El Ostracismo en la Antigua Grecia

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El Ostracismo en la Antigua Grecia

El ostracismo es, en la Antigua Grecia, el destierro al que se condenaba a los ciudadanos que se consideraban sospechosos o peligrosos para la soberanía popular.

Etimología

La palabra griega ὀστρακισμός (ostrakismós) significa exactamente "destierro por mal gobierno/desempeño/conducta".

La palabra ὄστρακον (óstrakon) quiere decir cáscara de huevo, caparazón de tortuga, caparazón en general, incluso las que están hechas de barro. También se refiere a un trozo de terracota en forma de concha donde se escribía el nombre de aquellos ciudadanos de la antigüedad que serían desterrados después de una votación.

En la Antigua Grecia

La ley del ostracismo en Atenas, data del año 510 a. C., por Clístenes y se puso en práctica en el año 487 a. C. como lucha contra la tiranía. Primero fue condenado el político Hiparco, más tarde Megacles V, Jantipo (padre de Pericles) y en el 482 a. C., Arístides, por sus enfrentamientos sociales a favor de los campesinos y en contra de las flotas marítimas. El último condenado se sabe que fue un demagogo ateniense llamado Hipérbolo, en el año 417 a. C.

Para aplicar la ley se reunían cada año durante la sexta pritanía (entre enero y febrero) en asamblea y votaban sobre si se debía proceder a un ostracismo.

La votación se realizaba a mano alzada, no había un debate y los nombres de los candidatos no se revelaban. Si el resultado era positivo, volvían a tener una votación pública dos meses más tarde, en la siguiente pritanía: se reunían nuevamente, pero esta vez en asamblea solemne (catekkelesía) con un quorum de 6000 votantes, y cada ciudadano que deseaba votar, inscribía sobre un fragmento de cerámica o eventualmente en una concha de ostra (de ahí la palabra ostracon), el nombre del sujeto cuyo destierro le parecía necesario para el bien público. Siempre que había una mayoría absoluta de votos, la persona cuyo nombre aparecía debía abandonar la ciudad en el plazo máximo de diez días y permanecer exiliado durante diez años.

ostrakon, ὄστρακον
El exilio no era permanente y, además, la persona exiliada no perdía sus derechos como ciudadano e incluso podía ser perdonado por una nueva votación de la asamblea. Durante el periodo de destierro, la ekklesía conservaba los ostraca en los que figuraban los nombres de los ostraquizados.

Esta votación se hacía al pie de la colina en la que se ubicaba el Cerámico, el barrio de alfareros de Atenas. Al pie de dicha colina se arrojaban los productos de alfarería defectuosos, rompiéndose en trozos cóncavos que recordaban la forma cóncava e irregular de una concha de ostra (ostracon).

Era un mecanismo de autodefensa popular, un simple voto de confianza política: no constituía una pena judicial, ni un condena penal.

Por Aristóteles se sabe que también el gobierno democrático de Argos practicaba el ostracismo.​ En un escolio a Aristófanes se cita a Megara y a Mileto como ciudades donde asimismo se aplicaba el ostracismo.

En Atenas

El ostracismo fue sobre todo utilizado como arma política en las rivalidades entre las heterías políticas (facciones aristocráticas) en el primer cuarto del siglo V a. C. Plutarco refiere como Hipérbolo fue ostraquizado mediante un acuerdo entre Nicias y Alcibíades, que anteriormente habían estado enfrentados y que deberían haber sido los protagonistas de la «ostracoforia», ya que estaban propuestos por la asamblea, ese mismo año de 417 a. C.: «como el pueblo estaba a punto de votar el ostracismo de uno de los dos, tras ponerse de acuerdo las facciones de ambos, instaron el ostracismo de Hipérbolo».

Plutarco mismo, escribe en tono jocoso una anécdota sobre el ostracismo de Arístides:

Se cuenta que un analfabeto, tras entregar su óstrakon a Arístides, le pidió que escribiera el nombre de Arístides. Este asombrado le preguntó si Arístides le había causado algún daño. «En absoluto», respondió, «ni conozco a ese hombre, pero me molesta oírle llamar por todas partes el Justo». Después de escucharle, no replicó, escribió su propio nombre y le devolvió el óstrakon.
Su ostracismo tuvo lugar en la primavera de 482 a. C., aunque a propuesta de Temístocles se aprobó un decreto de amnistía.​ Aristóteles y Cornelio Nepote discrepan en el año. Cf. Arístides.

La desaparición del ostracismo se explica por la posibilidad de utilizar otros métodos menos duros (sin necesidad de cuórum), para eliminar a los adversarios políticos: el más importante de ellos fue la eisangelia, un procedimiento de acusación de un magistrado ante la asamblea.

En política

En el mundo de la política se sigue empleando el término de ostracismo cuando se aparta a algún miembro o se le hace el vacío por no ser del agrado o del interés de los demás. A esto último se le denomina con el título de "persona no grata".

Fuentes: Wikipedia, Historia sin Pretensiones
Foto: Wikipedia


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Crucifixión

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Crucifixión


La crucifixión es un método antiguo de ejecución que sigue siendo usado en la actualidad, donde el condenado es atado o clavado en una cruz de madera o entre árboles o en una pared, normalmente desnudo, y dejado allí hasta su muerte.

Esta forma de ejecución fue ampliamente utilizada en la Roma Antigua y en culturas vecinas del Mediterráneo; métodos similares habían sido inventados por el Imperio persa.

La crucifixión fue utilizada por los romanos hasta el año 337, después de que el cristianismo fue legalizado en el Imperio romano en 313 favorecido por el emperador Constantino, pero antes de que se convirtiera en la religión oficial del imperio.

Actualmente, en ciertos países con interpretaciones legales de la Sharia dentro de su código penal como Arabia Saudita, los Emiratos Árabes Unidos​, Sudán del Norte​ y grupos terroristas como Daesh la usan como mecanismo de tortura y ejecución.

Detalles de la crucifixión

La crucifixión era usualmente utilizada para exponer a la víctima a una muerte particularmente lenta, horrible (para disuadir a la gente de cometer crímenes parecidos) y pública, utilizando todos los medios necesarios para su realización. Los métodos de la crucifixión variaban considerablemente con el lugar y el tiempo donde se efectuaban.
Crucifixión de San Andrés
Las palabras griegas y latinas que corresponden a “crucifixión” se aplicaban a formas diversas de ejecución dolorosa, desde empalar en una estaca, clavar o atar en un árbol, o en un poste, hasta formas complejas con diversos travesaños y piezas.

En algunos casos, antes de la crucifixión, los romanos acostumbraban a dar latigazos (flagelar) al reo. Luego, y durante el trayecto hasta el lugar de ejecución, el condenado era obligado a cargar un yugo de madera ("Patibulum" o "furca") sobre sus propios hombros, que posteriormente solía ser usado como travesaño de la cruz.

El historiador romano Tácito documenta que la ciudad de Roma tenía un lugar específico para llevar a cabo las ejecuciones, un área especialmente destinada para la crucifixión, situado afuera de la puerta del Esquilino.

La persona muchas veces era atada al patíbulo por medio de cuerdas, pero el uso de clavos se documenta por varias fuentes, como en el caso de Flavio Josefo, donde sostiene que en la primera guerra judeo-romana (70) “los soldados enfurecidos, clavaban a las cruces a los que eran capturados a unos en una posición y a otros en otra”​ [también se mencionan "clavos" en el evangelio de Juan (Juan 20:25)]. Arqueológicamente estos artículos son más bien escasos, pues algunos objetos utilizados en la crucifixión de los criminales, tales como los clavos, eran codiciados como amuletos con propiedades medicinales.

Instrumento de ejecución

La forma del instrumento empleado en las crucifixiones podía ser muy variada. Flavio Josefo describe múltiples torturas y posiciones en que Tito crucificó a los rebeldes durante la primera revuelta judía (70). Josefo escribió que los romanos “fuera de si -de ira y odio- se divertían clavando a sus prisioneros en diferentes posturas (allon allói skhémati)”.

Al principio los persas fijaban al reo tan solo a una estaca vertical, llamada en la terminología inventada por Justo Lipsio crux simplex ad affixionem. Esta era la construcción disponible más sencilla de torturar y matar a los criminales. Los romanos añadieron posteriormente travesaños de madera atados en la parte superior del poste o estaca formando una T (crux commissa), y también la forma más familiar entre los cristianos (crux immissa). Otras formas comunes eran en forma de X o de Y.

