Funeral vikingo

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Funeral vikingo

Gracias a la arqueología, las sagas y a la poesía en nórdico antiguo y al relato de Ahmad ibn Fadlan se sabe que los vikingos solían enterrar a sus muertos en barcos funerarios. Los rituales que tuvieron lugar en tierra han permitido a los arqueólogos estudiar las diversas tradiciones escandinavas de la época de losun barco o en un barco de piedra, y se les solía dejar ofrendas según el estatus y la profesión del difunto, entre las que podía incluirse el sacrificio de esclavos. En Escandinavia se conservan muchos túmulos en honor de reyes y jefes vikingos, además de piedras rúnicas y otros monumentos funerarios. Algunos de los más célebres se encuentran en el cementerio de túmulos de Borre, en Noruega, y en Lindholm Høje y Jelling en Dinamarca. 

Ofrendas

Era común dejar regalos junto al cadáver. Incluso si el cuerpo era quemado en una pira, el difunto recibía presentes, cuya cantidad y valor no dependían del sexo sino únicamente de su posición social. Era importante realizar el ritual correctamente para que el difunto conservase en la otra vida el estatus vital que había poseído en la vida terrenal, y para evitar que se convirtiera en un alma errante condenada a vagar eternamente.

La tumba habitual para un esclavo era, probablemente, poco más que un agujero en la tierra. Se le enterraba probablemente de forma que no regresara para atormentar a sus amos y para que pudiera serles de utilidad cuando éstos hubieran muerto. Incluso en ocasiones se les sacrificaba para que cumplieran esa función en la otra vida. A los hombres libres se les enterraba con armas y equipo de monta. Los artesanos podían ser enterrados junto a todas sus herramientas. A las mujeres se las enterraba con sus joyas y a veces con instrumentos para uso doméstico o parte del ajuar. El enterramiento vikingo más suntuoso descubierto hasta el momento (2008) es el Barco de Oseberg, que era para una mujer (probablemente una reina o una sacerdotisa) que habría vivido en el siglo IX. 
 

Monumentos funerarios

Un funeral vikingo podía suponer un gasto considerable, pero la tumba y las ofrendas no se consideraban un desperdicio. Además de rendir homenaje a los muertos, la tumba constituía un monumento a la posición social de los descendientes. Algunos clanes nórdicos especialmente poderosos podían hacer alarde de su posición mediante cementerios monumentales. El cementerio vikingo de Borre en Vestfold por ejemplo, está ligado a la dinastía Yngling, y alojaba grandes túmulos que contenían barcos de piedra.

Jelling en Dinamarca es el memorial real más grande de la época vikinga. Fue realizado por Harald Blåtand en recuerdo de sus padres Gorm y Tyra, y en honor a sí mismo. Se trata de uno solo de los dos grandes túmulos que contenían una cámara mortuoria, pero ambas tumbas, la iglesia y las dos piedras de Jelling testifican lo importante que era marcar la muerte ritualmente durante la era pagana y los inicios de la era cristiana.

En tres lugares de Escandinavia hay grandes cementerios que fueron usados por toda la comunidad Birka en Mälaren, Hedeby en Schleswig y Lindholm Høje en Ålborg.​ En las tumbas de Lindholm Høje aparece una gran variedada de formas y tamaños. Hay barcos de piedra y una mezcla de tumbas triangulares, cuadradas y circulares. Estos cementerios han sido usados durante muchas generaciones y pertenecen al pueblo.
 

Rituales

La muerte siempre ha sido un momento de crisis para los afligidos, de ahí que esté rodeada de tabúes. La vida familiar tiene que ser reorganizada y, para superar esa situación, las personas recurren a rituales. Las ceremonias eran ritos de transición en los que se pretendía dar paz al difunto en la nueva vida y, al tiempo, consolar a los parientes afligidos para continuar con sus vidas.  

