Codex Gigas

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Codex Gigas

El Codex Gigas (en latín: ‘libro grande’), también conocido como Códice Gigas, Códice del Diablo o Códice de Satanás, es un antiguo manuscrito medieval en pergamino creado a principios del siglo xiii y escrito en latín presuntamente por el monje Germán el Recluso del monasterio de Podlažice (en Chrudim, centro de la actual República Checa). Fue considerado en su época como la «octava maravilla del mundo» debido a su impresionante tamaño (92 × 50,5 × 22 cm, el manuscrito medieval más grande conocido), su grosor de 624 páginas y su peso de 75 kg.​ Está iluminado con tintas roja, azul, amarilla, verde y oro, tanto en mayúsculas capitales como en otras páginas, en las que la miniatura puede ocupar la página completa. Se encuentra en un excelente estado de conservación. 

Codex Gigas: la apertura con el retrato del Diablo.
Este manuscrito ha pasado a través de cientos de personas, desde los dueños del monasterio hasta llegar a su actual localización en Estocolmo, Suecia. A lo largo de los siglos, el Codex, fue portador de una supuesta maldición que lo llevó a cambiar de «residencia» durante mucho tiempo hasta ser recogido por los invasores al gobierno de Rodolfo II, invasores que provenían de Suecia, y que entregaron el presente a su reina Cristina. 

Contenido

El Codex contiene la Biblia (la versión de la Vulgata, excepto los Hechos de los Apóstoles y el Apocalipsis, que provienen de una versión anterior), el texto completo de la Chronica Boemorum (Crónica checa) de Cosmas de Praga, curas medicinales, encantamientos mágicos, dos trabajos del historiador judío Flavio Josefo (las Antigüedades judías y La guerra de los judíos), las Etimologías del arzobispo San Isidoro de Sevilla, varios tratados sobre medicina del médico Constantino el Africano, un calendario, una lista necrológica de personas fallecidas y otros textos. 

Tal combinación de textos no existe en ninguna otra parte, calificado por Christopher de Hamel, profesor de la Universidad de Cambridge como «un objeto de lo más peculiar, extraño, fascinante, raro e inexplicable». Es de un precio incalculable, ha sido robado gran cantidad de veces y fue guardado en secreto por un emperador del Sacro Imperio Germano.  


Leyenda

La leyenda señala que el autor del Codex Gigas fue un monje Benedictino condenado a ser emparedado vivo por un grave crimen y para que la pena le fuera condonada, el monje propuso crear una obra monumental que honraría al monasterio, un códice que contendría la Biblia y todo el conocimiento del mundo. El tiempo estipulado por el mismo monje fue de una noche. 

El diablo en una página del Codex.
La tarea del monje era sobrehumana, por lo que se cuenta que solicitó la ayuda del mismo Satanás, el cual aceptó crear el libro en una noche poniendo como condición aparecer su imagen en una de las páginas. Ciertamente no se trata más que de una leyenda muy posterior a su creación; no obstante, es indudable que fue escrito por un solo hombre. 

Origen

Una nota sobre la primera hoja del Codex Gigas establece a un monasterio benedictino en Bohemia Podlažice, cerca de Chrudim, como primer propietario conocido del manuscrito. Es poco probable que este enorme libro haya sido escrito en Podlažice. El monasterio era demasiado pequeño y demasiado pobre para llevar a cabo tal empresa avanzada, que requiere enormes recursos humanos y materiales. Hasta donde sabemos, ningún otro manuscrito medieval se conserva del monasterio. El nombre del escriba del Codex Gigas no se conoce, pero se ha conjeturado que era el monje Herman, cuyo nombre y apodo inclusus Hermanus monachus ('Herman, monje recluido') aparece el 10 de noviembre en la necrológica. El epíteto inclusus estaba vinculado con la leyenda del libro, se cree que el monje se auto aisló del mundo por penitencia, y se dedicó a escribir el libro como parte de su castigo, pues entonces transcribir un texto sagrado era considerado una forma de redimirse.


Historia


  • 1204-1230: se cree que el libro fue creado en estas fechas, esto se fundamenta en la inclusión del santo bohemio San Procopio, canonizado en 1204 en el calendario; y en la omisión del rey Otakar I de Bohemia de la necrología, pues murió en 1230. 

  • 1295: con el monasterio en graves condiciones financieras, los benedictinos de Podlažice, venden el manuscrito a los cistercienses de Sedlec, a instancias del obispo Gregorio de Praga. El manuscrito, incluso entonces, era considerado como una de las maravillas del mundo. No está claro si esta compra se llevó a cabo en 1295, ya que Gregorio fue elegido obispo de Praga sólo en 1296. Es posible que el escriba consignara por error 1295 en lugar de 1296.

  • 1500-1594: el Codex perteneció a los llamados «monjes negros», luego de un tiempo estos monjes cayeron en una crisis financiera, tuvieron que vender el Codex a los llamados «monjes blancos» y que de ahí cuando comenzaba una guerra el emperador Rodolfo II de Habsburgo tomó como botín el Codex y lo llevó a su palacio. 

  • 1594: el emperador Rodolfo II rescató el manuscrito gigante de la oscura celda monacal de Broumov, incorporándolo a sus espléndidas colecciones de objetos raros. 

  • 1648: al final de la Guerra de los Treinta Años (1618-1648), el Codex Gigas fue tomada como botín de guerra por las tropas del general sueco Konigsmark, junto a otros objetos de arte de la célebre Kunstkammer de Prague del emperador Rodolfo II de Habsburgo (1552-1612). Los soldados también se llevaron el Codex Argenteus, compuesto de letras de plata y oro y creado hacia el año 750, y que actualmente se encuentra en Upsala (centro de Suecia). 

  • Desde el siglo XVII, el Codex Gigas salió del territorio sueco en dos ocasiones. 

  • 1970: el Codex Gigas sale de Suecia para ir al Metropolitan Museum de Nueva York. 2007: el 24 de septiembre de 2007, después de 359 años, el Codex Gigas regresó a Praga como préstamo de Suecia hasta enero de 2008 (exhibido en la Biblioteca Nacional Checa), protegido por una tapa de madera, fue expuesto al mismo tiempo que otros documentos relacionados con la Edad Media

Publicación

El libro fue hecho en el siglo xiii por un monje del monasterio de Podlažice. Se calcula que fue escrito en aproximadamente treinta años por una única persona. Sin embargo, surgió una leyenda que contaba la escritura del libro por medio de un pacto con el Diablo. Sin embargo, su fecha exacta de publicación, sigue siendo un misterio para los expertos hoy en día. El libro tiene un valor monetario incalculable:


En 1230, en Bohemia, un monje implora por su vida tras ser condenado a muerte, su pecado hizo que una regla sagrada monástica se rompiera, y la cual, hasta nuestros días, es guardada en secreto. Es un benedictino o monje negro, sus capas representan la muerte del mundo terrenal, toman votos de obediciencia, castidad y tienen que soportar castigos físicos, cilicios, ayunos, deprivación de sueño y auto-flagelación, pero los débiles caen en la tentación, vanidad, avaricia, desviación sexual. Los castigos son extremos, reclusión solitaria, inanición, excomunión, o incluso la muerte. Los altos mandos del monasterio elegían si el monje viviría o moría. El monje condenado sería asesinado a la primera hora de la mañana del día siguiente, de una forma brutal, emparedado vivo, pero recibe un «mensaje divino», el monje prometió algo imposible, escribir un libro enorme, el más grande de su época, conteniendo en él, la Biblia y toda la sabiduría humana y glorificara, por siempre, a su monasterio. Para probar su penitencia, escribiría este libro en tan sólo una noche. Los altos mandos se mofan de él, pero éste es insistente y acuerdan darle una oportunidad, su edicto es claro, encarar una muerte al amanecer o acabar el libro, página por página escribe hasta que se le estumece la mano. En su hora más oscura, hace un pacto con el diablo, le pide ayuda al arcángel caído, Satanás. La leyenda dice que éste responde a la llamada del monje, así como los evangelios fueron guiados por la mano de Dios, el Codex Gigas fue guiado por la mano del Diablo

Tras la publicación

Luego de que el libro se escribiese, aquellos que poseyeran el libro, eran «perseguidos» por una maldición que los acompañaba de desastres inminentes. De igual forma, sufrían los embates de la Iglesia católica, que calificaba tales obras como herejes, sacrilégicas y hechas por el Diablo. 

Comienzo del Evangelio de Mateo en el Codex.

