiático, especialmente de las estepas siberianas o de la región del Sudeste asiático. Las semejanzas entre grupos poblacionales asiáticos de esas regiones y los aborígenes americanos ha sido objeto de análisis: genética, etnología, lingüística, cosmología y de otros tipos, que han permitido un enlace, aunque también se han detectado notables diferencias en algunos grupos indígenas sudamericanos que podrían sugerir un origen melanésico o australiano anterior.
➧ Es probable que la dirección general de poblamiento del continente se haya producido de Norte a Sur. De todos modos el hecho de que las dataciones de máxima antigüedad que cuentan con consenso de la comunidad científica, Clovis (EE. UU., 12 900-13 500 AP) y Monte Verde (Chile, 14 800 AP) se encuentren casi simultáneamente en América del Norte y en el extremo sur de América del Sur impide sacar una conclusión definitiva sobre este punto (a menos que se suponga que un grupo quizá reducido de pobladores anteriores hayan llegado a América también desde el Norte).

Amerindio Hupa
➧ Las culturas prehistóricas y las civilizaciones de América se desarrollaron de manera aislada al resto del planeta.

➧ La revolución neolítica americana es original y carece de toda relación con la que se produjo en la Mesopotamia asiática.

➧ Dejando a un lado las migraciones de los pueblos de habla Na Dene (Atapascanos) y los Inuit (Esquimales), no hay pruebas serias de la llegada a América de seres humanos después de que se cerrara el puente de Beringia hace once mil años (Scott A. Elias​). Tampoco hay respaldo para pensar que después de esta fecha los pueblos americanos tuvieron contactos significativos con hombres de otros continentes. Ciertamente, se sabe que en 982 los vikingos comenzaron la exploración de Groenlandia, y se han hallado un par de pequeños asentamientos suyos en la península del Labrador (Canadá), pero su penetración en el continente no fue significativa. En efecto, ni con su expedición se estaba poniendo a prueba una teoría sobre la forma de la Tierra, ni su arribo dio lugar a un contacto permanente o a un intercambio continuo, con influencias duraderas sobre las poblaciones indias, ni tampoco fue un suceso ampliamente conocido en Europa, que diera noticia de la existencia de nuevas tierras. Otras hipótesis como la llegada de los fenicios, egipcios, griegos, chinos y japoneses, gracias a sus habilidades marítimas, son meras especulaciones de difícil (y probablemente, imposible) demostración. Una probable excepción a esto sería el posible arribo de navegantes polinesios a Sudamérica, llevando consigo la gallina doméstica y adoptando de las poblaciones americanas el cultivo de la batata; Menos evidencia existe aún de una eventual presencia de americanos en los demás continentes.

Evidencias más antiguas

Las evidencias más antiguas de presencia humana en América pueden ser ubicadas en el cuadro que se muestra a continuación. Debe tenerse en cuenta que muchas de estas fechas están discutidas en la comunidad científica y carecen de consenso.

Entre 37 000 y 50 000 años ↔ Topper (Carolina del Sur, Estados Unidos)

En 2004, Albert Goodyear de la Universidad de Carolina del Sur, que trabaja en el sitio desde 1980, anunció dataciones con carbono-14 de presencia humana en el lugar de entre 50 000 años a. C. y 37 000 años a. C. Goodyear, ha realizado sus investigaciones a partir de un grupo de objetos que afirma son herramientas de piedra primitivas. Otros arqueólogos han cuestionado las afirmaciones de Goodyear sosteniendo que las dataciones son inexactas y que los objetos no constituyen herramientas primitivas sino simples piedras naturales.

Entre 32 000 y 48 000 años ↔ Pedra Furada (Piauí, Brasil)

Yacimiento arqueológico y pinturas rupestres en Monte Alegre do Piauí, al este de Piauí, descubierto en 1973 por un equipo franco-brasileño bajo la dirección de Niède Guidon, donde se ha registrado una presencia humana tan antigua que cuestiona las teorías sobre la llegada del hombre a América. Hallazgo de Niède Guidon en 1986 (Nature, Guidon and Delibrias 1986), dataciones de entre 48 000 y 32 000 años.

Entre 19 000 y 20 000 años ↔ Cueva de Pikimachay (Ayacucho, Peru)

A fines de la década de 1960 el arqueólogo estadounidense Richard MacNeish de la Universidad de Calgary montó un Proyecto Arqueológico-Botánico en zonas del departamento de Ayacucho, que dio como resultado el descubrimiento de más de 500 yacimientos de todas las épocas. MacNeish encontró artefactos líticos de presunta fabricación humana, junto con restos óseos de animales ya extinguidos, cuya antigüedad calculó en 20 000 a. C., considerándolas como las evidencias más antiguas de la presencia humana en el antiguo Perú, del Periodo Arcaico andino.​

Arquitectura maya en Chichen Itza
Entre 16 000 y 19 000 años ↔ Cavernas de Meadocroft (Pensilvania, Estados Unidos)


El sitio fue excavado desde 1973 hasta 1978 por un equipo de la Universidad de Pittsburgh dirigido por James M. Adovasio. Fechamientos con carbono-14 indican una ocupación humana 16 000 años adP y posiblemente hasta 19 000 años adP. Estas dataciones han sido cuestionadas por otros científicos suponiendo una posible contaminación del carbón. Si bien las fechas siguen siendo cuestionadas, muchos arqueólogos acuerdan que Meadowcroft fue utilizada por indígenas americanos en la era pre-Clovis, y como tal provee evidencia de un poblamiento temprano de América.

Entre 10 000 y 14 500 años ↔ Cavernas de Tulum (Quintana Roo, México); Mujer de Las Palmas, Joven de Chan Hol

Descubrimientos subacuáticos en los ríos subterráneos o cuencas criptorréicas de Tulum en la península de Yucatán de cuatro osamentas entre 1997 y 2006 por Jim Coke (EE. UU), Gari Walten(EE. UU), Steve Gerrard(EE. UU) y lo último por Alex y Thorsten (ALE). Las osamentas se encuentran en muy buen estado de conservación. El esqueleto más antiguo, fechado por radiocarbono 14, fue encontrado en la cueva de Naharon, con una antigüedad detectada de 14 500 años adP las investigaciones se han realizado y publicado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia.

Hace 13 000 años ↔ Piedra Museo (Provincia de Santa Cruz, Argentina)

Descubierto a principios del siglo xx por Florentino Ameghino a 250 km de Pico Truncado (provincia de Santa Cruz). Excavado en 1995 por Laura Miotti (Universidad Nacional de La Plata). Las muestras analizadas establecieron la antigüedad de los restos humanos encontrados en él en 13 000 años adP (11 000 a. C.).

Entre 12 900 y 13 500 años ↔ Cultura Clovis (Nuevo México, Estados Unidos)

El yacimiento fue encontradas por primera vez por el joven de 19 años Ridgely Whiteman en 1929. En 1932, una excavación realizada por un equipo dirigido por Edgar Billings Howard de la Universidad de Pensilvania confirmó que se trataba de un asentamiento indígena durante el Pleistoceno. Al ser descubierta la datación por carbono 14 en 1949 el método fue aplicado en los yacimientos de Clovis resultando en antigüedades que oscilaban entre el año 13 500 adP y 12 900 adP.​ Otros yacimientos arqueológicos compatibles y cercanos han llevado a concluir que se trataba de una cultura distinguible.