Los escritos más antiguos que relatan crucifixiones describen la forma de la letra T (la letra griega tau) o compuesta de un poste (stipes o palus), con un travesaño (patibulum) sujetado por medio de una clavija en la parte superior:

Plauto (254-184 a.C.) habla del patíbullum usado como travesaño o como sinónimo de cruz:

“Preveo que estáis condenado a morir fuera de las puertas, en esa posición: Con las manos extendidas y clavadas al patíbulo”.
Miles Gloriosus, 359-360.

Dionisio de Halicarnaso (primer siglo a.C.) describe esta antigua práctica:

“Los hombres a quienes se les ordena llevar al esclavo a su castigo, habiendo extendido sus manos las atan a un pedazo de madera extendido por su pecho y hombros hasta sus muñecas, siguiéndolo, desgarrando su desnudo cuerpo por los latigazos”.
Antigüedades Romanas, 7.69.1-2.

Séneca (c. 4 a.C. al 65 d.C.) también refiere:

“Se esforzaban por soltarse de sus cruces, a las que cada uno estaba clavado de sus manos [...] ¡Algunos de ellos llegaron hasta a escupir sobre los espectadores desde sus propios patíbulos!
De Vita Beata, 19.3

Ubicación de los clavos

En la cultura popular existe la creencia (posiblemente derivada de leer literalmente la descripción del evangelio de Juan de que las heridas de Cristo estaban “en las manos”),​ de que el condenado era clavado en las manos, sin embargo documentos históricos refieren que los clavos estaban en las "χείρ", palabra griega que generalmente se traduce como mano, que se refiere desde brazo hasta mano, mientras que si se quiere describir específicamente la mano se escribe "ἄκρην οὔτασε χεῖρα".

Crux simplex ad affixionem
Una posibilidad que no requiere que además hubiese sido atado es que los clavos se insertaron justo debajo de las muñecas, entre los dos huesos del antebrazo (el radio y el cúbito). Los clavos también pudieron haber sido colocados a través de la muñeca, en el espacio entre los huesos del carpo, conocido como espacio de Destot. La palabra utilizada en los evangelios χείρ traducida como “mano” es utilizada también en Hechos 12:7 donde se narra que las cadenas de Pedro cayeron de “sus manos” siendo que éstas debieron de estar colocadas en sus muñecas. Esto muestra que el uso semántico de χείρ es mucho más amplio que el término castellano mano, y puede que los clavos estuviesen situados en la muñeca.

Un experimento realizado por un documental del canal de National Geographic titulado “Quest For Truth: The Crucifixion” (Búsqueda de la verdad: La crucifixión) mostró que una persona puede ser suspendida por la palma de su mano. Clavar los pies a un lado de la cruz libera esfuerzo en las muñecas depositando la mayor parte del peso en la parte baja del cuerpo. Otra posibilidad sugerida por Frederick Zugibe es la de que los clavos pudieron haber sido colocados entrando en la palma, en la base del dedo pulgar y salió por la muñeca, pasando por el túnel carpiano.

Una ménsula o supedaneum atado en la cruz, probablemente para quitar el peso del cuerpo de las muñecas es incluida constantemente en representaciones de la crucifixión de Jesús, pero esto no es mencionado en fuentes antiguas. Estas, sin embargo, documentan un pequeño asiento en la parte frontal de la cruz (sedile).

Causas de la muerte

El tiempo necesario para alcanzar la muerte va de horas hasta varios días, dependiendo exactamente del método empleado, el estado de salud de la persona crucificada y circunstancias ambientales.

Algunos investigadores creyeron que la muerte podía producirse como resultado de una “rotura del corazón”, debido a la historia bíblica del agua y la sangre que fluye de la herida de Cristo.

Otra teoría, del cirujano Pierre Barbet, establece que la causa típica de la muerte en la cruz era la asfixia.

Experimentos en voluntarios desde 1980, realizados por el doctor Frederick Zugibe de la Universidad de Columbia, han revelado que cuando alguien se encuentra suspendido con los brazos de 60° a 70° desde la vertical, aun teniendo menor dificultad para respirar que con los brazos en posición directamente sobre su cabeza, experimenta un dolor e incomodidad que crece rápidamente, pudiendo sobrevenir la muerte en cuestión de minutos u horas según si tuviera una base para apoyar los pies. Zugibe asegura que el crurifragium,​ era utilizado solo como “golpe de gracia”, causando un shock traumático severo o causando embolia grasa, pero de ninguna manera induciendo la muerte por asfixia.

Hoy se cree que la muerte en una cruz podía suceder por múltiples razones, como shock hipovolémico, debido a la hemorragia causada por los azotes y los clavos; o sepsis generalizada por las heridas infectadas.​ También podía suceder por la combinación de una serie de otras causas como deshidratación, insolación, cansancio crónico, que eventualmente podían llevar a un paro cardíaco, etc.

Era posible, sin embargo, sobrevivir a la crucifixión y existen registros de algunos supervivientes. El historiador Josefo describe que encontró a tres de sus conocidos crucificados. Él rogó al emperador Tito por ellos y se les concedió el indulto. Fueron descolgados vivos y tratados con el mayor cuidado para su recuperación. Dos de ellos murieron mientras que el tercero logró sobrevivir.​ Josefo no da detalles de los cuidados o tratamientos a que fueron sometidos.

Evidencia arqueológica de crucifixiones antiguas

Además de las referencias de la crucifixión que nos brinda el historiador Flavio Josefo, así como otras fuentes, solo existe un descubrimiento arqueológico de un cuerpo crucificado que data del Imperio romano alrededor de la época de Jesús, descubierto en la localidad de "Giv'at ha-Mivtar" (Ras el-Masaref), al norte de Jerusalén, en 1968.

Única evidencia antropológica e
ncontrada en 1968, sobre una crucifixión
Los restos fueron encontrados accidentalmente en un osario con el nombre del crucificado en él, Jehohanan, “Yehohanan, hijo de Hagkol”. El arqueólogo V. Tzaferis revisó los restos, encontrando que en el hueso del calcáneo (talón) del pie derecho del difunto aún se encontraba un clavo oxidado. Se trataba de un joven que había sido crucificado entre el año 7 y 66 d. C. El profesor Nicu Haas, antropólogo de la Universidad Hebrea y Escuela de Medicina Hadasha de Jerusalén, examinó este osario y llegó a la conclusión de que ambos talones del sujeto habían sido atravesados por un solo clavo (el cual aún se encontraba doblado por la punta), lo que indicaba que el hombre había sido crucificado.​ La punta del clavo tenía fragmentos de madera de olivo indicando que había sido ejecutado en una cruz hecha de madera de olivo o sobre un árbol de esta misma especie. Tenía fracturadas las rodillas y las tibias, hecho infligido probablemente para acelerar su muerte.

El profesor Haas también encontró un rasguño en la cara interior del radio del brazo derecho, cerca de la muñeca. Dedujo por la forma del rayón en el hueso, así como que los huesos de la muñeca se encontraban intactos, que el clavo fue introducido en el antebrazo de esa forma.

Un reexamen posterior del hallazgo, hecho en 1985 por el profesor Joe Zias y el doctor Eliezer Seketes, de la Universidad Hebrea y Escuela de Medicina Hadasha, demostró que el clavo que Haas había supuesto de 17 a 18 cm de largo, en verdad era de solo 11,5 cm, con lo que cada pie fue clavado de manera independiente a cada lado de la cruz. Tampoco encontraron vestigios de clavos usados en los antebrazos. Adicionalmente, una pieza de madera de acacia fue encontrada entre los huesos y la cabeza del clavo, presumiblemente utilizada para mantener los pies clavados y que éstos no se deslizaran a través del clavo.

Historia de la Crucifixión

Probablemente se originó en Asiria; fue utilizado este método sistemáticamente por los persas del Imperio aqueménida durante el siglo VI a.C., ya que consideraban sagrado el fuego y la tierra por lo que suspender al reo ejecutado desde postes era la forma más apropiada de disponer de sus restos. Hay un caso descrito por Heródoto, el historiador griego, en el que Darío I mandó crucificar a 3000 babilonios.

Alejandro Magno copió este sistema y lo introdujo en los países del este del Mediterráneo en el siglo IV a.C.; un registro dice que lo utilizó después de su asedio agotador y oneroso de Tiro, en Fenicia, crucificando a 2000 supervivientes.​ Algunos historiadores aseguran que Alejandro también crucificó a Calístenes, su historiador y biógrafo oficial, por objetar su adopción de la ceremonia persa de adoración real.

Los fenicios cartagineses lo introdujeron en Roma en el siglo III a.C. durante las guerras púnicas.

Hay evidencias de que los piratas capturados eran crucificados en el puerto de Atenas alrededor del siglo VIII a.C.