En Bohemia

Varias décadas han transcurrido desde que la leyenda contó que un monje vendió su alma al Diablo para escribir un texto inmenso. Su libro adquirió una fama importante, pero el monasterio que lo poseía cayó en bancarrota, para evitar la quiebra, el abad acuerda vender el Codex a otra orden monástica. Ser el dueño de tal libro, en aquellos tiempos, supuestamente, traía estatus, honor y prestigio. Irónicamente, el Codex pasa de las manos de los monjes negrosbenedictinos a una secta de monjes denominados monjes blancos. El Codex Gigas realizó su viaje a su nuevo lugar, un monasterio a las afueras de Praga. Los monjes blancos ponen el famoso Codex en un lugar de honor, cerca de un cementerio consagrada con tierra del Gólgota, el cerro de cruxifición de Jesucristo. Desafortunadamente, la tragedia ataca, y los dueños del Codex cae en bancarrota. Un poderoso obispo ordena a los monjes blancos que devuelvan el Codex a su hogar original. Poco después, el claustro es azotado por una fuerte epidemia; la peste bubónica. La «muerte negra» hace trizas a la región y mata a miles. El cementerio desborda de muerte y para el final de la pandemia más de 30 000 cadáveres hacen del lugar una catacumba. Hoy en día, el monasterio se ha convertido en un museo de cráneos: la capilla de los huesos. 
 

En Austria

En 1561, el príncipe heredero a la corona, Rodolfo II, espera el horóscopo del renombrado astrónomo Nostradamus. El famoso adivino francés elabora un complicado diagrama. En él, predice la muerte del padre de Rodolfo y el ascenso del joven príncipe al trono para convertirse en el Señor del Sacro Imperio Romano. Cuando Rodolfo recibe el horóscopo, las predicciones inician su obsesión de vida hacia lo oculto. Rodolfo codicia el Codex. El monarca se congracia con la abadía benedictina dueña del libro; les concede honores y favores. La estrategia funciona y los monjes negros le entregan el Codex como un obsequio.


Al obtener la Biblia, el monarca queda cautivado por su tamaño y su contenido. Contrata a expertos para que le traduzcan pasajes y se envuelve en las extrañas páginas del libro; e incluso, del famoso retrato del Diablo. Rodolfo se queda con el Codex, «una gran adquisición para un gran monarca». Sin embargo, la «maldición» le pega a Rodolfo. Propenso a la melancolía desde pequeño, el emperador se vuelve asocial, errático y paranoico. A causa de esto, el gobierno de Rodolfo se vuelve un desastre. Inadecuado para gobernar, Rodolfo pierde a sus seguidores, su propia familia lo despoja del trono. El emperador muere sin poder y sin casarse, de igual manera, sin un heredero que limpie su nombre. El reino de Rodolfo cae en mano de los suecos, estos confiscan su más preciado objeto; el Codex Gigas

En Suecia

En 1648, en Praga, tras la caída del reino de Rodolfo II, las tropas invasoras de Suecia se llevan un valioso botín y con él, el Codex Gigas. Los soldados empacan el libro en un gigantesco baúl e inician un recorrido de 1500 km para llevar el presente a su monarca, en Estocolmo. Los oficiales planearon entregarle el Codex a su inusual monarca, Cristina, la «mujer rey de Europa». Veintidós años atrás, el nacimiento de una niña llevó a poderosas profecías: si la niña no moría entre la noche, muchos opinaban que ascendería al trono. Un hombre estuvo predestinado a manejar su destino, Gustavo II Adolfo, su padre, y como anteriormente, dos de sus hijos habían fallecido no podía quedarse sin herederos. Gustavo trató a Cristina como si hubiese sido un varón. Cuando se convierte en monarca, no toma el juramento como reina, sino como «rey».

Principio de uno de los libros de la Biblia.

Durante su reinado, se le obsequió la Biblia del Diablo, regalo por el cual su ejército creyó se sentiría muy agradecida. Cristina ordenó que el Codex se colocara en la biblioteca de su castillo. El texto fue incluido en su catálogo de textos confiscados. Sin embargo, durante su exilio a Roma, tras haberse convertido al catolicismo y haber abdicado su trono, llevó innumerables libros sagrados como biblias, entre otros, mas no el Codex Gigas

Menos de cincuenta años después, el Codex casi es destruido en un incendio en el castillo, según fuentes, un viernes 7 de mayo de 1655. El rey Carlos XI había muerto, y sin previo aviso, se inició un desastre de llamas; la familia real huye por pánico, sacando sus grandes pertenencias del lugar. Según una leyenda, un sirviente tomó el gigantesco Codex y lo aventó a través de una ventana, cayendo éste al piso.

Actualmente

Desde que la Biblia llegó a Suecia sólo salió de allí para algunas exposiciones en otros países e investigaciones por partes de expertos. El 24 de septiembre de 2007, después de 359 años, el Codex Gigas regresó a Praga como préstamo de Suecia hasta enero de 2008 (exhibido en la Biblioteca Nacional Checa). 


J. M. S.


 
 

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Casa de la Contratación de Indias

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Casa de la Contratación de Indias

La Casa de la Contratación de Indias fue una institución de la Corona de Castilla que se estableció en 1503. Fue creada para fomentar la navegación con los territorios españoles en ultramar.  

Estableció un asiento que dio como fruto un monopolio de comercio español con las Indias. Algunos períodos entre el siglo xvi y el xviii llegó a recibir 270 000 kg de plata y 40 000 kg de oro.

Creación y funciones

Desde el segundo viaje de Colón en 1493 todos los asuntos concernientes al Nuevo Mundo habían estado en manos de Juan Rodríguez Fonseca, arcediano de la catedral de Sevilla, capellán y hombre de confianza de Isabel la Católica. Este clérigo más tarde sería promovido a las sedes episcopales de Badajoz, Palencia y Burgos. Sin embargo, diez años después se hacía patente que no podían estar en manos de una sola persona todos estos asuntos, por lo que se decide crear una institución colegiada que es la Casa de Contratación. Aunque Fonseca perdería ese poder unipersonal como superintendente se mantendría en la corte con un cargo equivalente al de Ministro de las colonias, como dice el historiador Clarence H. Haring, hasta que se crea el Consejo de Indias en 1524. 

Desde mediados de 1502 existe constancia documental del proceso de creación de una Casa de Contratación y el historiador Ernesto Schaffër cree que pudo ser promovida en origen por el genovés Francisco Pinelo, por ser un vecino de Sevilla muy conocedor de los asuntos indianos.

El 20 de enero de 1503 Fernando y Isabel firman una Real Provisión en Alcalá de Henares por la que se aprueban las primeras 20 Ordenanzas para la Casa de Contratación de Sevilla, para las Indias, las islas Canarias y el África atlántica. Entre sus finalidades se especifica:  

recoger y tener en ella, todo el tiempo necesario, cuantas mercaderías, mantenimientos y otros aparejos fuesen menester para proveer todas las cosas necesarias para la contratación de las Indias; para enviar allá todo lo que conviniera; para recibir todas las mercaderías y otras cosas que de allí se vendiese, de ello todo lo que hubiese que vender o se enviase a vender e contratar a otras partes donde fuese necesario.
El gobierno de la Casa estaría a cargo de tres oficiales reales: el factor, el tesorero y el contador-escribano, que fueron nombrados por Isabel la Católica por Real Cédula el 14 de febrero de 1503, firmada también en Alcalá de Henares. Tenían la misión saber cuántas mercancías y barcos enviar a las Indias, y para ello debían mantener comunicación con otros oficiales reales que ya se encontraban allí y conocer las necesidades de los colonos, elegir a los capitanes y escribanos para los viajes, entregarles instrucciones por escrito y decidir qué mercancías comprar para llevar allí.

Para el cargo de tesorero fue nombrado el doctor Sancho Ortiz de Matienzo, natural del Valle de Mena, Burgos, letrado, buen jurista, canónigo de la catedral de Sevilla y que fue primer abad de Jamaica desde 1512 a propuesta de Fernando el Católico y que ejerció de su labor en la Casa hasta diciembre de 1521. El contador-escribano fue Jimeno de Briviesca, que era gran conocedor de los asuntos indianos por haber participado en los preparativos de los viajes de Colón, y que ocupó el cargo durante 7 años. El primer factor sería Francisco Pinelo, amigo personal de Colón y colaborador suyo y que ocupó el cargo hasta su muerte en 1509.

Se decide que, aunque se pueden utilizar también barcos de la Corona, estos se pueden obtener también mediante requisa y arriendo a particulares. La Casa de Contratación tenía también una labor fiscalizadora, porque debía comprobar que las mercancías que llegaban a Sevilla eran las mismas que se habían embarcado en las Indias. A esos tres oficiales reales se les conocería posteriormente como jueces oficiales, para diferenciarse de los llamados jueces letrados que entrarían posteriormente. En 1508 se crea la figura del piloto mayor de las Indias, nombrando Fernando el Católico como primero con este cargo a Américo Vespucio.​ El piloto mayor debía ser un auténtico experto en navegación, ya que su misión consistía en la preparación y resultado de las expediciones, examinar y graduar a los pilotos y censurar las cartas e instrumentos de navegación. Para realizar sus funciones contaba con la ayuda de otros pilotos así como del cosmógrafo de la Casa. Américo Vespucio fue sucedido más tarde por Juan Díaz de Solís y Sebastián Cabot. 