Entre 14 800 y 33 000 años ↔ Monte Verde (Chile)

El sitio ha sido excavado desde 1977 por el arqueólogo estadounidense Tom Dillehay de la Universidad de Kentucky (EE. UU.) y el geólogo chileno Mario Pino de la Universidad Austral de Chile. En las primeras excavaciones se dataron fechas de presencia humana con una antigüedad de 12 500 a. C.; esta datación ha sido confirmada por un panel de científicos internacionales que visitó el sitio en 1997 (Museo de Dallas y National Geographic) y por la Sociedad Estadounidense para el Progreso de la Ciencia en 1998.

Hace 12 000 años ↔ El Abra (Colombia)

Excavaciones desde 1967, cuando se obtuvo por primera vez en Colombia una secuencia estratificada de instrumentos líticos, asociados con huesos de animales y fragmentos de carbón vegetal datados mediante C14 en 12 400 años ± 160 a.P. A partir de 1969 se realizaron excavaciones más amplias con la colaboración de la Universidad de Indiana y en 1970 con el patrocino de la Fundación Neerlandesa de Estudios Tropicales (Wotro) y el apoyo del Instituto Colombiano de Antropología, fueron localizados en la región otros 4 sitios precerámicos estratificados. Sedimentos lacustres depositados han permitido precisas reconstrucciones del clima y la vegetación basados en estudios palinológicos.

Periodos prehistóricos americanos

Piedra del Sol
La Prehistoria americana comienza desde el momento en el cual los primeros pueblos procedentes de las estepas siberianas cruzaron hacia Alaska hace 40 000 años aproximadamente hasta el desarrollo de las civilizaciones americanas en el siglo iii. Todo ese tiempo, que corresponde en la prehistoria universal al Paleolítico, Mesolítico, Neolítico y la Edad de los Metales, se divide en tres periodos: Paleoíndio, Arcaico y Formativo.

Paleoíndio

El período paleoíndio es la era más larga de la prehistoria americana. Parte desde el advenimiento de los primeros pueblos asiáticos al cruzar el Puente de Beringia hace entre 20 000 a 40 000 años hasta hace 10 000 años con el descubrimiento de la Agricultura en Mesoamérica. Esta teoría es materia de polémica e intenso estudio, porque, como ya se mencionó, yacimientos de más de 15 000 años de antigüedad no se han determinado con certeza ni siquiera en otros continentes. De acuerdo al avance de los estudios, no se puede decir con certeza qué bloque americano fue poblado primero, de acuerdo a las evidencias de yacimientos tan antiguos tanto en Mesoamérica como en Suramérica. La mayor certeza en cambio acerca del período paleoíndio, lo constituye la llamada Cultura Clovis. Si bien hasta mediados del siglo xx fue considerada la más antigua de las culturas americanas con dataciones de más de 13 000 años (hacia el fin de la última glaciación), las excavaciones realizadas a partir de la segunda mitad del siglo han revelado la existencia de culturas más antiguas (Pre-clovis). Pero aun así, la Cultura Clovis permanece aquella de la cual se posee más información. Característica de dicha cultura es la punta de las lanzas líticas denominada punta clovis y que para los expertos posee un grado de belleza y perfección no habitual en épocas prehistóricas. La abundancia de puntas clovis con restos de mamuts lleva a la conclusión que este era el animal de caza de dicho pueblo paleoíndio y ello les ha puesto en algunas ocasiones en sospecha de ser los causantes de la extinción de dicho animal, hipótesis no confirmada. En general, es aprobada la idea que los pueblos del paleoíndio eran cazadores, recolectores y nómadas y que en este tiempo se dieron los mayores desplazamientos humanos en el continente.

Período Arcaico de América

El Período Arcaico de América comenzó hace aproximadamente 10 000 años (8000 a. C.) con los inicios del Holoceno, es decir, cuando terminaron las glaciaciones y duró hasta el surgimiento de la civilización olmeca que se calcula hacia el 1500 a. C. El intenso frío comenzó a ceder. Lentamente, las temperaturas medias ascendieron y el clima se volvió algo más benigno, se modificó la orientación de los vientos y cambió el régimen de precipitaciones. En algunas zonas se fue pasando de condiciones más húmedas a una mayor sequedad; en otras, ocurrió lo contrario. Los grandes glaciares que en América del Sur sólo afectaron a las altas cumbres andinas y al extremo meridional de la Patagonia, comenzaron a derretirse, iniciando un lento retroceso. Las aguas de deshielo corrieron hacia los mares, cuyo nivel subió anegando las tierras más bajas en tanto la superficie de los océanos se extendía.​ La gran protagonista de este período es la agricultura, que en América surge en tiempos similares al resto del planeta, es decir, antes del 6000 a. C. Alimentos fósiles de maíz, calabaza, patatas, animales domésticos y otros han sido encontrados en Mesoamérica y Suramérica con dataciones de hasta hace 10 000 años. Con el descubrimiento de la agricultura, los pobladores americanos comienzan el proceso de asentamiento definitivo y pasan del nomadismo milenario al sedentarismo, lo que les abre la vía al desarrollo de culturas más elaboradas que terminaran con el surgimiento de la primera más grande civilización del continente: la Caral, en Perú.​ El asentamiento generado por la agricultura trajo como consecuencia el surgimiento de las primeras poblaciones y del concepto de ciudad y hacia el final de este período tiene lugar el surgimiento de la primera ciudad ​ americana en sentido estricto: Sechín Bajo y Caral-Supe con dataciones que la sitúan en el 2627 a. C., es decir, casi a la par con las ciudades mesopotámicas, egipcias, indostánicas y chinas.

Período Formativo de América

El Período Formativo comienza con el desarrollo de la Cultura Olmeca en Mesoamérica, a la que se atribuyen ofrendas masivas de arena de diferentes colores y así como cabezas monumentales de piedra en San Lorenzo Tenochtitlán y Tres Zapotes, ambos sitios al Sur del Estado de Veracruz. Siglos más tarde los Olmecas tienen un segundo apogeo, centrado en el sitio de La Venta, Tabasco, que no obstante resulta simultáneo a los más antiguos estratos de Izapa (Chiapas), y desde donde su influencia cultural irradia hacia el Altiplano central mexicano y hasta los actuales Estados de Morelos y Guerrero.

También aparecen entonces las primeras sociedades jerarquizadas con formas de gobierno relativamente complejas; en Sudamérica la cultura Chavín tiene un itinerario semejante, llegando a proyectar su influencia cultural sobre extensos territorios y edificando importantes centros urbanos en torno a santuarios dedicados al dios Jaguar. Es el preludio del período de las grandes civilizaciones, que en Mesoamérica inicia con la construcción del centro urbano de Teotihuacán (150-700 d. C.) (aunque en Sudamérica el sitio ya mencionado de Caral da un referente muy anterior).

Más tarde aparecen las primeras formas de escritura como la de los antiguos zapotecos y mayas, aunque ya hay posibles antecedentes olmecas. Otras culturas reseñables son las de los anasazis y sus similares (Arizona), así como los constructores de Montículos de Norteamérica. La existencia de grandes áreas de terra preta sugiere también la presencia de una extensa civilización amazónica.