A pesar de las costumbres belicosas de los vikingos, había un elemento de respeto rodeando a la muerte y a lo que va asociado a ella. Si el muerto no era enterrado correctamente o no se le proveían de medios para la otra vida, era posible que no llegase a encontrar la paz en el más allá. La persona muerta podría visitar a sus parientes vivos como un draugr (fantasma) para atormentarlos. Era una visión horrorosa y ominosa, que se interpretaba como una señal de que más miembros de la familia morirían. Cuando las comunidades eran afectadas por desgracias, sobre todo en tiempos de hambruna, empezaban a aparecer historias de fantasmas. Las sagas mencionan drásticos remedios para librarse de estos fantasmas una vez que habían aparecido. El muerto tenía que volver a morir; se podía atravesar el cadáver con una estaca, o se le cortaba la cabeza para que el difunto no encontrara el camino de vuelta al mundo de los vivos. 
 

Relato de Ibn Fadlan

En el siglo X, un escritor árabe, Ahmad ibn Fadlan, realizó una descripción de un funeral de un jefe escandinavo, probablemente sueco, que viajaba en la ruta comercial del Volga. El relato es una fuente única acerca de las ceremonias que tenían lugar en los funerales vikingos de un jefe o un rey.

El jefe muerto fue colocado en una tumba temporal, la cual fue cubierta durante diez días hasta que fueron cosidas para el difunto ropas nuevas. Una de sus esclavas se ofreció voluntaria para irse con él a la otra vida, por lo que fue custodiada día y noche y se le dio gran cantidad de bebida para intoxicarla mientras cantaba alegremente. Cuando llegó la hora de la cremación, pusieron el barco del jefe en tierra, le depositaron en una plataforma de madera y le hicieron una cama en el barco. Mientras, una mujer anciana conocida como el «ángel de la muerte» puso cojines en la cama. Ella era la responsable del ritual.
 
Entonces desenterraron al jefe y le vistieron con las ropas nuevas. En su tumba depositaron bebidas alcohólicas, frutas y un instrumento de cuerda. El jefe fue puesto en la cama con todas sus armas y ofrendas situadas a su alrededor. Luego dejaron que dos caballos corrieran sudorosos, a los que a continuación hicieron pedazos para arrojarlos luego al barco. Finalmente, sacrificaron un gallo y una gallina. 

Entre tanto, la esclava iba de tienda en tienda manteniendo relaciones sexuales con los hombres. Cada uno de ellos le decía: «Dile a tu amo que esto lo hice por amor a él». Mientras, por la tarde, llevaban a la chica a algo que parecía el marco de una puerta, donde ella era levantada por las palmas de los hombres tres veces. Cada vez que era alzada, ella decía lo que veía: la primera vez vio a su padre y a su madre, la segunda a todos sus parientes, y la tercera a su amo en el más allá. Allí todo era verde y hermoso y junto a él, vio hombres y chicos jóvenes. Vio que su amo la llamaba por señas.
 
Después, la esclava fue llevada al barco. Se quitó los brazaletes y se los dio a la anciana. A continuación se quitó los anillos de los dedos y se los dio a las hijas de la anciana, que la habían custodiado. Después fue llevada a bordo del barco, pero no se le permitió acceder a la tienda donde el jefe yacía. La chica bebió varios vasos de bebidas alcohólicas, cantaba y se despedía de sus amigos. 

Entonces la chica fue llevada a la tienda y los hombres empezaron a golpear sus escudos para que sus gritos no se oyeran. Seis hombres la acompañaban y mantuvieron relaciones sexuales con ella, tras lo cual la pusieron en la cama del jefe. Dos hombres agarraron sus manos y otros dos sus muñecas. El ángel de la muerte puso una cuerda alrededor de su cuello y mientras dos hombres tiraban de la cuerda, la anciana la apuñaló entre las costillas con un cuchillo. Después, los parientes del jefe muerto llegaron con una antorcha encendida y quemaron el barco. Según las creencias, el fuego facilitaba el viaje al reino de la muerte.
 
Después, levantaron sobre las cenizas un túmulo redondo y, en el centro del montículo, izaron un poste de abedul donde grabaron con runas los nombres del jefe muerto y su rey. Tras ello se fueron en sus barcos.  