En 1509 Fernando el Católico pidió un informe detallado de todas las ordenanzas, instrucciones especiales, aranceles, etcétera, que operaban en la Casa para disponer de la redacción de unas nuevas ordenanzas. Las nuevas ordenanzas, de 36 capítulos, fueron expedidas en Monzón el 15 de junio de 1510 y se completaron en 1511 con 17 artículos más.

Las Ordenanzas de 1510 son más extensas y minuciosas que las de 1503. Se especifican las horas de trabajo; se determinan los libros de registro que hay que llevar; se regula la emigración; se trata de las relaciones con mercaderes y navegantes; se dispone lo relativo a los bienes de los muertos en Indias (que a partir de 1550 serán administrados por el llamado Juzgado general de bienes de difuntos, presente en todas las Reales Audiencias indianas); y se le incorpora el matiz científico al incluirse dentro de la Casa de la Contratación al piloto mayor ―creado en 1508―, encargado de examinar a los pilotos que desean hacer la carrera, y de trazar los mapas o cartas de navegación y el padrón real o mapa modelo del Nuevo Mundo donde se iban registrando todos los descubrimientos, hasta 1519 en que se crea el puesto de cartógrafo. La Casa custodiaba la información náutica y la cartografía de manera secreta para evitar que la información cayera en manos de potencias extranjeras.

A mediados del siglo la Casa del Océano ―como le gustaba llamarla a Mártir de Anglería era un organismo bien reglamentado, con capilla y cárcel propia. En 1557 se creó el cargo de presidente, al que estuvieron subordinados el contable, el factor y el tesorero.  

El cronista oficial de la Casa escribía la historia de la América española y de su desarrollo tecnológico y científico. Los que violaban el reglamento de la Casa, caían bajo su jurisdicción y para ello se creó un tribunal especial en 1583.

Además de estos cargos, la Casa de la Contratación fue aumentando el número de sus funcionarios, a medida que fue incrementándose también la importancia del tráfico americano. Los oficiales de contaduría, numerosos escribanos, hicieron de esta institución una de las más complejas de todas las existentes.  

Por la estructura que se da a la Casa se adivina una estrecha relación con la Hacienda Real. Difícilmente hubiera podido ser de otra forma ya que el tesoro de la Corona ocupaba una parte esencial de los asuntos indianos. Por una parte, servía para financiar la compra y transporte de la mayoría de los bastimentos y pertrechos que eran llevados a Indias. Muchos de los colonizadores gozaban de salario a cargo del tesoro. Por la otra, los asientos para la formación de toda nueva expedición incluían expresamente cláusulas mediante las cuales se aseguraba el interés de la Hacienda Real en los beneficios económicos del viaje. Al efecto, eran comisionados funcionarios que acompañarían a los descubridores en sus andanzas y velarían por la adecuada satisfacción de los derechos reales. 

En 1539 y 1552 se volvieron a reunir todas las leyes y disposiciones existentes en relación con la Casa de Contratación para ser publicadas. De la misma forma se volvieron a imprimir en 1585 y se convirtieron en la base del Libro Noveno de las Leyes de Indias.

Patio de la Casa de la Contratación
El regreso de Juan Sebastián Elcano desde las islas de las especias en 1522, después de haber dado la vuelta al mundo, trajo consigo que Carlos I planease una nueva expedición a estas islas y que crease ese mismo año una institución específica: la Casa de Contratación de la Especiería. Esta tuvo su sede en La Coruña, por su cercanía geográfica con Flandes, para la distribución en los mercados de Inglaterra, Francia, Alemania, Escocia, Dinamarca y Noruega. La siguiente expedición a las islas de las especias tuvo lugar en 1525, siendo Juan Sebastián Elcano piloto mayor y con Jofre de Loaisa como capitán general de la Armada y gobernador general de las islas Molucas.

No obstante, tras el Tratado de Zaragoza de 1529 la Casa de la Especiería dejó de existir al haberse perdido ese mercado, que quedó en manos de Portugal por un acuerdo con respecto al Tratado de Tordesillas de 1494.Ese mismo año Carlos I permitió que los puertos La Coruña, Bayona, Avilés, Laredo, Bilbao, San Sebastián, Cartagena y Málaga podían exportar productos a las Indias, aunque los barcos de regreso debían pasar por Sevilla. En el reinado de Felipe II esos territorios de las Indias Orientales pasaron de nuevo a control español. En 1561 Felipe II ratificó a esos puertos su privilegio con la salvedad de que no podían transportar viajeros. En 1573 Felipe II revocó el permiso ya que los barcos que regresaban no pasaban por la Casa de Contratación de Sevilla, sino que pasaban por puertos portugueses o por otros.

Sede

La elección de Sevilla como primera sede de la Casa de la Contratación durante 214 años no fue casual. Huelva tenía malas comunicaciones por tierra con el resto de España y era una ciudad que poseía abundantes tierras de señoríos y la Corona no estaba dispuesta a compartir su riqueza con nadie.​ Cádiz era prácticamente una ciudad-isla, que entonces estaba demasiado poco desarrollada y, además, era extremadamente insegura por dar al mar.​ De hecho Cádiz sería atacada repetidas veces: en 1587, 1596, 1625 y 1797. Llegar a Sevilla en barco, sin embargo, era un recorrido a través del Guadalquivir y la ciudad podía guardarse mejor, y tenía mejores comunicaciones por tierra, además de ciertas infraestructuras. La elección de Sevilla como ciudad con monopolio en el comercio con las Indias posibilitó que en torno a 1540 Sevilla desbancara a Amberes como centro financiero de Europa.​ Sevilla, además, ya desde el siglo XIII era un foco comercial y financiero de gran importancia, que encauzaba los flujos mercantiles que venían del Norte de África, recibiendo parte del oro de Sudán que salía al Mediterráneo, comerciaba con plazas italianas y del Atlántico Norte y disponía de focos financieros que respaldaban ese comercio.

Su primera sede fueron las Atarazanas Reales de Sevilla, pero como era un lugar expuesto a las arriadas y dañino para las mercancías, pronto fue trasladada a las dependencias del Real Alcázar, donde quedó instalada, al oeste del palacio de Pedro I, en la zona denominada de los Almirantes, local "sano, y alegre", con buen patio y una puerta orientada hacia el río. Entre 1503 y 1506 se derribó la parte del cuarto del Almirante y se volvió a levantar, con una fachada principal hacia el río. Posteriormente se construyeron almacenes y casas en la zona de la actual plaza de la Contratación.

La primera fase de las obras, que tuvo lugar entre 1503 y 1506, fue realizada por el maestro mayor de obras y carpintería del Alcázar Juan de Limpias, y se creó una portada de piedra labrada por Alonso Rozas, maestro mayor de la catedral. 

Cuando se realizó la obra la Corona pidió que se realizara una edificación simple, sin gran suntuosidad, porque ya daría tiempo de ampliarla o mejorarla en el futuro. Tras la primera fase hubo una segunda, entre 1506 y 1515 donde se creó una segunda planta y se ampliaron las instalaciones hacia una zona que era conocida como cuarto de los Cuatro Palacios.​ En 1553 se amplió la superficie disponible comprando un edificio contiguo llamado Hospital de Santa Isabel.

Lo cierto es que, desde el comienzo el edificio se quedó pequeño, y aunque la instalación completa tenía una extensión de 600 metros cuadrados, Américo Vespucio, cuando fue nombrado piloto mayor en 1508, tuvo que dar clases en su domicilio particular y cuando se creó en la institución la cátedra de Cosmografía tuvo que asignarse como aula la capilla.

Además, existió otra razón para llevar la Casa al Alcázar. Hasta entonces el cuarto del Almirante había albergado una institución de gran tradición histórica en la Andalucía bajomedieval: el Almirantazgo de Castilla y su Tribunal, establecido en Sevilla desde el siglo XIII, que tenía competencia jurisdiccional en asuntos marítimos.

Anexo al Alcázar existe un patio almohade que era parte del complejo de la Casa de la Contratación, sin embargo los inmuebles de ese entorno fueron derribados en la segunda mitad del siglo XX y fue levantado un edificio historicista en 1973 que respetaba el patio y algunas partes de los muros. Se realizaron excavaciones y obras de restauración del patio en 1992. ​ El inmueble ahora sirve de oficinas de la Delegación del Gobierno de la Junta de Andalucía, por lo que no se encuentra abierto al público salvo visitas concertadas. Sin embargo, el cuarto del Almirante y la capilla de la Casa de Contratación, así como el patio de la Montería, sí están dentro del recorrido turístico del Real Alcázar y pueden visitarse.