Culturas de la América precolombina

En la América precolombina se desarrollaron cientos de culturas y decenas de civilizaciones originales a lo largo de todo el continente. Las consideradas altas culturas precolombinas surgieron en Mesoamérica y los Andes. De norte a sur podemos nombrar las culturas Anasazi, Misisipiana, Mexica, Tolteca, Teotihuacana, Zapoteca, Olmeca, Maya, Muisca, Taironas, Cañaris, Moche, Nazca, Chimú, Inca y Tiahuanaco entre otras. Todas ellas elaboraron complejos sistemas de organización política y social y son notables por sus tradiciones artísticas y sus religiones.

Escultura precolombina
En el resto del continente el desarrollo cultural no fue menos importante, desarrollándose avanzados sistemas de gestión ambiental como en el Amazonas, en Beni e incluso en una de las primeras sociedades democráticas constitucionales como Haudenosaunee.​

En los asentamientos humanos no alcanzaron un nivel cultural tan elevado como en las civilizaciones antes señaladas, en parte por su menor densidad de población y, sobre todo, por sus actividades seminómadas (caza de varios animales, etc.). Podemos citar entre los grupos étnicos preponderantes de Norteamérica a los yaquis, seris, apaches, mohicanos, navajos, cheyennes, algonquinos, esquimales, siuxs, etc

Las civilizaciones americanas descubrieron e inventaron elementos culturales muy avanzados como calendarios, complejos sistemas de mejoramiento genético como el que generó el maíz y la papa, sistemas de construcción antisísmicos, así como un dominio en el trabajo de la piedra, sistemas de gestión ambiental de amplias zonas geográficas, sistemas de riego, nuevos sistemas de escritura, nuevos sistemas políticos y sociales, una avanzada metalurgia y producción textil.

Las civilizaciones precolombinas también descubrieron la rueda, que no resultó de utilidad productiva debido en parte a las cordilleras y selvas donde se encontraban, pero fue utilizada para la fabricación de juguetes.

Otro de los elementos comunes de las culturas precolombinas que alcanzó un alto grado de desarrollo fue la edificación de templos y monumentos religiosos, siendo claros ejemplos las zonas arqueológicas de Caral, Chavín, Moche, Pachacámac, Tiahuanaco, Cuzco, Machu Picchu y Nazca, en los Andes Centrales; y Teotihuacan, Templo Mayor (Tenochtitlán), Tajín, Palenque, Tulum, Tikal, Chichén-Itzá, Monte Albán, en Mesoamérica.

Arte precolombino

Las civilizaciones precolombinas se expresaron a través de realizaciones artísticas e intelectuales. Estas huellas de su existencia y arte son conocidas, desde la perspectiva eurocéntrica, como Arte Precolombino. Incluye expresiones artísticas como: arte rupestre, cerámica , esculturas, pintura, arquitectura, metalista, arte textil, etc. Actualmente, las piezas de arte precolombino son consideradas reliquias de gran valor arqueológico, dado que representan las cosmovisiones de los pueblos originarios y permiten conocer e imaginar sus creencias, saberes, las formas de organización, rituales (funerarios, por ejemplo),​ cosmologías y las técnicas que estos pueblos desarrollaron antes de la llegada de las colonias europeas a los territorios americanos.

Norteamérica septentrional

Inuits, Tlingit, Haudenosaunee (Confederación Iroquesa), cultura misisipiana.

Aridoamérica y Oasisamérica

Anasazi, indios pueblo, cultura mogollón, Hohokam, Chichimecas, Seris, Yaquis, Rarámuris, kumiai, Nahuatlacas (Náhuatl), Paquimés, Tepehuanes.

Mesoamérica​

Civilizaciones altamente avanzadas como los Olmecas, Toltecas, Mayas, Teotihuacanos, Aztecas, Zapotecos, Tarascos, Mixtecos, entre otros.

Centroamérica y Caribe


Machu Picchu arquitectura de la civilización inca
  ➧ El señorío de Cuzcatlán (en Idioma náhuat Kuskatan) fue una nación precolombina del período posclásico mesoamericano que se extendía desde el río Paz hasta el río Lempa (correspondiendo en la actualidad a la mayor parte de las zona occidental y central de El Salvador); está nación era dominada por los Náhuas de Kuskatan y cubría un territorio de aproximadamente 10 000 km².

  ➧ Los Tainos fueron un conjunto de pueblos originarios procedentes del actual territorio de Venezuela, aunque a lo largo de los siglos fueron poblando las distintas islas del arco antillano. Entre ellos se pueden distinguir entre los taínos clásicos y los taínos occidentales (o taínos-ciboney).

  ➧ Caribes, también llamados caríbales o galibi en algunos documentos históricos, denominaciones derivadas del proto-caribe *karipona: 'hombre(s)'— eran un conjunto de pueblos que, en el momento del contacto colombino en el siglo xvi, ocupaban el noreste de Venezuela y varias Antillas Menores. En las islas del Caribe desaparecieron como etnia independiente como consecuencia de la colonización europea, aunque en las Guayanas, Venezuela y Brasil continuaron dando lugar a los galibis (kari'ñas) modernos y otros pueblos.

  ➧ El territorio de Costa Rica estuvo ocupado por diversos pueblos aborígenes que reflejan el papel de puente cultural que tuvo el país: la cultura de Nicoya, en la actual provincia de Guanacaste, de influencia mesoamericana, se destacó por la calidad de la cerámica y la talla del jade; y dos culturas del Área Intermedia: la cultura de Línea Vieja-Huetar, que agrupó a varios grupos del Valle Central, el Pacífico central y el Caribe, como los huetares, suerres, pococes, bribris y cabécares, distinguidos principalmente por su trabajo en piedra, cerámica y oro; y la cultura del Díquis, en el Pacífico sur, que elaboraron las esferas de piedra y gran cantidad de trabajos metalúrgicos en oro.

Sudamérica

Entre las principales civilizaciones sudamericanas de la América precolombina se encuentran Caral, Paracas, Nazca, Moche,Tiahuanaco, Chimú, Confederación Muisca, cultura mollo, Imperio Inca entre otros. En el último tercio del siglo xv, el Imperio Inka o Tawantinsuyu se constituyó en el estado indígena sudamericano más importante, extendiéndose por un territorio de unos 2 millones de kilómetros cuadrados ocupado por centenares de pueblos. Creó un nuevo orden de gobierno basado en una ideología solar, con una eficiencia económica, administrativa y militar inigualable en América precolombina.

En su cúspide expansiva estuvo dividido en cuatro cuartos o suyus: el Chinchaysuyu, por el norte de Perú y Ecuador; el Antisuyu por el levante, abarcando parte del altiplano y la región de los Moxos o los Chunchos, en las yungas peruano-bolivianas; el Cuntisuyu por el poniente costero del Pacífico de Perú. Finalmente el Kollasuyu austral, incluyendo partes de Bolivia, Chile y del norte andino de Argentina. En ese universo dominaron centenares de naciones o etnías, todos conectados por más de 40000 km de redes viales conocidas como Qhapaq Ñan.