Otro explorador árabe, Ahmad ibn Rustah confirma la detallada descripción de Ibn Faldlan y el hecho de que al muerto se le haya asignado la compañía de una mujer:
 
«Cuando muere uno de la clase principal, lo llevan a un sepulcro semejante a una vivienda espaciosa, lo depositan dentro y ponen a su lado vestiduras, ajorcas de oro, una provisión de alimentos, vasijas con bebidas, monedas y, finalmente, a su esposa favorita, que allí encierran viva. Tapan luego la entrada y la mujer muere después en aquella clausura.»

El historiador Al-Masudi se expresa en términos parecidos: 

«Queman a sus muertos y echan en la misma pira sus armas, sus caballos y sus joyas. Cuando alguien muere, su mujer es quemada viva con él; pero si quien fallece es la mujer, entonces el marido no corre aquella suerte. Cuando fallece un hombre soltero, se le casa después de muerto. Las mujeres desean vivamente ser quemadas con sus maridos, para poder así seguirlos al paraíso.»

Sacrificios humanos

Los esclavos podían ser sacrificados durante el funeral para servir a su amo en la siguiente vida. En el relato de Ibn Fadlan hay una descripción de una esclava que va a ser sacrificada y que pasa por varios ritos sexuales. Cuando el jefe había sido puesto en el barco, ella iba visitando las tiendas para acostarse con los guerreros y mercaderes. Cada hombre le decía que esto lo hacía por devoción al difunto. Por último, ella entraba en una tienda que se había montado en el barco y en la que seis hombres mantenían relaciones sexuales con ella antes de ser estrangulada y apuñalada. Los ritos sexuales con la esclava muestran que ella era considerada un recipiente para la transmisión de energía vital para el jefe difunto.  

En el poema Sigurðarkviða hin skamma hay varios versos en los que se cuenta que la valquiria Brunilda da instrucciones sobre el número de esclavas que iban a ser sacrificadas para el funeral del héroe Sigurd, y cómo sus cuerpos debían ser dispuestos en la pira, como aparece en la siguiente estrofa. 
 

                  Því at hánum fylgja                    
fimm ambáttir,
átta þjónar,
eðlum góðir,
fóstrman mitt
ok faðerni,
þat er Buðli gaf
barni sínu.

69. "Cinco mujeres atadas
le seguirán,
y ocho de mis esclavas,
bien nacidas,
desde niñas conmigo,
y mías fueron
como regalo que Buthli
a su hija dio".

Cremación

 

Era frecuente quemar los cadáveres y las ofrendas en una pira, en la cual la temperatura alcanzaba los 1400ºC; mucho más alta que en un crematorio moderno. Lo único que quedarían serían unos fragmentos de metal y algunos huesos animales y humanos. La pira era construida de forma que la columna de humo fuera lo más grande posible para elevar al difunto a la otra vida. El simbolismo se describe en la saga Ynglinga: 

Entonces él (Odín) estableció por ley que todos los varones muertos debían ser incinerados, y sus pertenencias puestas sobre la pila, y las cenizas lanzadas al mar o enterradas. Así, dijo él, todos vendrán a Valhalla con las riquezas que portara consigo en la pila; y disfrutaría cuanto él hubiera enterrado. Un montículo se levantará en memoria de los hombres trascendentes y para todos los guerreros que se han distinguido por su virilidad se erigirá un monolito; costumbre que perduró mucho después de la era de Odin.

La cerveza funeraria y la transmisión de la herencia

En el séptimo día tras la muerte de la persona se celebraba la fiesta del sjaund, o fiesta de la cerveza funeraria, así llamada porque implicaba la libación ritual. La cerveza funeraria era una forma social de demarcar el caso de la muerte. Solo tras la ceremonia podían los herederos legalmente reclamar la herencia. Si la persona fallecida se trataba de una viuda o del dueño de una granja, el legítimo heredero podía hacerse con la propiedad y, por tanto, marcar el cambio de autoridad.

Muchas de las grandes piedras rúnicas escandinavas notifican una herencia, como la piedra rúnica de Hillersjö, que explica cómo una dama llegó a heredar no solo a sus hijos sino también sus nietos​ y la piedra rúnica de Högby Ög 81, que narra cómo una joven fue la única heredera tras la muerte de todos sus tíos.​ Se trata de importantes documentos de propiedad de una era en las decisiones legales no se transcribían en papel. Una interpretación de la piedra rúnica Tune de Østfold sugiere que la larga inscripción rúnica tiene que ver con la cerveza funeraria en honor del hacendado y declara a tres hijas como legítimas herederas. Data del siglo V y es, por tanto, el documento legal escandinavo más antiguo que reconoce el derecho sucesorio femenino.
 