La entrada al cuarto del Almirante, en el patio de la Montería del Alcázar sevillano, es de los pocos vestigios que quedan de lo que fue la Casa de la Contratación de Sevilla. El cuarto es una habitación rectangular que actualmente alberga varios cuadros en las paredes y que sirve para realizar algunos actos protocolarios.

Detalle de un plano de Sevilla de 1771.
Como una habitación abierta al cuarto del Almirante se encuentra la sala de Audiencias, que fue reconvertida en capilla de la Casa de la Contratación en 1526. Para adornarla, se colocó una imagen de la Virgen de los Navegantes, que hoy constituye un importante documento gráfico, ya que en una parte del retablo existe un retrato de Colón del siglo XVI. Dicha sala está hoy adornada, además de con el valioso altar, con un techo dorado y unas paredes tapizadas que muestran varios escudos, los de los almirantes de la flota española con el de Cristóbal Colón en el centro.​ A ambos lados del retablo se encuentran un arcón y una maqueta de un navío.   

En 1680 se decidió que los barcos que viniesen de América se pudieran despachar tanto en Cádiz como en Sevilla. La Casa de la Contratación permaneció en el mismo lugar hasta que fue trasladada oficialmente a Cádiz en 1717.  

En el siglo XIX el edificio donde tuvo su sede en Sevilla tuvo algunas reformas. En la segunda mitad del siglo XX la fachada principal y las estancias fueron derribadas, construyéndose otras de nueva planta. Solo se conservan en el patio central y parte de algunos de los muros. La plaza en la que se encontraba se llamaba plaza de la Contratación.

El traslado a Cádiz

El 14 de septiembre de 1519 se promulga una Real Cédula que ordena a los oficiales de la Casa de la Contratación que pusieran a una persona en Cádiz que visitara a los barcos que quisieran ir a Indias, para evitarles remontar el río hasta Sevilla.​ De 1519 a 1535 residió por ello en Cádiz un visitador de la Casa de la Contratación. A partir de una Real Provisión del 17 de agosto de 1535 se situará en Cádiz a un Juez Oficial que actuará junto a los delegados de la Casa de la Contratación hasta 1556 y con exclusividad para la Casa a partir de esa fecha. De 1588 a 1610 se situó en Cádiz a un Juez independiente, aunque a partir de 1610, y aunque el juez de Cádiz quiso preservar su independencia, el Consejo de Indias no la renovó. 

El traslado de la institución fue caro. La institución se instaló en unas propiedades que pertenecían al conde de Alcudia y en las obras de reparación de esas casas se gastaron más de 20 000 reales. Sin embargo en 1765 el conde intentó subir el alquiler por el uso de esos inmuebles y, ante la negativa de la Casa, este cesó en el mantenimiento del inmueble. Nunca existió un edificio construido ex profeso para la institución, aunque en 1754 existió un proyecto al respecto. En 1772, como las propiedades del conde ya amenazaban ruina, la Casa se traslada al palacio del marqués de Torresoto.

En el traslado de la Casa de Cádiz a Sevilla hubo importantes cambios en el funcionamiento. Entonces en Sevilla funcionaba con un presidente y dos salas: la Sala de Justicia, formada por tres jueces letrados y un fiscal, y la Sala de Gobierno, formada por los tres jueces oficiales reales (el tesorero, el contador y el factor). Una vez trasladada a Cádiz se suprimirá la Sala de Gobierno y sus competencias pasarán al presidente de la Casa. Además cada sala tenía tres oidores en Sevilla y en Cádiz la Sala de Justicia pasará a tener solamente dos oidores. El primer presidente de la Casa en Cádiz fue José Patiño. Entre 1717 y 1754 el presidente sería también intendente de marina, pero a partir de esa fecha el cargo de intendente de marina pasaría a otra persona. El Intendente de Marina se ocupaba de la inspección de las carenas y el apresto de los navíos y en materia criminal se ocupaba de los casos de indisciplina. Tras la supresión de la Sala de Gobierno y el paso de las competencias al presidente realmente esas competencias pasaron a ser ejercidas por dos oficinas: la de Contadurías y la Depositaria.

El historiador Luis Navarro García dice que los cambios en la Casa de Contratación tras su traslado:

implican una reforma tan radical que sin grave exageración se podría decir que la Casa, durante su permanencia en Cádiz, fue una institución distinta de la que había conocido Sevilla
La Casa estuvo en Cádiz durante 73 años, ya que en 1790 se suprime la institución.

Durante el reinado de Carlos III los reformistas José del Campillo y Jerónimo de Uztariz propusieron medidas liberalizadoras para el comercio americano. En 1765 se autorizaron a las islas del Caribe de Cuba, Santo Domingo, Trinidad y Puerto Rico a comerciar entre sí y con nueve puertos de la península (Cádiz, Sevilla, Málaga, Alicante, Barcelona, Cartagena, Santander, La Coruña y Gijón), además de eliminarse los derechos de palmeo. El decreto de 1765 dejó el sistema de registro de buques para la América meridional y mantuvo el sistema de flotas entre Cádiz y Veracruz para el virreinato de Nueva España. En 1768 la autorización incluyó a Luisiana. En 1770 se concedió este mismo privilegio a Yucatán y Campeche. En 1774 se permitió el comercio entre Nueva España y Guatemala con Nueva Granada y el virreinato del Perú. En 1778, mientras José de Gálvez preparaba el reglamento definitivo, se fueron aprobando una serie de decretos para otorgar el libre comercio a Chile, Perú y el Río de la Plata, y para dar este privilegio a los puertos de Almería, Tortosa, Palma de Mallorca y Santa Cruz de Tenerife, en Canarias.​ Hasta 1788 se excluyeron de estas medidas a los puertos venezolanos para proteger el monopolio de la Real Compañía Guipuzcoana.

El Reglamento y aranceles reales para el comercio libre de España a Indias de 1778 autorizó al comercio de 13 puertos de España con 27 de América.  

Esos trece puertos serían los de Sevilla, Cádiz, Málaga, Almería, Cartagena, Alicante, Alfaques de Tortosa (Tarragona), Barcelona, Santander, Gijón (Asturias), La Coruña, Santa Cruz de la Palma y Santa Cruz de Tenerife. 

En América serían los puertos de San Juan de Puerto Rico; Santo Domingo y Monte-Christi en La Española; Santiago de Cuba, Trinidad, Batabanó y La Habana en Cuba; las dos de Margarita y Trinidad; Campeche, en la provincia de Yucatán; el Golfo de Santo Tomás de Castilla, y el Puerto de Omoa en el Reino de Guatemala; Cartagena de Indias, Santa Marta, Río de la Hacha, Portobelo y Chagre en el de Santa Fe, y en Tierra Firme (exceptuando por ahora los de Venezuela, Cumaná, Guayana, y Maracaibo, concedidos a la Real Compañía Guipuzcoana de Caracas sin privilegio exclusivo); Montevideo y Buenos Aires en el Río de la Plata; Valparaíso y de Concepción en Chile; y los de Arica, Callao y Guayaquil en Perú y Costas de la Mar del Sur.  

Consulado de mercaderes

Los comerciantes desearon tener una organización gremial similar a los consulados y universidades de mercaderes de Burgos y Valencia.​ En agosto de 1543 se creó en Sevilla el Consulado de Cargadores a Indias,​ Se dedicó a resolver procesos jurídicos de derecho civil entre los comerciantes. Esta organización resolvía los asuntos jurídicos entre comerciantes de forma más ágil que la propia Casa de Contratación.​ Los miembros debían pagar una cuota de 1 000 ducados.

Cruz del Juramento
El Consulado carecía inicialmente de un local propio ya que el que utilizaban era parte de la Casa de Contratación. Por lo general, los tratos se realizaban en las gradas de la catedral, no dudando en usar el templo catedralicio si el tiempo se mostraba desapacible.​ Para evitar el ingreso de cabalgaduras en el mismo, el Cabildo eclesiástico acordó el 19 de enero de 1565 poner cadenas alrededor de la catedral.​ Entre 1585 y 1598 se construyó un gran edificio, al sur de la catedral, para que fuera la sede de esta institución y el lugar de trabajo de los mercaderes. El rey encomendó la traza de la edificación a Juan de Herrera, arquitecto que había dirigido pocos años antes la construcción del monasterio de El Escorial. Según Ortiz de Zúñiga:

Habíase puesto en perfección el gran edificio de la Lonja de los Mercaderes entre la Santa Iglesia y el Alcázar Real, que para lustre del comercio mandó hacer el Rey algunos años antes del presente, en el de 1585, a expensas de lo procedido de algunos arbitrios sobre las mismas mercaderías; y este año a 14 de agosto se comenzó a comerciar en ella, dícelo así este letrero sobre su puerta principal: «El católico y muy alto y poderoso don Felipe segundo, Rey de las Españas, mandó hacer esta Lonja a costa de la Universidad de los Mercaderes, de la cual hizo administradores perpetuos al Prior y Cónsules de la dicha Universidad, comenzándose a negociar en ella en 14 días del mes de agosto de 1598 años».