Economía

La economía de las culturas más complejas socialmente se basaba en el cultivo de caraotas, o porotos en algunas partes, y calabaza o auyama en Mesoamérica; mientras que en el área andina se destacaban también el maíz, los frijoles y las calabazas así como tubérculos como la papa, y a pavos en el caso de América del Norte (México). En América del Sur, y más precisamente en el área Central Andina (cultura Inca), destacaron el cuy (conocidos como conejillos de Indias por los españoles), las llamas, una variedad de camélidos de la región andina que conformaban otra especie animal domesticada para transportar carga pueden cargar unos 40 kilos en los Andes, donde las necesidades de transporte de carga eran muy grandes. La alpaca se domesticó para la obtención de su abundante lana y carne, la cual siempre fue muy apreciada. En cambio, la vicuña y el guanaco eran especies semejantes a las llamas, aunque más pequeñas, pero que no se llegaron a domesticar y eran cazadas para la obtención de carne, lana y pieles. Todas estas especies de camélidos eran más bien escasas y siguen siéndolo, lo cual es una especie de paradoja, ya que todas las especies de camélidos existentes en el mundo proceden del continente americano y atravesaron el Estrecho de Bering hace casi 40 millones de años, en sentido inverso al de la migración mucho más reciente.

Tecnología y contactos a larga distancia

La ausencia de animales de carga, la ausencia de ríos navegables de importancia así como la configuración predominantemente norte-sur del continente americano dificultaron la integración de amplias áreas del continente en estados extensos y limitó los contactos entre las diferentes culturas surgidas.

En Eurasia algunas de las principales culturas agrícolas (Mesopotamia, Antiguo Egipto y China) surgieron en las cuencas de grandes ríos, y los primeros estados importantes estuvieron ligados a la construcción cooperativa a gran escala de grandes obras hidráulicas. Esto contrasta con el desarrollo agrícola y de los primeros estados en América, que en general no estuvieron ligados a las grandes cuencas fluviales.

Por otra parte, la llegada del hombre a América supuso extinciones masivas de animales de tamaño grande y mediano debido a la caza excesiva. Eso dificultaría la domesticación de animales que pudieran ayudar a la agricultura y el transporte de largas distancias en épocas posteriores. En la región andina se domesticó la llama, pero en modo alguno pudo hacerse de ella un uso similar al que se hizo en Eurasia del burro o el caballo.

Finalmente, Eurasia es un continente cuya dimensión principal va de este a oeste, y esto permitía que los desarrollos tecnológicos en una cierta latitud generalmente se difundieran a grandes distancias sobre la misma latitud, al existir climas similares. En cambio, en América el clima varía de manera importante al extenderse de norte a sur, por lo que las adaptaciones particulares de pueblos en ciertas latitudes podían no ser útiles para los pueblos de otra latitud diferente.

👉👉👉👉 Jose Martin Santamaria 

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Expedición Atlantis

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Expedición Atlantis

Expedición Atlantis​ es el nombre dado al cruce del océano Atlántico efectuado por cinco argentinos​ en 1984, partiendo desde el puerto de Tenerife en las islas Canarias y llegando 52 días después a La Guaira en Venezuela.

El objetivo fue probar que 3500 años antes que Cristóbal Colón, navegantes africanos pudieron haber llegado por accidente a las costas de América conducidos por específicas corrientes marinas.

Detalles

Inspirado en la historia de la Kon-tiki, una balsa que en 1947 cruzó el Océano Pacífico, liderada por el noruego Thor Heyerdahl demostrando que los americanos pudieron haber llevado su influencia a la Polinesia, el abogado argentino Alfredo Barragán, natural de Dolores (provincia de Buenos Aires) estudió el tema y observó que había un tipo de balsas hechas con un número impar de troncos de madera muy liviana, unidos con cuerdas vegetales, que navegaban en Australia, en la costa occidental de América, y en África. Eso unido a sus lecturas sobre las cabezas colosales olmecas, unas esculturas de 20 toneladas y de casi 3 metros de altura hechas por la cultura olmeca le hicieron madurar la idea de demostrar la posibilidad de que navegantes africanos pudieron haber llegado a América.

Así surgió la idea de construir una embarcación artesanal y llegar a América desde África. La embarcación diseñada fue una balsa de 13.6 metros de largo por 5.8 metros de ancho construida con troncos, sin timón y con solo una vela. La Fragata Libertad donó parte de sus viejas velas, el barco de regatas de la Armada Fortuna les cedió una radio VHF, y el presidente de "La Balsera Ecuatoriana", la empresa de Ecuador que tenía los árboles que necesitaban, les regaló los troncos. Al no tener timón, la balsa no podía virar ni volver sobre su rumbo; por ello no había chance de rescatar a quien cayera al agua. Tampoco nadie podría tirarse a rescatar al supuesto náufrago. “Es preferible perder a un hombre y no a dos” era la regla a bordo. De caer, solo existía la oportunidad de aferrarse a un cabo de 70 metros que arrastraba la popa de la embarcación.


La balsa llevaba 60 bidones de agua, 27 barriles de comida, un botiquín médico y equipo cinematográfico para filmar el viaje, que quedaría inmortalizado en una película que finalmente llegó a los cines en 1988 y se convirtió en un gran éxito. El material fue recolectado y preparado en Argentina, llegando a Canarias en un barco de la extinta Empresa Líneas Marítimas Argentinas (ELMA).

La fecha de salida fue el 22 de mayo de 1984. La tripulación estaba compuesta Alfredo Barragán, quien fue el capitán al mando; Jorge lriberri, quien se desempeñó como el segundo capitán; Daniel Sánchez Magariños, quien se ocupó de la navegación astronómica; Oscar Giaccaglia, quien se desempeñó como sobrecargo y cocinero; y Félix Arrieta, camarógrafo de ATC que registró todo el viaje, material con el que luego editarían la película "Expedición Atlantis" en 1988. La expedición concluyó 52 días más tarde, el 12 de julio de 1984. La distancia recorrida fue de aproximadamente unas 3200 millas náuticas (unos 5000 kilómetros). Cabe señalar que, por aquella época, no se disponía de sistemas avanzados como el GPS, y las comunicaciones satelitales estaban restringidas a los buques de porte, por lo que la navegación tuvo que realizarse forzosamente con métodos tradicionales de navegación astronómica y utilizando equipos de radioaficionados para comunicarse.


Llegando al puerto de La Guaira, todos los buques en las cercanías hicieron sonar sus sirenas para homenajearlos. Allí, en una entrevista radial, el capitán Barragán expresó la frase que lo inmortalizó "Que el hombre sepa que el hombre, puede", frase que figura al pie del monumento erigido en honor a la expedición, sito en la ciudad de Mar del Plata,​ instalado en el sector conocido como el "Finisterre argentino", ya que es la tierra nacional que más penetra en el mar.

Un monumento similar se erigió en la ruta provincial 63, a la entrada de la ciudad de Dolores, ciudad natal de Barragán.

👉👉👉👉 Jose Martin Santamaria 

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Montículo de Gokstad

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 Montículo de Gokstad

El Montículo de Gokstad (noruego: Gokstadhaugen) es un gran monumento funerario en la Granja Gokstad en Sandefjord (anteriormente Municipio de Sandar) en la provincia de Vestfold, Noruega. Es conocido también como el Montículo del Rey (Kongshaugen) aquí fue hallado el barco de Gokstad del siglo IX.