Algunos teólogos cristianos, basándose en Pablo de Tarso, han interpretado una alusión a la crucifixión en el Deuteronomio 21:22-23, aquí se refiere a “ser colgado de un árbol”, pero puede también ser asociado con un linchamiento o ahorcamiento tradicional. Sin embargo, la tradición judía del Talmud permitía cuatro métodos de ejecución: apedreamiento, hoguera, estrangulamiento y decapitación; pero la crucifixión estaba prohibida en la ley judía.

Se cree que el empalamiento asirio
fue un prototipo de las crucifixiones posteriores
Flavio Josefo describe cómo el rey Alejandro Janneo mandó crucificar a ochocientas personas como represalia por haberse rebelado contra él. Este episodio también aparece en los Manuscritos del Mar Muerto.

En la ciudad hispana de Cartago Nova, la crucifixión fue establecida como método de ejecución, que era aplicada a los generales que sufrían una gran derrota.

Imperio Romano

En los tiempos prerrepublicanos, los romanos en ocasiones castigaban a los esclavos desobedientes atándolos a los árboles baldíos y se les azotaba hasta su muerte.​ De acuerdo con esto existe la tesis de que la crucifixión se pudo haber desarrollado a partir de la antigua costumbre del arbori suspendere, que era colgar a un reo de un arbor infelix (árbol infortunado) dedicado a los dioses del mundo de las tinieblas, pero el profesor William A. Oldfather escribió un detallado estudio refutando la idea que este castigo no involucraba ninguna forma de ahorcamiento o de cualquier otro tipo de método para causar la muerte, además de que asegura que el arbor infelix era dedicado a dioses particulares. Tertuliano menciona en el siglo primero d.C. algunos casos donde los árboles eran usados en la crucifixión. Séneca el Joven utilizó antes la frase infelix lignum (madera infortunada) para referirse a la cruz.

De acuerdo con otras autores los romanos aprendieron la crucifixión de los cartagineses.

Bajo la práctica penal de la antigua Roma la crucifixión también exhibía el bajo estatus social del criminal. Era utilizada para esclavos (de ahí que Séneca lo llamara supplicium servile) y más tarde fue extendida a libertos de las provincias (“humildes”), rebeldes, piratas y para enemigos y criminales odiados. Se crucificó tanto a las mujeres como a los hombres. Los ciudadanos romanos condenados no eran crucificados. Estaban exentos de morir colgados ya que morían más honorablemente por decapitación. La excepción era cuando se cometían crímenes mayores en contra del estado, tal como alta traición (Josefo menciona que judíos de alto rango eran crucificados para mostrar que su elevado estatus había sido suprimido). La víctima crucificada tenía que desnudarse por completo antes de ser clavada a la cruz, sin importar si era hombre o mujer. Por eso la crucifixión era considerada como la forma más vergonzosa y humillante de morir.

Era común que los grupos de ejecución estuvieran compuestos por cuatro soldados y un centurión, y que estos pudieran reclamar los bienes y la ropa de la víctima como parte de su salario (expoliatio). Sobre el reo solía fijarse un "titulus" (gr.: Titlos) o inscripción de la acusación.

Crucifixiones masivas notorias se llevaron a a cabo durante la tercera guerra servil en el 73-71 a.C. (la rebelión bajo el liderazgo de Espartaco), otras guerras civiles romanas en el siglo segundo y primero a.C. y en la destrucción de Jerusalén en el 70 d.C. Josefo narra sobre romanos crucificando a la gente en las paredes de Jerusalén, cuenta también que los romanos crucificaban a los criminales en distintas posiciones. En la crucifixión los condenados sufrían una muerte lenta por sofocación. El cuerpo era mantenido allí para que fuera devorado por los buitres y otras aves.

La meta de la crucifixión romana no era solamente matar al criminal, sino también mutilar y deshonrar el cuerpo del condenado. El control sobre el propio cuerpo era vital en culturas antiguas. La pena capital quitaba ese “auto control” lo que denotaba la pérdida del honor. También en las culturas antiguas una muerte honorable requería del entierro, dejar el cuerpo en la cruz así como mutilar y evitar su sepelio eran una gran deshonra. Además, normalmente los condenados eran expuestos desnudos. Los romanos habitualmente rompían las piernas de los condenados para acelerar su muerte y evitar su entierro.

El emperador Constantino abolió la crucifixión en el Imperio romano al final de su reinado.

Crucifixión en Japón

La crucifixión se utilizó en Japón antes y durante el Shogunado Tokugawa. Era llamado haritsuke en japonés. El condenado (usualmente un criminal sentenciado) era atado a una cruz en forma de “T”. Al final de la ejecución, terminaban con su vida clavándole lanzas. El cuerpo era dejado allí durante un tiempo antes del entierro.

A principios de la era Meiji, el sirviente
Sokichi fue ejecutado por crucifixión
por asesinar al hijo de su empleador
El 5 de febrero de 1597, 26 cristianos, japoneses y extranjeros, tanto clérigos como laicos, fueron clavados en cruces en la colina Nishizaka de Nagasaki, Japón. Entre los ejecutados se encontraban Pablo Miki y Pedro Bautista, un franciscano español que había trabajado cerca de 10 años en Filipinas. Estas ejecuciones marcaron el comienzo de una larga historia de persecución a los cristianos en Japón, que siguió hasta que los Estados Unidos y otros aliados vencieron a Japón en 1945, finalizando la Segunda Guerra Mundial. La aclamada novela histórica Silencio, del autor japonés Shūsaku Endō, da un recuento de la persecución del siglo XVII basado en las historias transmitidas oralmente en las comunidades Kakure Kirishitan.

Crucifixión como castigo en tiempos modernos

Arabia Saudita

Varias personas fueron ejecutadas por crucifixión en Arabia Saudita en la década de 2000, aunque en ocasiones fueron decapitados y luego crucificados. En marzo de 2013, se dispuso que un ladrón condenado a ser ejecutado fuera crucificado durante tres días.​ Sin embargo, el método fue cambiado.

Ali Mohammed Baqir al-Nimr fue detenido en 2012 cuando tenía 17 años por participar en una protesta en 2011-12 contra el gobierno, en Arabia Saudita durante la Primavera Árabe.

En mayo de 2014, Ali al-Nimr fue condenado a ser decapitado públicamente y crucificado.

En agosto de 2018, Elias Abulkalaam Jamaleddeen, originario de Birmania, fue crucificado en la ciudad de La Meca, tras entrar en la casa de una mujer a la que disparó y acuchilló repetidamente, para posteriormente robar. Sentencia ratificada por la Corte Suprema de Arabia Saudí y respaldada por el rey.

Sudán

En la quincuagésima sesión de la Comisión de los Derechos Humanos de la ONU (1994), obispos locales informaron de varios casos de crucifixión a sacerdotes cristianos. El código penal de Sudán, basado en la interpretación del gobierno de la Shari'a, contempla la ejecución por crucifixión. La sentencia ha sido aprobada en fechas recientes, donde en 2002 se tuvo constancia de 88 personas condenadas.

Yemen

En Yemen se establece la crucifixión no letal de los criminales, aunque este castigo aparentemente también está reservado para aquellos condenados a muerte.

Otras

Durante la Primera Guerra Mundial, existieron fuertes rumores de que soldados alemanes crucificaron a un soldado canadiense en un árbol o en la puerta de un granero con bayonetas o cuchillos de combate. Este suceso fue revelado primeramente en 1915 por el soldado George Barrie de la primera división canadiense. Siempre se ha especulado que pudiese ser propaganda por parte de los Aliados; sin embargo, en 2002, un programa llamado “Secret History” (Historia secreta) identificó al soldado como Harry Band, lo que le ha dado credibilidad a la historia.

Durante la Segunda Guerra Mundial, en el campo de concentración de Dachau, homosexuales y Bibelforschers (Testigos de Jehová) fueron colgados de postes por las manos atadas a la espalda, agonizando durante horas con los pies colgando en el vacío, lo que es un tipo de crucifixión.

Crucifixión como práctica devocional

Desde mediados del siglo XIX, un grupo de católicos flagelantes en Nuevo México llamados “Hermanos de la Luz” realizan representaciones de la crucifixión de Jesús durante la Semana Santa, donde el penitente es atado (no clavado) a una cruz. Algunos otros ejemplos son las realizadas en Iztapalapa en la Ciudad de México, la cual data de 1833. Crucifixiones devocionales también son comunes en Filipinas durante esa festividad, donde incluso se utilizan clavos reales para clavar las manos. En muchos casos el intérprete de Jesús es sometido primero a la flagelación y usa una corona de espinas sobre su cabeza.