Trazóla, a imitación de las obras Romanas, Juan de Herrera, Maestro Mayor de las obras del Escorial, sobre planta cuadrada, de iguales y conformes fachadas. Su materia de la cantería de Jerez de la Frontera, piedra que llaman Martelilla [...] Pretendióse en esto apartar de la Santa Iglesia y del ámbito de sus gradas y tránsitos de sus puertas los tratos y negociantes que allí se hacían, y no había bastado a impedirlo toda la autoridad eclesiástica.
El consulado se trasladó a Cádiz en 1717. La institución fue suprimida en 1868 cuando se suprimió la jurisdicción civil independiente.



J. M. S.
                                                       

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Flota de Indias

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Flota de Indias

La Flota de Indias o llamada también como la Flota del Tesoro Español o La Española era «el mecanismo de funcionamiento del monopolio comercial español con América y constituyó la esencia de la denominada Carrera de Indias, que englobaba todo el comercio y la navegación de España con sus colonias» (Manuel Lucena). Es decir, era un gran motor económico para España propulsado por la navegación y que proporcionaba bienes a esta desde distintos sitios, como América o la costa de Asia. 

Historia

Del siglo XVI al XVIII, las flotas de Indias llevaban las riquezas de los virreinatos españoles en América a la Corona de Castilla. Los productos transportados eran plata, oro, gemas, especias, cacao y otros. Los galeones salían de la ciudad de Veracruz, en el golfo de México, y llegaban a Sevilla por el Guadalquivir (más tarde a Cádiz).  

La flota de Indias tenía un equivalente para el comercio entre Nueva España (el actual México) y Filipinas, conocido como el galeón de Manila, y que se usaba para cambiar bienes chinos por plata mexicana, a través del puerto de Acapulco. De allí se contactaba mediante transporte terrestre con Veracruz y Acapulco.

Cartagena de Indias, Colombia
Desde el mismo descubrimiento de América, los barcos españoles llevaban riquezas de vuelta a España. En la década de 1520, y debido al incremento de la piratería inglesa y francesa, se decidió organizar un sistema de convoyes para aumentar la seguridad del transporte. La idea era establecer dos flotas distintas, ambas compuestas por galeones fuertemente armados con cañones y barcos mercantes (carracas) para llevar la carga. Las dos flotas salían cada año de Sevilla (a partir de 1679 Cádiz), e iban una a Veracruz y la otra a Sudamérica (Cartagena de Indias, en la actual Colombia, y Nombre de Dios y Portobelo, en la actual Panamá). Tras completar la descarga de sus productos (productos manufacturados, pero después, también esclavos), las flotas se reunían en La Habana, en la isla de Cuba, para el viaje de vuelta.

El comercio con las colonias españolas estaba fuertemente controlado. Por ley, las colonias españolas solo podían comerciar con un puerto en España (Sevilla tuvo el monopolio hasta 1717, cuando la Casa de la Contratación pasa a Cádiz). Los ingleses, neerlandeses y franceses trataron de romper el monopolio, pero este duró durante más de dos siglos. Gracias al monopolio, España se convirtió en el país más rico de Europa. Esta riqueza permitió sufragar sobre todo las guerras contra los protestantes del centro y norte de Europa. También causó una enorme inflación en el siglo XVI, lo que prácticamente destruyó la economía española.
Imagen de la Sevilla del siglo XVI.

Junto a los envíos de particulares, la flota llevaba el «quinto real», un impuesto del 20 por ciento en los metales preciosos y los envíos de particulares. Diversos descubrimientos arqueológicos sugieren que la cantidad de metales realmente transportados era mucho mayor que la declarada en el Archivo de Indias: los mercaderes recurrían al contrabando y a la corrupción para evitar pagar dicho quinto.
En el siglo XVII, el sistema económico empezó a declinar por diversos motivos. Las flotas resultaron afectadas, primero por las tormentas: las de 1622 (incluyendo Nuestra Señora de Atocha), 1715 y 1733 fueron destruidas por huracanes en el Caribe. Segundo, por los piratas, ya fueran establecidos como tal (corsarios) o barcos militares de potencias extranjeras. Tercero, por la caída en la producción de metales preciosos en América. Las flotas pasaron de diecisiete barcos en 1550, a cien, y de mayor tamaño, a finales del siglo XVI. A mediados del XVII constaban de unos veinticinco barcos, y continuaron disminuyendo en tamaño.  

La amenaza de las potencias coloniales rivales aumentó cuando estas pudieron establecer bases en el Caribe. Inglaterra ocupó San Cristóbal y Nieves en 1624, y Holanda Curazao en 1634. La flota de 1628 fue capturada por el holandés Piet Hein en la batalla de la Bahía de Matanzas, durante la guerra de Flandes, y las de 1656 y 1657 fueron capturadas por los ingleses Richard Stayner y Robert Blake durante la guerra anglo-española. La de 1702 fue destruida durante la batalla de Rande. 
Galeón español
Las capturas de la flota causaron una enorme repercusión económica en España. Debilitada por las continuas guerras (en particular la guerra de los Treinta Años), y sufriendo una enorme crisis económica, España comenzó a sufrir ataques a sus colonias a mediados del siglo XVII. En 1739, durante la Guerra del Asiento el inglés Edward Vernon atacó a Portobelo, en Panamá, y posteriormente lo intentó en Cartagena de Indias, al mando de 186 buques, siendo derrotado por Blas de Lezo y sufriendo Inglaterra su más terrible derrota en los mares. En 1762, durante la guerra de los Siete Años, los ingleses ocuparon La Habana y Manila, impidiendo el paso de la flota. 
La última Flota de Indias zarpó en 1776.​ En la década de 1780, España abrió las colonias al mercado libre. En más de 250 años de flota, las pérdidas por ataques fueron mínimas. Puede calificarse así a la Flota de Indias como una de las operaciones navales más exitosas de la historia. De hecho, en los trescientos años de existencia de la Flota de Indias solo dos convoyes fueron hundidos o apresados por los ingleses y otro por los neerlandeses.  


J. M. S



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Hispania cartaginesa

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Hispania cartaginesa



La Hispania o Iberia cartaginesa fue un periodo de la historia antigua de la península ibérica que comenzó con el paso de la dirección de las colonias fenicias a Cartago (coincidiendo con la caída de las antiguas metrópolis fenicias del Mediterráneo oriental, particularmente Tiro, ante Nabucodonosor II -572 a. C.-) y se mantuvo en el tiempo hasta su derrota frente a los romanos en la segunda guerra púnica (206 a. C.). Espacialmente se limitó a la mitad sur de la península ibérica. El topónimo Iberia era el usado en lengua griega, mientras que Hispania era el usado en latín por los romanos, derivado probablemente del topónimo fenicio-cartaginés y-spny ("costa del norte").

Cartago era la principal colonia fenicia, beneficiada por su posición central en el Mediterráneo. La bibliografía suele utilizar los adjetivos "semita" y "púnico" para referirse tanto a fenicios como a cartagineses.

Terracota púnica procedente de Ibiza.
La presencia cartaginesa en Hispania sucedió a la fenicia, que se remontaba a finales del II milenio a. C., con la fundación mítica de Gadir (Cádiz); aunque el periodo de formación efectiva de las colonias comenzaría en torno al siglo VIII a. C (Sexi -Almuñécar-, Abdera -Adra-). El no menos mítico reino de Tartessos fue el interlocutor indígena principal de los fenicios en el sur peninsular, particularmente rico en metales (oro, plata y cobre) muy demandados en Oriente. Las colonias fenicias obtuvieron el control de las rutas comerciales mediterráneas en competencia con las colonias griegas, que fueron excluidas de la zona del Estrecho de Gibraltar. Las rutas atlánticas fueron monopolizadas por los fenicios, que se beneficiaron del comercio de los metales (estaño de las Islas Británicas y Galicia). 