Historia


El montículo fue excavado por Nicolay Nicolaysen en 1880. El barco de Gokstad fue construido alrededor de 890 y colocado en el montículo diez años más tarde. Está construido principalmente de roble, tiene una longitud de 23.8 metros (78 ft.) y un ancho de 5.2 metros (17 ft.). Tiene 16 pares de remos y se estima que su velocidad superaba los doce nudos.​ El barco de Gokstad se encuentra actualmente en el Museo de Barcos Vikingos en Oslo.

Se sospechaba que, enterrado junto con el barco, se halló al rey Olaf Geirstad-Alf, medio hermano de Halfdan el Negro.​ Sin embargo, los descubrimientos recientes han aumentado la incertidumbre, por tanto, se desconoce en realidad quién es la persona hallada en el montículo.​

Gokstadhaugen ha sido descrito como uno de los mejores hallazgos arqueológicos en Noruega.​ El gobierno noruego solicitó a la UNESCO, en enero de 2014, declarar el Montículo de Gokstad Patrimonio de la Humanidad.

Excavación

Las medidas del montículo, en 1880, fueron 50 metros (164 ft.) de diámetro, con una altura de 5 metros (16.4 ft.).​ El nivel del mar era significativamente más alto durante la Época vikinga, cuando el océano estuvo casi 4 metros (13 ft.) más alto que hoy. Por lo tanto, se estimó que el barco estuvo enterrado cerca el mar.

Los artefactos encontrados en la fosa incluyen un tablero de juego con contadores de cuerno, anzuelos, arneses (hechos de plomo, hierro y bronce dorado), 64 escudos, utensilios de cocina, seis camas, un trineo, así como tres barcas más pequeñas. También se encontró en la tumba dos pavos reales, dos goshawks (especie de pájaro), ocho perros y doce caballos.​

Los arqueólogos descubrieron que la cámara del entierro estuvo cubierta por capas de corteza de abedul y restos de seda entrelazada con hilos de oro enganchados en el techo. Estos son posiblemente los restos de un lujoso tapiz tejido que decoraba las paredes.

El análisis de dendrocronología sugiere que el barco de Gokstad fue construido a partir de troncos talados alrededor del año 890. La cámara funeraria está datada entre 895 y 903.​

Se estima que el cuerpo hallado tenía una altura entre 181 y 183 cm (5'9"– 6'0"), y fue asesinado alrededor de los 40 años durante una batalla.​

El barco fue descubierto en 1879, y la excavación la hizo Nicolay Nicolaysen entre April y junio de 1880.​ El Montículo estuvo cerrado y los restos del guerrero fueron regresados al sitio el 16 de junio de 1928. Los restos se colocaron en un sarcófago, el Rey Haakon VII de Noruega estuvo presente durante el acto oficial de reapertura del montículo el 29 de julio de 1929. El sarcófago se extrajo de la tumba por los arqueólogos en 2007, actualmente se halla en la Universidad de Oslo (UiO).

👉👉👉👉 Jose Martin Santamaria 



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Rito funerario de la religión romana

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Rito funerario de la religión romana


El rito funerario de la religión romana es el conjunto de rituales religiosos que acompañan al entierro de los antiguos romanos. Formaban parte de la tradición («mos maiorum»), el código no escrito del que los romanos derivaban sus normas sociales.​

Los cementerios romanos se encontraban fuera del límite sagrado de sus ciudades («pomerium»). Eran visitados regularmente con ofrendas de comida y vino, y celebraciones especiales durante las fiestas romanas en honor a los muertos. Los monumentos funerarios aparecen en todo el Imperio romano, y sus inscripciones son una importante fuente de información para la historia desconocida. Un sarcófago romano podría ser una obra de arte cuidadosamente elaborada, decorada con relieves de esculturas que representan una escena alegórica, mitológica, o histórica, o una escena de la vida cotidiana. Aunque los entierros eran una ocupación familiar, existían gremios o colegios que proporcionaban servicios funerarios para sus miembros.

Cuidado de los muertos

El cuidado de los muertos reunió dos actitudes emocionalmente opuestas. En la antigüedad greco-romana, los cuerpos de los muertos eran considerados como contaminantes. Al mismo tiempo, el deber amoroso hacia los antepasados (pietas) era una parte fundamental de la cultura romana antigua.

Normas legales


Después del final de la dominación etrusca, los legisladores romanos se volvieron muy estrictos con respecto a la ética de poner a los muertos a descansar. Un problema principal fue la legalidad y la moralidad de enterrar a los muertos dentro de los límites de la ciudad. Fue casi unánime al principio mover a los muertos fuera del pomerium para asegurar la separación de sus almas de los vivos, y muchos políticos se mantuvieron asertivos en aplicar la idea en el Imperio.​ Cicerón les recuerda a sus lectores la Ley de las Doce Tablas : «Un muerto no será sepultado ni quemado dentro de la ciudad». (De legibus, 2, 23:5) Tres siglos después, Paulus escribe en su Sententiae «No se permite traer un cadáver a la ciudad en caso de que los lugares sagrados de la ciudad estén contaminados. Quien actúa en contra de estas restricciones es castigado con una severidad inusual. No se permite incinerar un cuerpo dentro de las paredes de la ciudad.» (1, 21: 2-3) Muchas ciudades y provincias romanas tenían reglas similares a menudo en sus estatutos, como la Lex Ursonensis.​

Preparación del cuerpo

Cuando una persona moría en su casa, los miembros de la familia y los amigos íntimos se reunían alrededor del lecho de muerte. De acuerdo con una creencia que equiparaba al alma con la respiración, el pariente más cercano sellaba el paso del espíritu del cuerpo con un último beso, y cerraba los ojos. Los familiares comenzaban las lamentaciones, llamando al difunto por su nombre. El cuerpo, después, era colocado en el suelo, lavado y ungido. La colocación del cuerpo en el suelo es una señal de imitación del ritual de nacimiento, cuando el niño era colocado en la tierra desnuda.​ A los ciudadanos varones se les vestía con una toga y otros con atuendos apropiados para su estación en la vida. Los hombres que se habían ganado una corona llevaban una en la muerte, y coronas también se encuentran en entierros de iniciados en misteriosas religiones.​ Después de que el cuerpo estaba preparado, yacía en el atrio de la casa familiar (domus), con los pies apuntando hacia la puerta.​ Otras circunstancias se relacionaban con quienes vivían, como la mayoría de los romanos, en edificios de apartamentos (insulae), pero las prácticas de élite están mejor documentadas. Aunque el embalsamamiento era inusual y se consideraba principalmente como una práctica egipcia, se menciona en la literatura latina, con algunos ejemplos documentados por la arqueología en Roma y en todo el Imperio donde no se puede asumir ninguna influencia egipcia.​ Como los funerales de élite requerían arreglos complejos, el cuerpo tenía que ser preservado mientras tanto.​