Crucifixiones famosas

Los soldados rebeldes de la tercera guerra servil: entre 73 y 71 a.C., un grupo de esclavos (eventualmente contados como cerca de 120.000) bajo el mando (al menos parcial) de Espartaco contra la República Romana. La revuelta fue aplastada y se cree que el propio Espartaco murió en la batalla final. Se estima que cerca de 6000 de sus seguidores fueron crucificados a lo largo de 200 kilómetros en el camino entre Capua y Roma, como advertencia para otras revueltas.

Cristo crucificado, por Diego Velázquez
Jesús de Nazaret, el caso más conocido de crucifixión, según los textos cristianos fue condenado a morir en una crux commissa modificada para colocar un letrero sobre su cabeza por Poncio Pilatos, el gobernador romano de la provincia de Judea. Según el Nuevo Testamento, esto fue por presiones por parte de los líderes judíos, que estaban escandalizados pues aseguraba ser el Mesías. El cargo fue declararse “Rey de los judíos”, es decir, traición a Roma y sedición.

San Pedro. Según los Hechos Apócrifos de Pedro, fue crucificado boca abajo en Roma, tras la persecución de Nerón, cerca del año . En el Evangelio de Juan se insinúa su muerte por crucifixión:

"«En verdad, en verdad te digo: cuando eras joven, tú mismo te ceñías, e ibas adonde querías; pero cuando llegues a viejo, extenderás tus manos y otro te ceñirá y te llevará adonde tú no quieras.» Con esto indicaba la clase de muerte con que iba a glorificar a Dios." (Jn. 21:18-19)

Los 26 mártires de Japón: Un grupo de clérigos y laicos, tanto japoneses como extranjeros, fueron crucificados en la colina Nishizaka de Nagasaki, Japón, el 5 de febrero de 1597.

Arzobispo Joachim: Se reportó crucificado de cabeza, en las puertas reales de la catedral de Sebastopol, Ucrania en 1920.

San Dimas y Gestas: Según una tradición tardía estos son los nombres de los ladrones que fueron crucificados junto a Jesús. Gestas insultó a Cristo y le pidió que le bajara de la cruz; por el contrario, San Dimas reconoció la justicia de su suplicio y pidió a Cristo que le recordara en el Paraíso.

J.M.S.

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Inquisición en América

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Inquisición en América

La Inquisición española desarrolló su actividad en los territorios españoles de América a través de tres tribunales: los de Lima y México fundados en 1569, y el de Cartagena de Indias, fundado en 1610. En el resto de las colonias españolas americanas también actuaba, por medio de un comisario y el subsiguiente sistema de notarios y familiares (delatores oficiales), sujeto a la jurisdicción de uno de los tres tribunales principales. En Brasil, en tanto, la Inquisición Portuguesa, al quedar bajo la jurisdicción del tribunal de Lisboa, actuó a través del sistema de "visitas inquisitoriales" (tribunal itinerante).

Las inquisiciones española y portuguesa fueron primero clausuradas por un decreto de Napoleón en 1808, durante las Invasión napoleónica, aunque esta determinación no tuvo efecto sobre las autoridades coloniales. Pero la Inquisición Española también fue abolida por la primera Constitución española, medida que sí fue aplicada en algunos territorios, desapareciendo también por la independencia de las naciones hispanoamericanas, a comienzos del siglo XIX. La Inquisición Portuguesa fue finalmente clausurada por las "Cortes Generales Extraordinarias y Constituyentes de la Nación Portuguesa", en la misma época.

Antecedentes en Europa

La Inquisición surge en Europa en 1231, durante la persecución católica a la secta de los albigenses o cátaros.

Los Reyes Católicos fueron los que instituyeron en 1478 la Inquisición española, cuyo primer inquisidor general fue el célebre fray Tomás de Torquemada.

El principal propósito del tribunal era vigilar la sinceridad de las conversiones de judíos y musulmanes, que debían bautizarse católicos para seguir viviendo en España. Con tal motivo, la Pragmática de 1492 y las Instrucciones de 1486, que normaron las funciones del Santo Oficio, extendieron la vigilancia del Tribunal al ámbito de la vida privada de frailes y fieles, con el fin de detectar ritos secretos o costumbres contrarias a la fe y la vida cristianas. Esto incluía condenar, por ejemplo, la adivinación, la idolatría, la brujería, la seducción y la vida conyugal secreta en el caso de los sacerdotes, la bigamia, la homosexualidad, la apostasía, la observancia del ayuno en sábado, el lavarse las manos hasta los codos (considerada costumbre musulmana) y cualquier opinión individual "malsonante" o de connotaciones heréticas.

Los reyes Carlos I (1516-1555) y Felipe II (1555-1598), quienes hicieron frente a la acción cismática de Martín Lutero y otros líderes protestantes, incluso mediante las armas, fortalecieron la autoridad del Santo Oficio con la ayuda de Jonathan Martín máximo mandatario de la Iglesia en España y gran inquisidor que acabó con la imprenta. El protestantismo abjuró de la norma papal que prohibía traducir la Biblia del latín y produjo miles de ejemplares, sobre todo de los evangelios, en lenguas vernáculas. La monarquía y la Iglesia temieron entonces que la libre lectura minara la autoridad de los sacerdotes. Por tal razón se otorgó poder al Tribunal para ejercer, además de la persecución de los delitos contra la fe y los mandamientos, la censura editorial y la represión de la lectura y difusión de los libros incluidos en el Index de la Iglesia.

Llegada a América

Desde épocas tempranas del Descubrimiento y la Conquista la monarquía y las autoridades eclesiásticas españolas mostraron su empeño en extender las persecuciones religiosas que estaban en curso en la Península Ibérica a los nuevos territorios conquistados. El fin primordial era evitar que los judíos y judíos conversos de prácticas "judaizantes", así como cualquier tipo de "herejes", pasaran a América. También las autoridades recibían informes sobre la relajación de las costumbres y la disciplina cristiana en las colonias.

El Cardenal Cisneros, quien ordenó
 en 1511 que los obispos americanos
 cumplieran la función de inquisidores
Por esta razón, el 22 de julio de 1511 el inquisidor general de España, el cardenal Francisco Jiménez de Cisneros (figura política principal en la corte hispana), dio una orden para que los obispos americanos actuaran como inquisidores en sus territorios episcopales, ordenándoles que se afanaran en la persecución de los herejes.​ De manera que los obispos, sumaban el encargo a sus funciones habituales como representantes de la justicia eclesiástica "ordinaria", quedando en la categoría intermedia de "inquisidores ordinarios".

Los monarcas españoles continuaron durante todo el siglo XVI distribuyendo cédulas que les ordenaban a los obispos no cejar en su labor como inquisidores. Es el caso de la real cédula del 13 de julio de 1559, dirigida al arzobispo de Lima y a todos los obispos del Perú, para que si se hubiesen pasado a esos territorios "algunos hombres luteranos o de casta de moros o judíos, los castigasen".

En 1519, el cardenal Adriano de Utrecht, nueva cabeza de la Inquisición en España, designaba a los dos primeros comisionados especiales del Santo Oficio en el continente. Eran Alonso Manso, obispo de San Juan de Puerto Rico, y el fraile domínico residente en La Española, Pedro de Córdoba, más conocido por su defensa de los indígenas en causa común con Bartolomé de Las Casas.​ Ambos recibían el grado de "inquisidor apostólico general de Indias".

Pronto otros religiosos irían siendo designado como comisionados de la Inquisión, o "inquisidores apostólicos", con potestad de abrir investigaciones en lugares que apenas estaban siendo conquistados.

Tribunales del Santo Oficio

A mediados del siglo XVI diversas autoridades eclesiásticas de América solicitaban a la corona la creación de tribunales de inquisición estables. Por ejemplo, en 1569 el fraile dominico que ejercía como obispo de Quito, Pedro de la Peña, argumentaba en carta a la corte que "tomaron licencia muchos para vivir con más libertad de la que el Santo Evangelio permite, ha habido y hay dada día cosas graves de blasfemias, doctrinas e interpretaciones de Sagrada Escritura y lugares della, libertades grandes en hablar cosas que no entienden, y a cada uno le parece que es doctor. Y como en lo temporal han tenido licencia para se atrever al Rey, en lo espiritual la toman para se atrever a Dios. Casados dos veces hay muchos, una en España y otra por acá; toman alas del favor que les dan algunos de los ministros de S. M., diciendo que por acá no se ha de usar del rigor en estas cosas que en esos reinos". El vicario de Tucumán agregaba en 1567: "estamos con temor (de que) no vengan estas provincias a ser peores que las de Alemaña (Alemania)".