Talasocracia cartaginesa

Tras la batalla de Alalia (hacia 537 a. C.) Cartago se convirtió en la potencia dominante del Mediterráneo occidental (una verdadera "talasocracia" o gobierno de los mares), garantizándose también su presencia en las Baleares (muy anterior especialmente en las islas Pitiusas -los fenicios habrían fundado una colonia en la isla de Ibiza en el año 653 a. C.-) A partir de esta época Tartessos deja de tener existencia histórica, lo que podría deberse a su destrucción por parte de Cartago, aunque se han propuesto otras causas, endógenas, manifestadas de forma gradual (agotamiento de las vetas más fácilmente aprovechables, decadencia del comercio colonial fenicio, ruptura de la ruta terrestre del estaño -controlada ahora por los griegos de Massalia),​ que habrían llevado a las culturas nativas de nuevo a una economía casi exclusivamente agrícola y ganadera, y al cambio tecnológico del bronce al hierro. 
 
En esta etapa, en la que los cartagineses buscan nuevas rutas hacia el oeste (periplo de Himilcón), también surgieron nuevos asentamientos púnicos en la zona del Estrecho, como Rusadir (Melilla).
 

Lucha por la hegemonía entre Roma y Cartago

La hegemonía cartaginesa se prolongó hasta mediados del siglo III a. C., cuando Roma consiguió vencer en la primera guerra púnica, imponiendo su presencia en Sicilia.
 
Para compensar las consecuencias de la derrota, la expansión territorial en la península ibérica era una opción muy ventajosa para Cartago, y de ello se encargó particularmente la poderosa familia Barca, dirigida por Amílcar. Este tuvo previamente que sofocar una revuelta de los mercenarios en África y formar un nuevo ejército principalmente formado por númidas. En 236 a. C. inició su expedición de conquista por Hispania, que mantuvo durante ocho años hasta su muerte en batalla el año 228 a. C. La base cartaginesa más importante fue Qart Hadasht, más tarde conocida por el nombre romano de Carthago Nova (hoy Cartagena), fundada en el 227 a. C. por su yerno Asdrúbal el Bello sobre la ciudad de Mastia.
 

Gobierno de Aníbal

La primera medida de Aníbal, hijo de Amílcar, al asumir el gobierno de las bases cartaginesas en Iberia, fue aumentar y consolidar las ganancias territoriales alcanzadas por su cuñado Asdrúbal y por su padre. Durante el primer año, 221 a.C, dominó a los pueblos de la región del Tajo. Al año siguiente, capturó Helmántica (Salamanca) y Arbucala (Toro),​ capital de los vacceos. En el camino de vuelta a Qart Hadast venció a una coalición de pueblos de la Meseta en territorio de los carpetanos (la denominada batalla del Tajo).

Retrato de Aníbal en el anverso de una moneda.
 
Utilizó, como más tarde en su expedición a las Galias y a Italia, una caballería con dos unidades básicas, pesada y ligera, y los honderos baleares (que Roma incorporó posteriormente a sus ejércitos). El cuerpo principal de infantería era proveniente de Cartago y de otras zonas del norte de África, al que se le sumaron jinetes locales. Tras la derrota cartaginesa en la primera guerra púnica, el ejército cartaginés fue reorganizado por Jantipo, comandante espartano, que introdujo la falange macedonia. Aníbal incorporó la utilización de unidades tácticas ágiles propia de los romanos, así como la espada de los legionarios en lugar de las espadas cortantes de iberos y galos. Su arma más espectacular, nueva en Europa, fue el uso del elefante de guerra. 

Conflicto de Sagunto

Tras llegar a un acuerdo con Asdrúbal sobre sus respectivas esferas de influencia (al norte y sur del Ebro -tratado del Ebro, 226 a. C.-), los romanos habían intervenido discretamente en la colonia griega de Saguntum (Sagunto), al sur del Ebro, pero a la que consideraban incluida en su alianza con la colonia griega de Massilia (Marsella), consiguiendo que sus partidarios tomaran el poder en la ciudad, siguiendo el mismo patrón de "interferencia benevolente" que anteriormente habían ejercido en Sicilia antes de la primera guerra púnica. Roma ofreció garantías a Sagunto de que quedaba bajo su protección frente a la expansión cartaginesa.


Tras dispersar sus tropas al final del año 220 a.C., Aníbal pasó el inverno en Qart Hadasht, en compañía de Asdrúbal y, probablemente, de su hermano menor, Magón. Allí trazaron sus planes de invasión de Italia cruzando los Alpes. En 219 a. C. el ejército cartaginés, apoyado por contingentes locales (especialmente por los turboletas, vecinos y enemigos de los edetanos de la zona mediterránea), atacó Sagunto, cuyas murallas ciclópeas resistieron un asedio de ocho meses. La denuncia de la crueldad de los saqueos y masacres que pusieron fin a su resistencia fue convenientemente utilizado como propaganda por los romanos, y ha quedado reflejado en las fuentes históricas. Una gran parte del botín fue enviada a la metrópolis cartaginesa. Las noticias de la victoria de Aníbal llegaron a Roma al mismo tiempo que volvían los enviados romanos a Cartago (218 a. C.) con la respuesta de que no se respetaría ningún tratado entre Roma y Sagunto. Quinto Fabio Máximo, el líder de la delegación romana, había pedido que escogiesen "paz o guerra". Tras consultar al senado cartaginés, el más viejo de los dos sufetes dijo a los romanos que ellos mismos tomaran la decisión. Fabio dijo "guerra", y los cartagineses respondieron "aceptamos". Fue la segunda guerra púnica. 

Conquista romana

El desembarco romano en Emporion (Ampurias), en el 218 a. C., dio inicio a la presencia romana en Hispania. La toma de Qart Hadasht (209 a. C.) por Escipión el Africano fue el hecho más decisivo. Las batallas de Baecula (208 a. C.), de Ilipa, del Guadalquivir y de Carteia (206 a. C.) significaron el fin de la presencia cartaginesa en la península ibérica, manteniéndose más tiempo en las Baleares. 


J. M. S.

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Reino de Navarra

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Reino de Navarra

El Reino de Navarra fue uno de los reinos medievales de Europa situado en ambas vertientes de los Pirineos occidentales, pero con la mayor parte de su territorio localizado al sur de la cordillera pirenaica, en el norte de la península ibérica. Fue el sucesor del Reino de Pamplona, fundado en torno a la capital navarra en 824, según establecen la mayoría de los historiadores. Tras unos primeros años de expansión y la posterior merma territorial a manos de Castilla y Aragón, el Reino de Navarra se estabilizó con dos territorios diferenciados: la Alta Navarra, al sur de los Pirineos y en la que se encontraba la capital y la mayor parte de la población y los recursos, y la Baja Navarra o Navarra Continental, al norte de la cordillera pirenaica.

El fin de la independencia del reino se produjo cuando Fernando el Católico, y posteriormente su nieto borgoñón Carlos I de España, llevaron a cabo la conquista militar entre los años 1512 y 1528 con distintas resistencias. Se realizaron varios intentos de recuperar la independencia en los años siguientes y finalmente Carlos I de España se replegó de la Baja Navarra por su difícil control. Por lo que esta porción siguió siendo independiente manteniendo las dinastías Foix y Albret, hasta que se asoció dinásticamente a la Corona francesa al subir su rey, Enrique III, al trono galo. Así, los monarcas franceses se intitularon «reyes de Francia y de Navarra». La unión del reino de Navarra a Francia, puramente dinástica, se hizo conservando siempre sus propias instituciones (así, cuando Luis XVI convocó los Estados Generales de Francia, Navarra no envió formalmente diputados a estos, sino al rey en persona, de manera independiente y con su propio Cuaderno de agravios).​ Sin embargo, su estatus diferenciado dentro de la Corona terminó en 1789,​ al ser abolido como reino. Por otra parte, la Navarra peninsular o Alta Navarra se convirtió en uno más de los reinos y territorios de la Corona de Castilla y finalmente de la Monarquía Hispánica, estatus que conservó, gobernada por un virrey, hasta 1841, fecha en la que pasó a ser considerada «provincia foral» española mediante la posteriormente denominada Ley Paccionada, tras la Primera Guerra Carlista.

Bandera Reino de Mavarra

Generalidades

El reino de Navarra surgió de un pequeño territorio que, tras un periodo de expansión, fue menguando paulatinamente en extensión y poder, socavado por las disputas entre las clases dirigentes y las conquistas realizadas por los reinos vecinos.

El espacio navarro se estructuró de manera dual tras la invasión musulmana de la península en el siglo VIII. El norte permaneció poco tiempo bajo dominio musulmán y pronto se organizó en un núcleo cristiano de fugaz sometimiento al Imperio carolingio y con centro en la ciudad de Pamplona, población fundada en época romana como Pompaelo por Pompeyo sobre un asentamiento vascón preexistente denominado «Iruña». Su primer soberano conocido fue Íñigo Íñiguez o Íñigo Arista («Enneco Cognomento Aresta»), cabeza conocida de la primera dinastía navarra.