Otras costumbres

El Obolo di Caronte era una moneda colocada en o sobre la boca del difunto. La costumbre está registrada en fuentes literarias y atestiguada por la arqueología, y a veces ocurre en contextos que sugieren que pudo haber sido importada a Roma como lo fueron las religiones mistéricas que prometía el inicio de la salvación o el pasaje especial en la otra vida. La costumbre se explicaba por el mito de Caronte, el barquero que transportaba las almas de los recién muertos al otro lado del agua -un lago, río o pantano- que separaba el mundo de los vivos del inframundo. Los ejemplos arqueológicos de estas monedas, de varias denominaciones en la práctica, se han llamado «los objetos funerarios más famosos de la antigüedad».​ La moneda fue racionalizada como su pago; el satírico Luciano comenta que para evitar la muerte, uno simplemente no debe pagar la tarifa. Apuleyo en la historia de «Cupido y Psique» en Las metamorfosis, enmarcadas por la búsqueda de salvación de Lucius que termina con la iniciación en los misterios de Isis, Psique («Alma») lleva dos monedas en su viaje al inframundo, la segunda para permitir su vuelta o renacimiento simbólico. La evidencia del «obolo de Caronte» aparece en todo el Imperio Romano de Occidente hasta bien entrada la era cristiana, pero en ningún momento y lugar fue practicado consistentemente y por todos. Luciano de Samosata satiriza el obolo en su ensayo Sobre los funerales:

Las personas son absorbidas tan completamente por todo esto que cuando uno de los miembros de la familia muere, inmediatamente traen un obolo y se lo ponen en la boca para pagarle al barquero por haberlo entregado, sin considerar qué tipo de moneda es habitual y corriente en el país y el mundo inferior y si es ateniense o es macedonio o es moneda de curso legal de Egina, ni tampoco que sería mucho mejor no pagar la tarifa, ya que en ese caso el barquero no los tomaría y serían escoltados a la vida otra vez.

Enterramiento del cuerpo

A pesar de que la inhumación se practicaba con regularidad en la Roma arcaica, la cremación era la práctica de enterramiento más común a finales de la República Romana y el Imperio durante los siglos I y II. Las imágenes crematorias aparecen en la poesía latina sobre el tema de los muertos y el luto. En uno de los poemas latinos clásicos más famosos sobre duelo, Catulo escribe sobre su largo viaje para asistir a los ritos funerarios de su hermano, que murió en el extranjero, y expresa su dolor al dirigirse únicamente a las cenizas silenciosas.​ Cuando Propertius describe a su amante muerta, Cynthia, que lo visita en un sueño, el vestido del atacante es quemado por el costado y el fuego de la pira ha corroído el anillo familiar que usa.

En última instancia, la inhumación reemplazaría la cremación; una variedad de factores, incluyendo la disminución de los niveles de urbanización y los cambios en las actitudes hacia el más allá, contribuirían a este marcado cambio en las prácticas de entierro popular. El cuidado y el cultivo de los muertos no terminó con el funeral y el período formal de luto, sino que se constituyó una obligación perpetua. Las libaciones fueron llevadas a la tumba, en rituales de cuidado de los muertos y algunas tumbas incluso estaban equipadas con "«tubos de alimentación»" a través de los cuales las ofrendas podían dirigirse a los muertos subterráneos.​ La libación era parte de los ritos funerarios romanos, y puede haber sido la única ofrenda de sacrificio en humildes funerales.

Arpagi

Los romanos se refirieron a los bebés que morían en la cuna como arpagi —arpagus singular— para los que no se realizaban funerales. Sus cuerpos no fueron cremados ni enterrados, y no se hicieron monumentos ni epitafios para ellos.​ Finalmente, los bebés que habían vivido 40 días o más y se habían cortado las uñas antes de su muerte se distinguieron de los arpagi, fueron referidos como rapti, y fueron incinerados.

Ritos funerarios

Los ritos funerarios se llevaban a cabo en el hogar y en el lugar del entierro, que estaba ubicado fuera de la ciudad para evitar la contaminación. La procesión fúnebre (pompa funebris) transitaba la distancia entre los dos.

Un gremio profesional llamado collegium de artistas especializados en música funeraria.​ Horacio menciona en los funerales la tuba y el cornu, dos instrumentos de bronce con forma de trompeta.

Elogio

El elogio (laudatio funebris) era una oración formal o panegírico en alabanza a los muertos. Fue una de las dos formas de discurso en un funeral romano, la otra era el canto (nenia).​ La realización está asociada con familias nobles, y las convenciones de palabras pronunciadas en el funeral de una persona común no se registraban. Mientras que la oratoria fue practicada en Roma únicamente para hombres, una mujer de élite también podría ser honrada con un elogio. Para las personas de sociedad prominente, el cortejo fúnebre se detenía en el foro para la entrega pública del elogio en la rostra.

Por lo tanto, una oración fúnebre bien expresada podía ser una forma de que un joven político se haga público.​ «El elogio de la tía Julia» (Laudatio Juliae Amitae), un discurso del joven Julio César en honor a su tía, la viuda de Gaius Marius, le ayudó a lanzar su carrera política como populista.​ La introducción de esta laudatio funebris se reproduce en la obra Divus Iulius del historiador romano Suetonio.

El epitafio del difunto en efecto era un resumen del elogio hecho visible y permanente,​ y podía incluir la carrera (cursus honorum) de un hombre que había ocupado cargos públicos. Al conmemorar hechos pasados, el elogio fue un precursor de la historiografía romana.

Sacrificios

Después de que el cuerpo fuera llevado al cementerio, se realizaba un sacrificio en presencia del cadáver. Hasta la época de Cicerón, era costumbre ofrecer una cerda a Ceres, que también era una ofrenda característica a las deidades ctónicas. La víctima sacrificada fue luego asignada para el consumo entre los participantes. La porción para el difunto fue puesta en un asador y quemada con el cuerpo. La porción de Ceres era quemada en un altar. La familia comió la porción que se debía a la vida. Una familia de medios menores ofrecía una libación de vino, incienso, productos o granos; la asignación de estas ofertas no está registradas.​ Después de este reparto, el difunto había hecho la transición y ya no podía compartir las comidas de los dioses vivos y domésticos; ahora participaba de lo que era apropiado para los espíritus de los muertos, los Manes.

Conmemoraciones

Novendialis

En el noveno día después de la muerte de la persona, se organizaba la fiesta fúnebre y los ritos llamados novendialis o novemdialis.​ Una libación a los Manes era derramada en la tumba y con esto se concluía el período de luto completo.

Festivales de los muertos

En febrero, el último mes del calendario romano original, cuando el 1 de marzo era el día de Año Nuevo, los muertos era honrados en un festival de nueve días llamado Parentalia, seguido por Feralia el 21 de febrero, cuando eran propicios los espíritus potencialmente malignos de los muertos. Durante el Parentalia, las familias se reunían en los cementerios para ofrecer comidas a los antepasados, y luego compartían vino y pasteles entre ellos. Las tumbas para familias adineradas y prominentes se construyeron como «casas», con una sala decorada para estas festividades de banquetes.

Epitafios


Los epitafios son una de las principales clases de inscripciones. Un epitafio generalmente indica el día de nacimiento y la esperanza de vida de la persona.​ La información varía, pero normalmente ofrecen información sobre las relaciones familiares, los cargos políticos,​ y los valores romanos, al elegir qué aspectos de la vida del difunto hay que elogiar.