Finalmente una cédula real del rey Felipe II dispuso en 1569 la creación de sendos tribunales de la Santa Inquisición, también llamados Tribunal del Santo Oficio, en Lima y la ciudad de México.​ Estos tribunales tenían jurisdicción sobre los respectivos virreinatos y sus capitanías generales vecinas. La argumentación planteada por el decreto señalaba el temor a que la presencia de herejes y libros prohibidos en América —que de por sí podía constituir una "grande ofensa"— para evitar que pasen ideas diferentes de la línea oficial católica a esos territorios, que pudieran "pervertir" a los indígenas.

Celebración de un Auto de Fe en la Plaza Mayor de Lima
En Cartagena de Indias se estableció en 1610 otro tribunal, para aliviar la recargada responsabilidad de los dos anteriores. El cartagenero tuvo autoridad sobre los arzobispados de América Central y del norte de América del Sur, entre ellos Bogotá, Santo Domingo, Panamá, Santiago de Cuba, Santa Marta y Venezuela.

La Inquisición de Lima

Por recomendación del Virrey del Perú Francisco Álvarez de Toledo (1569-1581), fueron nombrados por el inquisidor general, cardenal de Sigüenza, como primeros inquisidores de Lima, Andrés de Bustamante y Serván de Cerezuela. El primero falleció en pleno viaje, cerca de Panamá, en junio de 1569. Con la sola presencia de Serván de Cerezuela, el 29 de enero de 1570, fue establecido en Lima el Tribunal de la Inquisición, mediante acto solemne, realizado en la catedral, con asistencia de las principales autoridades civiles y eclesiásticas.

Siguiendo el modelo español, además de inquisidores, fiscales y secretarios, cada distrito del Santo Oficio contaba con un sistema de alguaciles e informantes. Tras la acusación, los encausados podían presentar su defensa, pero, de acuerdo con el sistema penal de la época, la Inquisición tenía atribuciones para adoptar medidas cautelares, detención, que solía incluir tormento, antes de emitir su fallo. Las penas, según la gravedad, iban desde penitencias religiosas, multas, azotes, prisión, destierro y muerte.

En el local del Santo Oficio de Lima, ubicado en la actual plaza Bolívar, pueden verse las celdas de los detenidos que esperaban proceso y los artefactos empleados para obtener sus confesiones. El inquisidor Torquemada estableció en forma categórica que los reos no deberían sangrar ni sufrir lesiones. Se ideó entonces un sistema de tortura que buscaba dar dolor sin dejar mayores heridas. Tal fue el caso del "potro", tablero en el que se ataba al reo para que sufriese estiramiento de brazos y piernas; el castigo del agua, que lo obligaba a tragar agua en demasía y le impedía respirar; y la "garrucha", cordel atado a una polea que alzaba al prisionero desde los brazos, atados a su espalda, llevando un fuerte peso en los pies.

Estadísticas y resultados

Existen evidencias que muestran que la autoridad del Santo Oficio en América tuvo un accionar menos cruento que en España, aplicando la pena de muerte en menos ocasiones, en los hechos, sólo se aplicó a casos extremos de faltas contra la Iglesia y el Estado. Fue más una policía política que una policía de la vida cotidiana. Las autoridades civiles y eclesiásticas ordinarias limitaron en la práctica muchas de las atribuciones del Santo Oficio, el cual, a su vez, encontró en las acusaciones que no concluían en sentencia una fuente de enriquecimiento. Tal fue el caso, entre otros, del inquisidor Pedro Ordónez Flórez (1594-1611), quien dejó el Perú con una fortuna patrimonial de 184.225 pesos. Es posible que el Tribunal haya sido odiado por el pueblo más por su presencia prepotente que por su efectivo rigor en la represión de las costumbres.

Durante las primeras décadas del tribunal limeño (1569-1600), fueron condenados a muerte y ejecutados 13 reos; luego (1601-1640) fueron ajusticiados 17, y a partir de entonces sólo hubo un caso en 1664 y otro en 1736. De estas 32 víctimas, 23 fueron procesadas por judaizantes, 6 por protestantes, 2 por explícita herejía y un caso de "alumbrado" o falsa santidad. Luego hay 3 judaizantes "quemados en huesos y estatuas", esto es, ya fallecidos (entre 1625 y 1639), y 14 "quemados en estatuas" por ausencia (1605 y 1736).

Registro contable ("razón") de 
los gastos de la Inquisición de Lima
 en la alimentación de 22 de sus prisioneros
Los ajusticiados por ser luteranos, salvo el caso de Mateo Salado (ultimado en la hoguera el 15 de noviembre de 1573), fueron en su mayoría piratas capturados en actos de guerra, como John Butler y John Drake (sobrino del célebre corsario Francis Drake). Francisco de la Cruz (ajusticiado el 13 de abril de 1578), el único caso de sentencia por "alumbrado", destaca por haber sido teólogo con estudios en Valladolid y rector de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos de Lima; sus postulados heréticos incluían el cuestionamiento del sistema monárquico.

El bulto o mayor porcentaje de los procesos inquisitoriales tenía que ver con comentarios personales denunciados por la red de delatores del sistema. En este último sentido, lo más común es encontrar en los archivos de todas las ramificaciones de la Inquisición en América investigaciones sobre todo tipo de afirmaciones dichas en conversaciones casuales. Como por ejemplo la causa seguida contra un vecino de Santiago de Chile, Joan de Barros, procesado por comentar a un amigo que Dios no le "podía hacer más mal ni darle mayores penas en esta vida" que la reciente muerte de su esposa. Una afirmación supuestamente herética, debido a la creencia católica de que Dios todo lo puede. O es el caso de Pedro Ramírez, un vecino de Chiloé, era procesado por haber opinado que la "fé sin la caridad era cosa muerta y que ambas virtudes eran lo mismo". Numerosos otros procesados fueron interrogados por utilizar refranes populares españoles de la época, de pretendidos alcances blasfemos, como: "en este mundo no me veas mal pasar, que en otro no me has de ver penar". Incluso se abrían un número rutinario de investigaciones en contra esclavos negros que maldecían o blasfemaban mientras eran azotados.

La mayoría de este tipo de causas (salvo la notoria excepción de las seguidas contra los esclavos), reportaban abundantes beneficios económicos al tribunal y la red de informantes designados por él, por cuanto el acusado en el mejor de los escenarios debería pagar las costas del juicio a sus acusadores. Pero lo normal es que el procesado fuera sometido a multas mayores o al secuestro de todos sus bienes.

Respecto de la población indígena, la Inquisición fue excluida en las primeras décadas del siglo XVI de abrir juicios contra ella por idolatría o brujería, por el criterio imperial español de considerarse a los indígenas -más que herejes- neófitos en el cristianismo, quedando esos asuntos bajo la directa jurisdicción de los cabildos y en la práctica, sometidos al arbitrio inmediato de los encomenderos.

Por otro lado, es curioso que existe cierto número de procesos que contienen acusaciones contra españoles relacionadas con malos tratos a sus encomendados, siempre que contuvieran un trasfondo religioso doctrinal. Es el caso, por ejemplo, de un juicio seguido en 1569 en la Villa de La Plata (actual Sucre, Bolivia, entonces dentro de la jurisdicción del tribunal de Lima), en contra del gobernador de Tucumán, Francisco de Aguirre, a quien entre sus muchas acusaciones se sumaba la de haber afirmado tener la potestad de dispensar a los indígenas del descanso del domingo y los feriados religiosos, para poder de esta manera mantenerlos trabajando.

En las últimas décadas del siglo XVIII, durante el mandato del virrey José Fernando de Abascal y Sousa (1806-1816), el Santo Oficio tuvo entre ojos a los lectores de literatura anticlerical y antimonárquica. Fueron detenidos y amonestados, entre otros Manuel Lorenzo de Vidaurre, Joaquín de Larriva y José Baquíjano y Carrillo, culpables de leer a Rousseau y Montesquieu. En la decadencia del Santo Oficio, en 1818, el Segundo Piloto del Virreinato del Perú y Director de la Academia Real de Náutica de Lima, Eduardo Carrasco (1779-1865), salió bien librado de una acusación ante el Tribunal por poseer en su biblioteca libros de los enciclopedistas franceses.

Ejecución de Mariana de Carvajal
(judía conversa), ciudad de México, 1601
La Inquisición fue abolida por decreto de las Cortes de Cádiz, el 22 de febrero de 1813. El virrey Abascal hizo lo propio con la Inquisición de Lima, el 30 de julio de ese año. Al permitirse al público de Lima visitar dicha sede el 3 de septiembre de 1813, ocurrió un tumulto vandálico que destruyó enseres y parte de los archivos.