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Cultura Maya - Los Mayas: Rituales Funerarios

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 Los Mayas: Rituales Funerarios


Los estudios arqueológicos han determinado que los mayas practicaban tanto el entierro como la cremación. Las variedades de tumbas van desde simples agujeros en el suelo hasta ricas cámaras funerarias. También hay mucha variedad en las posiciones de los cadáveres, colocados de mil maneras diferentes.

Tradiciones fúnebres de los Mayas

Para los mayas, un pueblo altamente religioso, la muerte era algo que se debía temer y reverenciar. Su temor a la ira y el juicio de sus dioses pesaban mucho sobre ellos, haciéndolos temer al mundo más allá, incluso cuando creían en una vida después del cielo. Trataron a sus muertos con gran respeto, los lamentaron extensamente y mantuvieron viva su memoria a través de la narración de sus logros en la vida. Aunque el proceso de entierro cambió con los años, lo único que no lo hizo fue la forma elaborada en que lo realizarían. 

Creencias antiguas de la muerte maya

Los antiguos mayas de Mesoamérica creían en la reencarnación. Creían que el alma estaba ligada al cuerpo al nacer y se separaba al morir. También creían que los difuntos todavía podían ponerse en contacto con los vivos y darles consejos. Si alguien moría por suicidio, sacrificio, en el parto o en la batalla, creían que su alma iba directamente al cielo. Por ejemplo, a veces las personas se sacrificaban en el juego de pelota llamado Pok-a-Tok.
 

Preparación del cuerpo

Los antiguos mayas practicaban tanto el entierro como la cremación. Al preparar el cuerpo para el entierro, colocaban un pedazo de maíz en la boca del difunto. Creían que el maíz simbolizaba el renacimiento del alma y proporcionaba alimento para el viaje de la vida futura. Luego, envolvían el cuerpo en tela de algodón. Si se cremaban, las cenizas se colocaban en macetas o ídolos diseñados para contener restos cremados. En días festivos y festivales especiales, la familia del difunto traía comida a los ídolos.
 

Prácticas de entierro

Los entierros solían estar en tumbas cerca de edificios significativos, a veces con múltiples cuerpos. Las tumbas miraban al norte o al oeste en la dirección de los cielos mayas. Sin embargo, los gobernantes tenían tumbas extravagantes en pirámides funerarias llenas de cerámica, máscaras, comida y otros bienes. 
 
Enterraban a los difuntos con silbatos de piedra tallados en forma de animales o dioses. También cubrían las tumbas con cinabrio, un mineral rojo. El rojo era el color de la muerte y el renacimiento. También creían que el mineral podría ayudar al alma a través de su viaje después de la muerte. Unos años más tarde, comenzaron a enterrar los cuerpos después de limpiar la carne y retirar los huesos, estos eran guardados para usarlos para otros propósitos. 

Los rituales funerarios sugieren la existencia de una religión cuya esencia se refiere a la vida, la muerte y la resurrección. Los dioses fueron el emblema de la transformación eterna del universo y del hombre. Al morir envolvían al difunto en un sudario, que de ordinario era su propia manta. Dentro de la boca se le ponía maíz molido y unas cuentas de jade “para que no careciera de recursos en la otra vida”.

Fuente: El funeral y entierro de los mayas
https://www.culturamaya.org/el-entierro-de-los-mayas
Los rituales funerarios sugieren la existencia de una religión cuya esencia se refiere a la vida, la muerte y la resurrección. Los dioses fueron el emblema de la transformación eterna del universo y del hombre. Al morir envolvían al difunto en un sudario, que de ordinario era su propia manta. Dentro de la boca se le ponía maíz molido y unas cuentas de jade “para que no careciera de recursos en la otra vida”.

Fuente: El funeral y entierro de los mayas
https://www.culturamaya.org/el-entierro-de-los-may

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