Las creencias filosóficas también pueden estar en evidencia. Los epitafios de los epicúreos a menudo expresaban alguna forma del sentimiento non fui, fui, non sum, non desidero , «no existí, existí, no existo, no siento deseo»,​ o non fui, non sum, non curo, «no existí , no existo, no me preocupa».

Arte funerario

Imágenes

Las familias nobles romanas a menudo mostraban una serie de «imágenes» en el atrio de su hogar familiar. Existe cierta incertidumbre acerca de si estas «imágenes» fueron máscaras mortuorias, bustos, o ambos juntos. Las «imágenes» podrían organizarse en un árbol genealógico, con un título que resumieran los premios individuales (honores) y logros (res gestae),​ una costumbre que podía facilitarse colgando máscaras.​ En cualquier caso, también se exhibieron bustos de retratos de miembros de la familia en piedra o bronce en el hogar.​

Las máscaras fúnebres probablemente estaban hechas de cera y posiblemente se moldearon como máscaras de muerte directamente del difunto. Fueron usadas en la procesión fúnebre por actores que eran dolientes profesionales o por miembros apropiados de la familia. Esta costumbre pudo haber variado por período o por familia, ya que las fuentes no brindan una solución coherente.​

La exhibición de imágenes ancestrales en casas aristocráticas de la República y los funerales públicos están descritas por Plinio el Viejo, Historia Natural 35, 4-11.

Sarcófagos

Las urnas funerarias en las que se colocaron las cenizas de los incinerados fueron gradualmente superadas en popularidad por el sarcófago a medida que la inhumación se hizo más común. Particularmente en los siglos II-IV, fueron a menudo decorados con relieves que se convirtieron en un vehículo importante para la escultura de la Antigua Roma. Las escenas representadas fueron tomadas de la mitología, creencias religiosas pertenecientes a los misterios, alegorías, historia o escenas de caza o festín. Muchos sarcófagos representan nereidas, criaturas marinas fantásticas y otras imágenes marinas que pueden aludir a la ubicación de las Islas de los Bienaventurados a través del mar, con un retrato del difunto en una concha de mar.

El sarcófago de un niño puede mostrar tiernas representaciones de la vida familiar, cupidos o niños jugando. Algunos sarcófagos pueden haber sido ordenados hacer durante la vida de la persona y hechos a medida para expresar sus creencias o estética. La mayoría fueron producidos en masa, y si contenían un retrato del difunto, como muchos lo hicieron, estaban con el rostro de la figura sin terminar hasta su compra.​ El sarcófago tallado sobrevivió a la transición al cristianismo, y se convirtió en el primer lugar común para la escultura cristiana, en obras como el sarcófago de Junio Baso de mediados del siglo IV.

Altares funerarios

Muchos altares también presentan retratos de los fallecidos. ​Extrapolado de la evidencia de epitafios y retratos en los altares, se puede concluir que los libertos y sus descendientes con mayor frecuencia encargaban altares funerarios en Roma, personas que eran maestros, arquitectos, magistrados, escritores, músicos, etc. ​La práctica de erigir altares funerarios romanos está vinculada a la tradición de construir altares votivos para honrar a los dioses. 

Debido a la aceptación de que los altares actúan como un símbolo de reverencia, se cree que los altares funerarios se utilizaron para heroizar al difunto. Los altares funerarios difieren de los altares votivos que honraron a los dioses, porque no fueron receptores de sacrificios de sangre. Al tener una apariencia similar a los altares votivos, el simbolismo de la reverencia de un sacrificio fue implícito, por lo tanto, transmitiendo el debido respeto a los muertos.

Aunque tenían diferentes significados, los dos tipos de altares se construyeron de forma similar, tanto sobre el suelo como en forma redonda o rectangular.​ La función de estos altares era o para albergar las cenizas de los muertos o simplemente para conmemorar simbólicamente la memoria del difunto.

A menudo, se construyeron altares funerarios para mostrar las vasijas que contenían las cenizas y los huesos quemados del difunto. Estas urnas de cenizas fueron colocadas en profundas cavidades de los altares que luego fueron cubiertos con una tapa.​ Otras veces, hubo una depresión en el altar en la que se podían verter libaciones;​ algunos altares funerarios romanos fueron provistos de tuberías para que estas libaciones pudieran «nutrir» los restos.​ Menos comúnmente, el cuerpo del difunto fue colocado en el altar.​ Mientras que algunos altares contenían restos del difunto, la mayoría de los altares no tenían ninguna función práctica y únicamente fueron erigidos para conmemorar a los muertos.

Tumbas

La antigua Roma se ha convertido en un sitio de excavación conocido por sus extravagantes cementerios. En general, los plebeyos y las familias adineradas de Roma fueron enterrados en los mismos cementerios; los ricos, sin embargo, tenían tumbas más elaboradas, generalmente se tallaban de la roca madre y tenían forma rectangular. Estas tumbas rectangulares se asemejaban a la estructura de la casa del romano contemporáneo, con puertas y muchas cámaras diferentes.​ De estas cámaras, una de ellas fue utilizada para celebrar la ceremonia conmemorativa de los muertos. Durante esta ceremonia, la familia del fallecido se reunía y cenaba. Se utilizaron otras cámaras para guardar todo lo que se consideraba necesario para la persona que estaba en reposo, incluidos los retratos de los difuntos y toda la parafernalia necesaria para la ceremonia conmemorativa que estaba por llegar.

Las familias adineradas y prominentes tenían grandes, a veces enormes, mausoleos. El Castel Sant'Angelo en Roma, originalmente el mausoleo de Adriano, es el mejor conservado, ya que se convirtió en una fortaleza.​ La Tumba de los Escipiones era la tumba familiar de los Escipiones, ubicada en un cementerio aristocrático, y en uso desde el siglo III aC. hasta el siglo I. Un gran mausoleo podía incluir dormitorios y cocinas para visitas familiares, que albergarían también fiestas. Para la clase media adinerada, los mausoleos, más pequeños, se alineaban en las carreteras de las ciudades, muchas de las cuales permanecen en las Tumbas de la Vía Latina, a lo largo de la Vía Apia y en otros lugares. La tumba del Panadero es una tumba famosa y originalmente muy ostentosa en un lugar privilegiado justo afuera de la Porta Maggiore, erigida para un rico panadero liberto alrededor del 50-20 aC.​ Las tumbas de Petra, en el extremo este del Imperio, están cortadas en acantilados, algunas con elaboradas fachadas en estilo «barroco» del período imperial. 

Los menos ricos se conformaron con tumbas más pequeñas, a menudo con bustos de relieve sobre una larga inscripción. Más barato eran las Catacumbas de Roma, famosas por los cristianos, pero también por todas las religiones, con cierta especialización, como las secciones especiales judías. Estas catacumbas eran grandes sistemas de túneles estrechos debajo de Roma, donde los nichos se vendían a las familias de los fallecidos en un comercio muy rentable, aunque bastante maloliente. La decoración incluye pinturas, muchas de las cuales han sobrevivido.​ El exterior de la tumba se parecía a la de un jardín. Hermosas flores y plantas adornaban el exterior y las hacían más favorecedoras a la vista. Probablemente se inició la tradición de llevar flores a la tumba de un ser querido. También se agregaron otros artículos en el exterior de las tumbas de los ricos para hacerlo más decorativo. La cámara funeraria del difunto estaba sobre el suelo y contenía las reliquias más importantes para el difunto romano.