En 1814, cuando el rey Fernando VII de la Casa de Borbón (1813-1833) fue restablecido en el trono, se dispuso que volviese a funcionar el Santo Oficio, dedicado sobre todo a perseguir la difusión de literatura liberal, pero su existencia fue más nominal que efectiva, hasta su definitiva abolición en 1820.

La Inquisición de México (Nueva España)

La institución de la Inquisición fue destinada a la protección de la fe católica durante los siglos XV, XVI y XVII y veló por la defensa de las creencias religiosas y sociales de la época, procurando normas de conducta que regirían la vida en la Nueva España.

La conquista espiritual

Los españoles llevaron a América la tradición ya que esta era la religión de su patria con el conjunto de ideas, sentimientos y costumbres que la integraban. Los agustinos se esforzaban por iniciar a los indígenas al catolicismo por medio de la oración mental que ellos mismos enseñaban y principalmente a los niños. Los indios debían disfrutar de un régimen eclesiástico separado, dirigido por frailes ajenos al afán de riqueza y de honores y no por obispos o clérigos de espíritu mundano.

Conquista, fundación y organización fueron obras de las ordenas mendicantes, independientemente del episcopado, cuya autoridad se limitaba en los privilegios pontificios dados al clero regular. Los franciscanos eran personas menos teólogas y teorizantes, que habían sacado ideas solo por luz divina de su experiencia y por un sentimiento de caridad fraterna. Poco después de la llegada de los primeros franciscanos en 1524, fue establecida la jerarquía en la Nueva España. En 1526 se instituyó la diócesis de Tlaxcala y al fin de 1527 el franciscano fray Juan de Zumárraga era presentado como obispo y arzobispo de la sede de Nueva España y fue fechada metropolitana en 1548 antes de morir Zumárraga (Moreno. Et, al., 1966)

La obsesión de la idolatría y la herejía llegó a ser tan dominante en algunos misioneros que se les hizo sospechoso todo cuanto tuviera que ver con la civilización del paganismo, así mismo, los estudios de las creencias, usos y costumbres e instituciones sociales de los nativos; fue la vida intelectual y las lenguas que le servían de vehículo. Fue así como empezó una tendencia adversa de tres órdenes, sostenidas por las autoridades eclesiásticas y civiles, ejemplo de esto fue el arzobispo Montufar era presa de esa obsesión. Felipe II prohibió que se escribiera acerca de las costumbres de los indios, prohibió la traducción de textos sagrados al lenguaje de los indígenas y todas obras escritas por franciscanos; fray Alonso Montufar, encargado de las funciones de inquisidor antes del Santo Oficio formalmente prohibió la venta de estas obras y mando a recoger todos los volúmenes (Ricard. et. al., 1986).

Desafortunadamente las autoridades religiosas destruyeron desde la conquista, un sin número de códices porque para ellos eran obras diabólicas, así pues, en 1531 la reina escribía a la casa de Contratación de Sevilla lo siguiente:

“Estoy informada de que llegan a las nuevas tierras numerosos libros en castellano de historias varias y profanas. Es un ejercicio nefasto para los indios, no es bueno que se dediquen a ello. Como consecuencia os ordeno que prohibáis a cualquiera que introduzca en las Indias y los demás habitantes de estos lugares se ejerzan en su estudio” (Testas. et. al., 1970).

La Inquisición monástica

Al término de la conquista, en 1521, se inicia con los procesos inquisitoriales en la América hispánica, con la condena del nativo Marcos de Alcoahuacán,​ que fue acusado de concubinato, éste fue Juzgado por los clérigos que acompañaban a Hernán Cortés, conforme a la bula papal Alias Felicis de 1521 en la cual los frailes sustituían a los obispos en sus funciones episcopales, si alguna diócesis quedaba a más de dos días de distancia. Hasta que en 1524 llega Martín de Valencia con un grupo de frailes franciscanos, con amplios poderes inquisitoriales debido a la nueva bula papal Exponi nobis de 1522.

Un auto de fe en el pueblo de San Bartolomé Otzolotepec,
  Museo Nacional de Arte, México.
Martín de Valencia en 1524, durante su escala en la isla La Española, rumbo a la Nueva España, fue designado por el aún vivo fraile Córdova como inquisidor apostólico para México. Pero el propio Valencia que, de acuerdo a la crónica de Antonio de Remesal, había actuado con extremada prudencia en sus funciones, terminó por inhibirse de seguir ejerciendo el cargo cuando llegaron los primeros frailes dominicos a tierras mexicanas. Esto, en vista de que por costumbre se entendía que el oficio de inquisidor era propio de la orden dominica, desde que el mismo fundador de la orden, Domingo de Guzmán, participara activamente en los primeros procesos y persecuciones inquisitoriales del siglo XIII en contra de los cátaros.

En el año de 1526 la Audiencia de Santo Domingo confiere el cargo de primer comisario al fraile dominico Tomás Ortiz.

En octubre de 1528 se realizó el primer auto de fe en México, en el que fueron quemados Hernando Alonso y Gonzalo de Morales, acusados de herejía, convirtiéndose en las primeras víctimas de la institución en tierras americanas. Otros muchos reos fueron sometidos a humillaciones y penas menores en la ocasión, pero la ceremonia no está bien documentada.

En 1535 el inquisidor general de España, Alonso Manrique, nombró como inquisidor apostólico de México al obispo local, fray Juan de Zumárraga, otorgándole poderes y fondos para establecer una sede del tribunal en su obispado. Zumárraga no actuó en este sentido, limitándose a celebrar un auto de fe y condenar a un cacique principal de Texcoco (Carlos Chichimecatecotl) a la hoguera, acción que le valió una posterior reprensión de Manrique, debido a que los indígenas debían ser tratados más como neófitos que como herejes, lo que influyó en la posterior separación de la institución respecto a la jurisdicción de temas sobre los nativos americanos.

Zumárraga y otros inquisidores de esta época también realizaron diversos autos de fe en los que se procedió a la quema masiva de los códices prehispánicos de Mesoamérica, a lo que se atribuye la casi completa desaparición de este tipo de textos, que los inquisidores llamaban "libros de hechicerías". Especialmente célebre es el auto de fe de Maní, dirigido por el franciscano Diego de Landa, inquisidor apostólico de Yucatán, proceso en el que fue llevada a la hoguera una gran cantidad de textos y figuras de culto de la cultura maya.

El Tribunal del Santo Oficio

Para la protección de la fe, fue establecido el 2 de noviembre de 1571, en la ciudad de México, el Tribunal del Santo Oficio, que tenía jurisdicción sobre todo el virreinato de la Nueva España, confiriéndole el cargo de primer inquisidor a Pedro Moya de Contreras, nombrado directamente por el obispo de Sigüenza e inquisidor general de España.

El primer auto de fe del Tribunal del Santo Oficio de la Nueva España se realizó a principios de 1574 en la ciudad de México. El Cabildo de la ciudad estaba conformado por Juan Vázquez y Nuño de Chávez, alcaldes; Juan Velázquez de Salazar, D. García de Albornoz, Jerónimo López, regidores; y Antonio Delgadillo, alguacil mayor, y ya que el Santo Tribunal se preparaba convenientemente, tenía las cárceles provistas de judíos, luteranos, brujas, hechiceros, bígamos y otros herejes.

El 28 de febrero, los reos desayunaron vino y rebanadas de pan frito con miel, y al terminar salieron de las cárceles del Santo Oficio. Iban caminando separadamente con su propio sambenito, "soga al cuello y en la mano una gran vela verde apagada", y acompañados por dos españoles, uno de cada lado que los custodiaba.

La Inquisición Portuguesa en Brasil

Respecto de Brasil, desde inicios de la conquista del territorio los jesuitas solicitaron reiteradamente la instalación de un tribunal de la Inquisición Portuguesa (creada en Portugal a imitación de la española), para luchar contra las creencias de los nativos y la eventual prédica luterana de navegantes de otros países europeos. Finalmente se intentó establecer una sede en Bahía a fines del siglo XVI, durante el episcopado de Antonio Barreiros, pero el tribunal de Lisboa se reservó la jurisdicción, negándose a la existencia de una nueva "mesa de inquisición".

De manera que Brasil (a partir de la "visita" realizada entre 1591-1595) fue recorrido en diversas oportunidades por misiones de "visitadores inquisitoriales", enviados o designados desde la metrópolis. Aunque, en los hechos, las funciones de la Inquisición a veces también fueron ejercidas por los obispos locales, dando pie a disputas sobre competencia y atribuciones.​ Estas "visitas", como la segunda realizada a Brasil (1618 a 1620), precipitaron la migración circunstancial de cristianos nuevos y judíos portugueses hacia los territorios americanos dependientes de España, donde a su vez la Inquisición Española terminó procesando un elevado porcentaje de portugueses.