En el sur, un noble hispano godo oriundo de la zona (Casius) pactó con los invasores musulmanes y se convirtió al islam, consiguiendo así continuar señoreando esa zona del valle del Ebro y prolongando este poder entre los de su estirpe (los Banu Qasi), que durante generaciones afirmarán su poder en el sur del actual territorio navarro, aliándose con los Arista en diversas ocasiones en contra del poder central del emirato cordobés, o del afán expansionista del Imperio carolingio.

Navarra fue uno de los núcleos montañeses de resistencia cristiana impulsados por los francos carolingios que se formaron en los Pirineos, frente a la dominación islámica de la península ibérica, al igual que en Aragón y Cataluña. Inicialmente fue conocido por los cronistas francos como Reino de los Pamploneses o Reino de Pamplona y poco más tarde, como Reino de Pamplona-Nájera en referencia a la importancia en su organización de la ciudad riojana.

En su etapa de mayor expansión territorial, durante la Edad Media, el reino abarcó territorios atlánticos y se expandió más allá del río Ebro, hacia territorios situados en las comunidades autónomas contemporáneas de Aragón, Cantabria, Castilla y León, La Rioja, País Vasco y las regiones administrativas francesas de Aquitania y Mediodía-Pirineos, en las antiguas provincias de Gascuña y Occitania. Las capitales vascas de Vitoria y San Sebastián fueron fundadas por el rey navarro Sancho VI el Sabio.

En su etapa final, el reino resultó dividido en:
  • La Navarra peninsular o Alta Navarra, que fue invadida junto a la Navarra continental en 1512 por Fernando el Católico con el apoyo de Luis Beaumont, hijo del líder beaumontés exiliado tras perder la guerra civil de Navarra años antes, y fue anexionada a la Corona de Castilla. Se integró en el Reino de España o Monarquía Hispánica, conservando instituciones propias como reino. En 1530 el rey Carlos I de España decidió abandonar la Baja Navarra por su difícil control. La Alta Navarra sigue como reino integrante de España hasta que en 1841 es abolido su estatus y pasa a ser una región o provincia.
  • La Navarra continental o Baja Navarra, que se unió dinásticamente con Francia a finales del siglo XVI, y en 1620 se integró en la Monarquía francesa. Conservó instituciones y privilegios propios hasta 1789, en época de la Revolución, ostentando los Borbones franceses el título de reyes de France et de Navarre. No obstante, durante la Restauración francesa, Luis XVIII y Carlos X recuperaron el título de reyes de Francia y de Navarra durante sus reinados, durante el primer tercio del siglo XIX.
El título del príncipe heredero es Príncipe de Viana, que hoy en día ostenta Leonor de Borbón y Ortiz, hija y heredera del rey Felipe VI de España.

Evolución histórica

Reinado de visigodos y francos

Para el periodo de la historia de los vascones contemporánea a la formación y consolidación del reino visigodo en Hispania hay escasas fuentes directas disponibles sobre los acontecimientos y la organización interna de los vascones, y con frecuencia resultan contradictorias.

El Reino de Pamplona bajo Sancho el Mayor (de 1029 a 1035)
Algunos historiadores suponen que los vascones nunca fueron sometidos por los visigodos en su pretensión de lograr la unidad territorial de todas las antiguas provincias hispanorromanas. Otros autores, principalmente en el siglo XIX, supusieron que los visigodos sí llegaron a dominar la tierra de los vascones. La escasez de datos ha llevado a crear la leyenda sobre el Domuit vascones (dominó a los vascones), una supuesta frase que se incluiría en las crónicas de todos los reyes godos, pero que parece ser una invención del novelista Francisco Navarro Villoslada.

Las reflexiones de otros especialistas recuerdan la actitud amistosa de los vascones en el periodo romano y la ausencia de conflictos relevantes durante el Bajo Imperio, resaltando la dificultad de explicar aquellos enfrentamientos sin apoyarse en el contexto de la afirmación del poder autónomo en Aquitania y las rivalidades entre francos y visigodos.

La dominación visigoda de Pamplona es un tema políticamente polémico. Pese a haber sido sede episcopal de la iglesia visigoda, y a haber necrópolis visigodas en Pamplona, existe alguna polémica sobre si existió o no dominación visigoda sobre la ciudad o, simplemente, convivencia. Los testimonios arqueológicos y documentales han recibido diversas interpretaciones en algunos casos derivadas de la polémica política.

Aquitania

En el año 632 el rey merovingio Dagoberto I encabezó una expedición a Zaragoza en apoyo de Sisenando que se había sublevado frente a la autoridad de Suintila. Pocos años después, Dagoberto reunió un ejército de burgundios con los que intentó ocupar sin éxito toda la "patria de Vasconia" en el 635. Sin embargo, en el 636 Dagoberto obtuvo tras una nueva campaña militar, el juramento de lealtad de los vascones al servicio de Aighina, duque sajón de Burdeos. Tras la muerte de Dagoberto, el poder merovingio se fue debilitando para dar paso a un periodo de consolidación de un poder autónomo conocido como ducado de Aquitania dentro del reino franco pero del que se desconocen fuentes de referencia hasta que es citada la concesión a Félix, patricio de Toulouse, del control de todas las ciudades hasta los Pirineos y de los vascones hacia el 672. Para algunos autores, la política de enfrentamiento con el poder franco por parte de Félix, habría sido continuada por su sucesor Lupo, proceso que culminaría en tiempos de Eudes que lograría el reconocimiento de regnum para la parte meridional de la antigua Galia.

Durante los siglos VI y VII, hay teorías que dicen que los vascones del norte cruzaron los Pirineos, ocupando Aquitania, en la actual Francia, donde su lengua influyó en el idioma romance que daría lugar al gascón, a la que dieron el nombre de Gascuña.

Invasión musulmana: Roncesvalles y la formación del Reino de Pamplona

Durante el invierno del 713 los ejércitos musulmanes alcanzaron el valle medio del Ebro que se encontraba gobernado por el conde hispanovisigodo Casio quien eligió someterse al califa Omeya y convertirse al islam dando origen a la estirpe de los Banu Qasi a cambio de mantener su poder en la región. Pamplona sin embargo fue finalmente ocupada tras oponer resistencia en el 718 y obligada a pagar tributo a los gobernadores musulmanes que establecieron un protectorado. La derrota musulmana en la batalla de Poitiers en 732 frente a los francos de Carlos Martel debilitaron la posición musulmana pero el valí Uqba recondujo la situación instalando una guarnición militar en la ciudad entre el 734 y el 741.

La Marca Hispánica de Carlomagno

La Marca Hispánica fue la frontera político-militar del Imperio carolingio al sur de los Pirineos. Tras la conquista musulmana de la península ibérica, este territorio fue dominado mediante guarniciones militares establecidas en lugares como Pamplona, Aragón, Ribagorza, Pallars, Urgel, Cerdaña o Rosellón. A fines del siglo VIII, los carolingios intervinieron en el noreste peninsular con el apoyo de la población autóctona de las montañas. La dominación franca se hizo efectiva entonces más al sur tras la conquista de Gerona (785) y Barcelona (801). En la Marca Hispánica, integrada por condados dependientes de los monarcas carolingios, a principios del siglo IX, los condes francos son sustituidos por nobles autóctonos.

Mapa mostrando todos los condados
 de la Marca Hispánica y Vasconia.
El territorio ganado a los musulmanes se configuró como la Marca Hispánica, en contraposición a la Marca Superior andalusí, e iba de Pamplona hasta Barcelona. De todos ellos, los que alcanzaron mayor protagonismo fueron los de Pamplona, constituido en el primer cuarto del siglo IX en reino; Aragón, constituido en condado independiente en 809; Urgel, importante sede episcopal y condado con dinastía propia desde 815; y el condado de Barcelona, que con el tiempo se convirtió en hegemónico sobre sus vecinos, los de Ausona y Gerona.

Roncesvalles

Carlomagno, aprovechando la rebelión del gobernador de Zaragoza para intervenir en la Península, atravesó con un ejército franco el territorio vascón y destruyó las defensas de Pamplona en su avance hacia Zaragoza, donde a su llegada el cambio de las alianzas de los sublevados le obligó a retirarse. El interés de Carlomagno en los asuntos hispánicos le movió a apoyar una rebelión en el Vilayato de la Marca Superior de al-Ándalus de Sulaymán al-Arabi, que pretendía alzarse a emir de Córdoba con el apoyo de los francos, a cambio de entregar al emperador franco la plaza de Saraqusta.