En la época cristiana, se deseaba que se fuera enterrado cerca de la tumba de un famoso mártir, y se abrían grandes salas funerarias sobre tales tumbas, que a menudo estaban debajo de una catacumba. Estas contenían hileras de tumbas, pero también espacio para comidas para la familia, ahora probablemente son vistas como fiesta de ágapes. Muchas de las grandes iglesias romanas comenzaron como funerarias, que originalmente eran empresas privadas; la familia de Constantino I poseía la que estaba sobre la tumba de Santa Inés de Roma, cuyas ruinas están al lado del mausoleo de Santa Constanza, en origen un mausoleo de la familia Constantiniana que formaba un ábside en la sala.

Funerales militares y entierro

«El culto a los muertos», se ha dicho:​ «fue particularmente importante para los hombres cuya profesión los expuso a una muerte prematura». El valor romano de las pietas abarcaba el deseo de los soldados de honrar a sus camaradas caídos, aunque las condiciones de la guerra podían interferir con la celebración oportuna de los ritos tradicionales. Los soldados que fallecían en batalla en suelo extranjero con hostilidades continuas probablemente fueron sometidos a una cremación o entierro en masa.67​ En circunstancias menos urgentes, podían ser incinerados individualmente, y sus cenizas colocadas en un recipiente para el transporte a un sitio de enterramiento permanente. Cuando el ejército romano bajo el mando de Publius Quinctilius Varus sufrió una desastrosa derrota en la Batalla del bosque de Teutoburgo en el siglo I, permanecieron sin conmemorar hasta que Germanicus y sus tropas ubicaron el campo de batalla unos años después e hicieron un montículo funerario para sus restos.

En las guarniciones permanentes del Imperio, una porción de la paga de cada soldado se apartó y se combinó para gastos funerarios, incluida la comida ritual, el entierro y la conmemoración.​ A los soldados que morían por enfermedad o por un accidente durante las rutinas normales de la vida se les dio los mismos ritos que en la vida civil.​ Las primeras asociaciones funerarias para soldados se formaron bajo Augusto; las sociedades funerarias habían existido para los civiles mucho antes. Los veteranos pagaban en un fondo al abandonar el servicio, asegurando un entierro digno por membresía en una asociación para tal fin.

Estelas militares

El monumento funerario más común para los soldados romanos fue el de las estelas, una piedra humilde, sin adornos, cortada en forma de rectángulo. El nombre, el rango y la unidad del difunto se inscribían en la piedra, así como su edad y sus años de servicio en el ejército romano. El nombre del patrocinador, por lo general un heredero o un familiar cercano, podría inscribirse cerca de la parte inferior de las estelas si así lo deseaba. 

Uniforme en su naturaleza, el estilo consistente de estas lápidas reflejaba la naturaleza ordenada y sistemática del ejército mismo.​ Cada lápida era un testimonio de la fuerza y la persistencia del ejército romano, así como de los soldados individuales.​ En algunos casos únicos, las lápidas militares estaban adornadas con esculturas.​ Estos tipos de lápidas generalmente pertenecían a miembros de las unidades auxiliares en lugar de unidades legionarias.​ La principal diferencia entre las dos unidades fue la ciudadanía.​ Mientras que los soldados legionarios eran ciudadanos de Roma, los soldados auxiliares provenían de provincias del Imperio. Los soldados auxiliares tuvieron la oportunidad de la ciudadanía romana después de su licenciatura.​ Las lápidas sirvieron para distinguir a los romanos de los no romanos, y para hacer cumplir la jerarquía social que existía dentro de las legiones militares.​ Para los hombres que murieron en la batalla, la construcción de lápidas adornadas fue un intento final de romanización. En las lápidas de los auxiliares, a menudo se representan hombres a caballo, lo que denota el valor y el heroísmo de los soldados de caballería auxiliares.

En algunos casos, los herederos u otros miembros de la familia comisionaron la construcción de cenotafios para los soldados perdidos: monumentos funerarios que conmemoraban a los muertos como si el cuerpo hubiera sido encontrado y regresado a casa.

Los monumentos funerarios militares de África romana adoptan formas progresivamente más sustanciales: estelas en el siglo I, altares en el segundo y cúpulas (montículos) en el tercero. Las tumbas a menudo se agrupaban en cementerios militares a lo largo de las carreteras que conducían fuera del campamento. Un centurión podría ser lo suficientemente acomodado como para construir un mausoleo.

Inframundo

Religión

Las descripciones estándar de la mitología romana describen al alma como inmortal,​ y juzgada en la muerte ante un tribunal en el inframundo,​ con aquellos que hicieron el bien siendo enviados a los Campos Elíseos y aquellos que hicieron el mal enviados al Tártaro.

No está claro cuán antiguas eran esas creencias, ya que parecen influidas por la mitología griega y los cultos de misterio. Los misterios continuaron bajo Roma y parecen haber prometido la inmortalidad para los iniciados. Las formas conocidas de la religión esotérica combinan la mitología y la astrología romanas, egipcias y de Oriente Medio, y describen el progreso de sus iniciados a través de las regiones de la luna, el sol y las estrellas. Los no iniciados o sin virtudes quedaban atrás, y el inframundo se convirtió únicamente en un lugar de tormento. Las representaciones comunes de la vida futura de los bendecidos incluyen descanso, un banquete celestial y la visión de Deus o Júpiter.

Filosofía


La corriente principal de la filosofía romana, como los estoicos, abogó por la contemplación y la aceptación de lo inevitable de la muerte de todos los mortales. «Es necesario que algunos se queden y que otros vayan, todo el tiempo regocijándose con aquellos que están con nosotros, sin embargo, no llorando por los que se van».​ Afligirse amargamente es dejar de percibir y aceptar la naturaleza de las cosas. Famoso, Epicteto alentó la contemplación de los seres queridos como un «frasco» o «copa de cristal» que podía romperse y ser recordado sin molestar al espíritu, ya que «amas a un mortal, algo que no es tuyo. Se te ha dado por el presente, no inseparablemente ni para siempre, pero como un higo ... en una estación fija del año. Si lo anhelas en el invierno, eres un tonto».​ No hubo un consenso real, al menos entre los textos y epitafios romanos sobrevivientes, de lo que le sucedía a una persona después de la muerte o la existencia de una vida futura. Plinio el Viejo en su Historia Natural afirma que la mayoría de la gente opinaba que después de la muerte uno regresa al estado no sensible que ocurrió antes del nacimiento, pero admite, aunque con desdeño, que hay personas que creen en la inmortalidad del alma.​ Séneca el Joven parece ser menos consistente, argumentando ambas partes, indicando que la muerte produce la aniquilación total, al mismo tiempo que habla de la supervivencia del espíritu después de que escapa de la prisión del cuerpo.​ Tácito al final de Agrícola toma la opinión contraria a Plinio, y afirma que los sabios creen que el espíritu no muere con el cuerpo, aunque puede estar refiriéndose específicamente a los piadosos.

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