En la primera mitad del siglo XVII la corona portuguesa intentó nuevamente, instalar una sede en Río de Janeiro (1639) para controlar las incursiones de los bandeirantes paulistas sobre las misiones jesuitas del área del Río de la Plata, que entraban en el territorio español, aunque esta iniciativa finalmente no prosperó.

La actividad inquisitorial en Brasil fue lo suficientemente activa como para que en un momento se temiera que pudiera interferir en la prosperidad del territorio, por lo que la monarquía refrenó el "entusiasmo azucarero" de los inquisidores.

J.M.S.

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Makuria

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Makuria

Makuria, Macuria, Makurra o Mukurra (del árabe: مقرة; al-Mukurra o al-Muqurra) fue un reino medieval existente en lo que en la actualidad es la parte norte de Sudán y el sur de Egipto. Su capital tradicional era la ciudad de Vieja Dongola, nombre que a veces recibe el reino. Fue uno de un grupo de reinos de Nubia que aparecieron en los siglos posteriores a la caída del Reino de Kush, que había dominado la región desde 800 a. C. a 350. Makuria cubría originalmente el área del Nilo desde la tercera catarata a algún lugar entre la quinta y la sexta. Controlaba las rutas de comercio, minas y oasis al este y el oeste.

A finales del siglo VI los monarcas de Makuria se convirtieron al cristianismo, pero en el siglo VII Egipto fue conquistado por los ejércitos islámicos, y Nubia quedó aislada del resto de la Cristiandad. En 651 un ejército árabe intentó la invasión, pero fue repelido y se firmó un tratado llamado baqt, que creó una paz entre los dos bandos que resitió hasta el siglo XIII. Makuria se expandió, anexionándose el reino del norte, Nobatia, o en tiempos de la invasión árabe o durante el reinado del rey Merkurios. El periodo desde aproximadamente 750 a 1150 fue próspero para el reino, y recibe el nombre de «Edad Dorada».​ Las agresiones desde Egipto y las discordias internas llevaron al colapso del estado en el siglo XIV.

Reino Unido de Makuria y Nobatia

Mural de Faras que representa al Rey
 Moisés George (r. 1155–1190),
 quien probablemente gobernó tanto sobre Makuria
 como sobre Alodia y que se enfrentó a Saladino
 a principios de la década de 1170.
Durante el reinado (675 a 710) de Mercurios de Makuria, la unificación de Makuria con Nobatia se concretó plenamente. Una inscripción de la época señala que Mercurios hizo edificar dos grandes iglesias en Nobatia, una en la ciudad de Faras y otra en la ciudad de Taifa. Un documento del 759 denomina al rey Ciríacos (quien gobernó probablemente entre 759 y 768) «señor de la Makuria y Nubia —Nobatia—».

Coptos e invasión árabe

La prédica del cristianismo en Makuria parece tener el mismo origen que en la Nobatia.

En el 640 el general árabe Ahmed ibn al-Aziz conquistó el Egipto hasta entonces bizantino; en esas fechas, la mayoría de la población egipcia profesaba una variante del cristianismo, la monofisita, llamada luego Iglesia copta. El patriarca «melquita» («ortodoxo») Giorgios de Alejandría debió refugiarse en Constantinopla, por lo que quedó vacante la sede patriarcal de Alejandría durante aproximadamente un siglo. En el ínterin, los cristianos coptos alcanzaron un pacto con los árabes por el cual los segundos aceptaban que en el territorio egipcio y en Nubia ejerciera el control religioso un patriarca monofisita. Parece que en el siglo vi hubo nueve obispados coptos en Makuria-Nobatia y otros seis en Aloa.

En el 651 el reino de Makuria-Nobatia (o simplificando, Nobatia) pudo rechazar un intento de invasión árabe y logró establecer una paz mediante un tratado de baqt (pago de tributo) a los árabes. Pese a tal tributo, el reino cristiano de Makuria y Nobatia tuvo un período de prosperidad que se extendió aproximadamente desde el 750 al 1150. Hacia la segunda mitad del siglo ix, el rey de Makuria intentó recuperar la región septentrional de Nobatia (la zona de Asuán) que había quedado en poder de los árabes, pero fue derrotado por los musulmanes de la dinastía fatimí; en tal lid muchos combatientes makurios cayeron prisioneros y la región de la Nobatia septentrional quedó bajo dominio islámico hasta la desaparición de la mencionada dinastía fatimita en el 1169. Este último acontecimiento lo aprovechó el rey de Makuria, que pudo recuperar la región de Asuán (estratégica, ya que era y es la puerta de entrada a Nubia).

El historiador árabe Al-Makrizi menciona que el reino de Makuria (llamado por los árabes Mukarra o Mukarrah) se extendía desde Asuán hasta el reino de Alodia (en árabe: Alwa o Al-Uah). Generalmente los historiadores árabes se referían al reino de Makuria llamándole Nubiyyah (Nubia, denominación derivada del antiguo reino de Nobatia) o Dunqulah (Dongola, la capital de Makuria), si bien quedan constancias en una misiva de Kasr Ibrahim al patriarca monofisita Marcos III de Alejandría (1166-1169) de los nombres Nobatia, Alodia y Mukurra o Makuria.

Invasiones de ayubitas y mamelucos

En 1173 el general de Saladino Shams al-Dawba Turanshah atacó desde el Yemen (es decir, desde la retaguardia) a los reinos cristianos de Nubia; esto facilitó que el norte de Makuria (principalmente la zona de Nobatia) quedara ocupado por la dinastía egipcia musulmana de los ayubitas. Como respuesta, en 1272 el rey David de Makuria intentó capturar el puerto egipcio de Aidhab —en las costas del mar Rojo, en la zona actualmente fronteriza entre Egipto y Sudán—; esto empero provocó una reacción de los mamelucos, que conquistaron la capital de Makuria, la ciudad de Dongola, en 1274, obligando a la población a pagar fuertes tributos o a convertirse por la fuerza al islam. Tras esto hubo un periodo muy convulso entre 1276 y 1290 con frecuentes cambios de rey, debidos a las presiones de los mamelucos. Algunos territorios se escindieron del reino de Makuria hacia el 1290 y formaron los pequeños reinos de Dau (o Daw) y el de la región montañosa llamada en árabe Yébel Adda.

Restos arqueológicos de la antigua ciudad de Makuria
En 1293 el rey de Makuria seguía tributando a los mamelucos, lo mismo que su sucesor, si bien en 1304 la mayor parte del país recuperó la independencia. Pero, entre los años 1315 y 1317, ocurrieron dos sucesos nefastos para Makuria: una gran oleada de beduinos se estableció en las regiones del Kordofán y del Darfur, quedando así flanqueado por el oeste y suroeste el reino;, y luego de esto, los mamelucos invadieron desde el norte nuevamente el país e instalaron en el trono a uno de sus protegidos llamado Bershambo, quien se convirtió al islam con el nombre de Saif-al-Din Abdallah (1318). Este, como los «reyes» que le sucedieron, fue un mero instrumento de los mamelucos y perdió todo poder a mediados del siglo xiv. En 1377 la «tribu» nubia islamizada —y sometida a los mamelucos— de los kanuz controló la región de Asuán, pero una hambruna originada por un descenso de las aguas del Nilo hizo que gran parte del territorio fuera abandonada. El último rey de Makuria del que se hace mención se llamaba Nasir, soberano nominal hasta 1397, año en que desapareció el reino. En 1410 otra tribu nubia islamizada, la de los Hawwara, derrotó y expulsó definitivamente a los kanuz al tiempo que hacía desaparecer todo Estado sucesor del reino cristiano de Makuria. En 1504 el sultanato de Sennar, tras haber destruido el reino cristiano de Alodia, pasó a controlar el antiguo territorio de Makuria, con lo que desaparecieron casi totalmente los vestigios de los antiguos reinos cristianos de Nubia.

Cultura y arte

Tras siglos de devastación, es poco lo que hoy resta —o al menos se ha hallado— del arte makurio e incluso de elementos culturales —costumbres etc.— típicamente makurios; se sabe que el arte (por ejemplo la arquitectura y la pintura religiosa) makurio derivó principalmente del del reino de Nobatia y que poseía, asimismo, influjos del arte copto y del axumita, aunque a partir del siglo xi se produjo una acelerada arabización de la cultura makuria.

Se han hallado las ruinas de un importante monasterio bizantino en Al Ghazali (al norte del actual Sudán), en lo que fue el territorio de Makuria, con numerosas vasijas y objetos funerarios.


J.M.S

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La Garduña

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La Garduña (sociedad secreta)

La Garduña supuestamente fue una sociedad secreta criminal que habría operado en España y sus colonias desde mediados del siglo XV hasta el siglo XIX. Sin embargo, las fuentes que hablan de ella son muy discutidas y la misma existencia de la sociedad es cuestionada por varios historiadores modernos.

Origen

Toma su nombre del animal depredador nocturno de excelente vista, oído y olfato, la garduña (martes foina). Habría nacido en el contexto de las germanías o fraternidades criminales, desarrollando un poder, extensión y complejidad organizativa comparables a los de las grandes mafias modernas. Se ha sugerido incluso que la Garduña fue el origen de muchas sociedades criminales posteriores, como la Camorra napolitana, basándose en el hecho de que nació en una época en que Nápoles y sus territorios pertenecían a la Corona Española.

La Garduña es descrita como una sociedad impregnada de secretismo y esoterismo, con juramentos, ritos de inicio.

La Garduña se habría fundado en Toledo hacia 1412, a partir de diversas bandas incontroladas que extorsionaban, asaltaban y robaban las casas de musulmanes y los judíos, excusándose en colaborar con la Inquisición. Según la leyenda, a un ermitaño llamado Apolinario (posteriormente fue canonizado) se le apareció la Virgen, explicándole que los musulmanes se habían asentado en España como castigo divino a dejar de atender las obligaciones cristianas. Así la Virgen le pidió al ermitaño que reuniera en su nombre a personas que se dejasen guiar por la Biblia con el objetivo de defender el catolicismo.​ Después se habría desarrollado mucho en Sevilla, hacia donde iban a parar las perlas, gemas, esmeraldas, oro y plata de la recién conquistada América, con el consiguiente auge de la industria de lujo, la banca y la criminalidad asociada a la riqueza. El personaje de Monipodio en la novela ejemplar de Cervantes Rinconete y Cortadillo estaría, pues, inspirado en un personaje real, al cual tuvo la oportunidad de conocer; no en vano Cervantes estuvo en la cárcel dos veces.

Estructura

La Garduña copió su estructura de la de una cofradía religiosa, por lo cual se consideraba una hermandad, en cierta manera simétricamente opuesta a la Santa Hermandad. La cúpula estaba formada por un directorio secreto de altos protectores, a los cuales sólo tendría acceso el Hermano Mayor o Gran Maestre, un personaje de alta condición social que maneja los hilos y tiene a sus órdenes diversos capataces (uno por cada ciudad). Cada capataz dirige a dos tipos distintos de malhechores: los punteadores (principalmente asesinos o matones) y los floreadores (principalmente ladrones). Por debajo de cada uno de estos punteadores o floreadores están los postulantes, que los ayudan, recaudan las contribuciones y esperan alcanzar la posición de punteador o floreador. Y, por último, están los fuelles o aprendices, de los cuales hay diversos tipos: soplones, chivatos, coberteras y sirenas. Los soplones suelen ser mendigos o ancianos que, a manera de ojeadores, pueden vigilar o entrar en las casas prevalecidos de su venerable condición y así saber si merece robarse o qué y en qué condiciones. Los chivatos suelen ser personas infiltradas. Los coberteras son peristas que venden mercancía robada, y las sirenas son las prostitutas, que también suelen ser fuentes de información para los delincuentes. Los miembros de la sociedad secreta se reconocían por tener tres puntos tatuados en la palma de la mano.

Influencia

La Garduña operaría con casi total impunidad: entre sus afiliados y colaboradores habría contado con gobernadores, jueces, alcaldes y hasta directores de prisión. Se habría disimulado como una orden religiosa, arrogándose el derecho divino a robar y asesinar. Como sociedad esotérica no tendría al parecer documentos escritos ni estatutos, comunicándose las normas a través de la iniciación y las posteriores elevaciones de grado, y la traición a dichas normas no escritas se pagaría con la vida. Se afirma que algunos miembros de la hermandad fueron ajusticiados por actuar sin la previa autorización de sus maestros.

Existe la leyenda, divulgada por algunos cantos de mala vida y ritos de la mafia calabresa, de que las distintas mafias italianas fueron creadas por tres caballeros españoles —Osso, Mastrosso y Carcagnosso— de la Garduña que, en el siglo XV, huyeron de Toledo tras vengar con sangre el honor ultrajado de una hermana. Los tres caballeros se refugiaron en la isla mediterránea de Favignana, cerca de Sicilia, y allí permanecieron 29 años, 11 meses y 29 días, tiempo en que calcaron las reglas sociales y el código de la Garduña en el que rige la Mafia. Posteriormente, al separarse, cada uno llevó estas normas a tres lugares distintos: Osso las difundió en Sicilia (creando La Cosa Nostra), Mastrosso las dio a conocer en Calabria (territorio de la 'Ndrangheta) y Carcagnosso las divulgó por Campania (dando origen a la Camorra).

Reglas. El Libro mayor

  1. Buen ojo, buen oído, buenas piernas y poca lengua.
  2. Recibir bajo protección a mujeres que sufran persecución por la Justicia.
  3. Los chivatos no podrán, en su primer año de noviciado, montar "negocios" por sí solos.
  4. Los punteadores se encargarán de los negocios de más cuantía.
  5. Los floreadores vivirán a costa de sus uñas con un tercio de sus negocios y dejarán algo para las ánimas del Purgatorio.
  6. Los encubridores recibirán el diez por ciento de todas las sumas.
  7. Las sirenas se quedarán los regalos de los nobles.
  8. La regla máxima será: "antes mártires que confesores".

Juicio y desaparición

Si bien la sociedad carecería de documentos escritos, la vanidad de sus últimos Hermanos Mayores les habría llevado a escribir el llamado Libro Mayor narrando sus actividades en tono heroico. El libro habría sido descubierto en 1821 en la casa del Hermano Mayor, Francisco Cortina, al ser éste arrestado bajo acusación de asesinato por el oficial de cazadores Manuel de Cuendías.​ Sin embargo, un incendio en la Audiencia de Sevilla en 1918 acabó con este libro y todas las pruebas que allí se almacenaban.

Como consecuencia de este hallazgo habrían sido juzgados y ejecutados en la plaza Mayor de Sevilla, el 25 de noviembre de 1822 el Hermano Mayor, sus lugartenientes y otros garduñistas reconocidos.

La suerte posterior de esta presunta sociedad secreta sería un misterio, insinuándose un reciclaje o al menos una influencia en grupos como la Camorra, la Cosa nostra o la piratería caribeña.

Discusión actual

Actualmente existe un debate abierto sobre si la Garduña fue una sociedad real o una mera fantasía. La gran duración, influencia e impunidad que se le achaca hace difícil creer que realmente pudiera pasar por la historia sin dejar más restos y menciones. Otras organizaciones de similar duración, como la masonería, las tríadas chinas o la Camorra italiana las tienen en abundancia.

Aunque algunas novelas del Siglo de Oro, en especial novelas picarescas (como Rinconete y Cortadillo de Cervantes o El Buscón de Quevedo) hacen referencia a sociedades de malhechores, éstas no parecen ser grupos de ámbito nacional, sino que su influencia se halla limitada a una única ciudad.

Por otra parte, y aunque algunas fuentes remiten al archivo de Toledo o a los juicios de Sevilla, nunca se menciona en ellas referencias a documentos determinados y rastreables dentro de dichos archivos.

León Arsenal e Hipólito Sanchiz, en su libro Una historia de las sociedades secretas españolas,​ afirman que todas las fuentes sobre la existencia e historia de la Garduña tienen su base en Misterios de la inquisición española y otras sociedades secretas de España, libro firmado por Víctor de Fereal (que podría ser un pseudónimo de la francesa madame de Suberwick). Este libro lleva notas de Manuel de Cuendías (que sería el mismo oficial responsable del arresto del último Hermano Mayor). Dicho texto estaría escrito de forma novelada y no sería una fuente fiable sino un texto de propaganda anticlerical. Ambos autores también produjeron textos románticos sobre España en el estilo de la Carmen de Prosper Mérimée y diversos panfletos anticlericales. Madame de Suberwick sería asimismo un pseudónimo de una escritora francesa desconocida, mientras que Manuel de Cuendías parece haber sido un liberal exaltado que también produjo en 1858 un proyecto de constitución progresista para España.

La falta de otras referencias y la escasa fiabilidad que adjudican a la fundamental llevan a Arsenal y Sanchiz a dudar de la existencia de La Garduña.


Fuentes y foto: Wikipedia y luzdeuncandil.blogspot

J.M.S

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