Carlomagno llegó en el año 778 a las puertas de la ciudad, sin embargo Husayn, el valí de Zaragoza, se negó a franquear la entrada al ejército carolingio. Debido a la complejidad que supondría un largo asedio a una plaza tan fortificada, con un ejército tan alejado de su centro logístico, desistió e inició el camino de vuelta a su reino. Tras reducir a ruinas Pamplona, la capital de los vascones aliados de los Banu Qasi, el 15 de agosto de 778, Carlomagno con el más poderoso ejército del siglo VIII se dirigía al norte por el paso de Roncesvalles, entre el collado de Ibañeta y la hondonada de Valcarlos. En ese punto fueron objeto de una contundente emboscada por partidas de nativos vascones, probablemente instigados por los fieles a los hijos de Sulayman, Aysun y Matruh ben Sulayman al-Arabí, que provocaron un descalabro general a la retaguardia de su ejército, mandada por su sobrino Roldán, a base de lanzarles rocas y dardos. La Chanson de Roland, inmortalizó el evento. La independencia de los condados occidentales respecto del rey Carlomagno se decidió en el fracaso de la toma de Saraqusta.

El Reino de Pamplona

Al menos hasta el año 1130, los reyes se denominaban Pampilonensium rex.​ Incluso Sancho VI de Navarra llega a utilizar esa denominación el año 1150, cuando normalmente empleaba la de rex Nauarre.

El Reino de Pamplona es la denominación empleada por algunos historiadores, de acuerdo a los Anales de los Reyes Francos​ para referirse a lo que fue durante la Alta Edad Media la entidad política surgida en torno a la civitas de Pompaelo, la que había sido la principal ciudad en territorio de los vascones durante la época de la Antigua Roma en la región de los Pirineos occidentales, y al liderazgo de la figura de Íñigo Arista quien fundó la dinastía real y la entidad en el 824,​ con el apoyo de sus aliados de la familia de los Banu Qasi, señores de Tudela, y del obispado de Pamplona. No existe un consenso entre los especialistas para discernir el número preciso de monarcas y la duración de sus mandatos, como tampoco sobre la extensión de su territorio e influencia.

La dinastía de los Íñiguez terminó con Fortún Garcés quien según la tradición, que lo conoce como Fortún el Monje, abdicó y se retiró al monasterio de Leire, siendo sustituida por la de los Jiménez en el 905 que comenzó con Sancho Garcés I (905-925) cuyo reino es conocido como Reino de Pamplona o Navarra.

Pamplona fue durante mucho tiempo la ciudad más importante y rica en territorio cristiano, numerosos intentos por hacer de ella su capital, fueron hechos por pequeños grupos montañeses de cristianos y más tarde por los territorios cercanos. Además de contar con una población numerosa y estable por encontrarse en el valle rico y fértil del río Arga; Era un lugar de reunión e intercambio entre las rutas del mundo islámico al sur y la Europa cristiana al norte, por los pasos pirenaicos vascos y los puertos costeros del mar Cantábrico y las rutas de este a oeste que seguían también los peregrinos cristianos del Camino de Santiago hacia el reino de León, que atravesaba los condados francos del Imperio carolingio en las actuales Navarra, Aragón y Cataluña desde la costa mediterránea condal, y más allá, a través de los puertos mediterráneos. Su neutralidad y buenas relaciones con los belicosos vecinos, la fama de prosperidad y riqueza: comercio e intercambio de artesanías en cuero, instrumentos musicales, libros y armas, materias primas: marfíl, piedras preciosas, paños, aceite, seda, lana, oro, especias... llegó hasta los vikingos.

La constante amenaza que sobre las tierras vasconas se ejercía desde ambas vertientes de los Pirineos favoreció el surgimiento de dos facciones líderes entre la aristocracia vascona, los Íñigo apoyados en los musulmanes por parentesco con los Banu Qasi, y los Velasco apoyados por los francos carolingios. Cuando en el 799 es asesinado por partidarios carolingios el gobernador de Pamplona Mutarrif Ibn Musa, los Íñigo recurrieron a la familia Banu Qasi para retomar el control de la ciudad. Sin embargo, en el 812 el emir Al-Hakam I y Ludovico Pío acordaron una tregua por la que los carolingios tomaban el control de Pamplona, delegando el gobierno en Velasco al Gasalqí. Al término de la tregua, Al-Hakam retomó las hostilidades con los francos y logró recuperar Pamplona en el 816 a cuyo control los francos renunciaron en adelante. Íñigo Arista, sería designado primer rey de Pamplona hasta el 851.

Batalla de Roncesvalles en 778. Muerte de Roldán,
en las Grandes Crónicas de Francia,
ilustradas por Jean Fouquet,
Tours, hacia 1455-1460, BNF.
La primera dinastía navarra (los Arista) será reemplazada tras tres reinados y en un episodio todavía misterioso por la dinastía Jimena, que ampliaría el solar del reino con la incorporación de las tierras riojanas y la Zona Media navarra, bajo la cual Navarra alcanzará la mayor extensión territorial a costa del Islam y de los señoríos cristianos vecinos.

La costa mediterránea, cuajada desde antiguo de torres de vigía contra la piratería berberisca, al grito de "Moros en la Costa" ve en el 858 a los normandos que suben por el Ebro desde Tortosa, lo remontan hasta el reino de Navarra, dejando atrás las inexpugnables ciudades de Zaragoza y Tudela. Suben luego por su afluente, el río Aragón hasta encontrarse con el río Arga, el cual también remontan, llegan hasta Pamplona y la saquean, raptando al rey navarro. En el 859 los vikingos llegan a Pamplona y secuestran al nuevo rey García I Iñíguez. Solo tras pagar un costoso rescate el rey vuelve a Pamplona, pero a partir de entonces la vieja alianza entre los Arista y los Banu Qasi se ha roto y García I será aliado del reino de Asturias.

Debido a los problemas internos de cordobeses y al cambio de actitud de los navarros, el único enemigo de Ordoño I va a ser el caudillo de los Banu Qasí, Musa ibn Musa, quien se titulaba tercer rey de España. En continua rebelión contra Córdoba, trata de asegurar el valle del Ebro a su paso por la Rioja. Musa, en el 855 va a realizar una dura razzia contra Álava y al-Qilá (Castilla) y tras ella se preocupa de restaurar y fortalecer la guarnición militar de Albelda. Viendo la amenaza que esta fortaleza supone sobre los dominios orientales del reino asturiano, Ordoño I y los navarros lanzan una ofensiva contra Albelda. Tras una dura lucha, Ordoño toma la fortaleza y la arrasa. Esta batalla dará lugar en el siglo XII a la legendaria batalla de Clavijo que por muchos es considerada sólo una leyenda forjada por el arzobispo Rodrigo Jiménez de Rada.

Musa II seguirá peleando contra navarros y cordobeses hasta su muerte en el 862. Mientras tanto su hijo Lupp o Lope ben Musà, gobernador de Toledo, se declarará vasallo de Ordoño I. La navarra de origen vascón, Subh, Subh umm Walad, madre del tercer Califa de Córdoba, Hixem II, y una de las mujeres más influyentes de la época islámica, nació probablemente en la década de 940 y murió hacia 999.

El navarroaragonés

El navarroaragonés, una lengua romance, anterior al castellano, hablada en el valle del Ebro durante la Edad Media, con reductos actuales en el Pirineo aragonés, conocidos como aragonés y préstamos en el castellano de La Rioja, Ribera de Navarra y Aragón, con diferentes gradaciones. Tiene su origen en el dialecto latino, durante el Reino de Pamplona, sobre un acusado sustrato vascón. La lengua recibe, en su período medieval, la denominación entre los lingüistas de "navarroaragonés", por la inicial dependencia aragonesa del Reino de Navarra.

La llamada "Reconquista", o expansión del Reino de Navarra sobre tierras musulmanas y cristianas, con la consiguiente repoblación con cristianos del Reino de Navarra, llevaría consigo el idioma por todo el territorio conquistado. La anexión por el Reino de Navarra de los condados aragoneses supuso una importante influencia de la lengua navarroaragonesa sobre los territorios posteriores de la Corona de Aragón y en el castellano.

La primera constancia escrita de la lengua está en las Glosas Emilianenses, en el Monasterio de San Millán de la Cogolla (La Rioja).

La expansión de Sancho III el Mayor

El apogeo se producirá con Sancho III el Mayor. Ascendió al trono entre el año 1000 y el 1004, heredando el reino de Navarra y el condado de Aragón, bajo la tutoría de un consejo de regencia integrado por los obispos y su madre, e incorporando extensos territorios a sus dominios, como el condado de Castilla además del solar tradicional del reino (Pamplona y Nájera). La unión dinástica con Aragón se dio en dos periodos: del año 1000 al 1035 y del año 1076 al 1134.

Bajo su mandato el reino cristiano de Nájera-Pamplona alcanza su mayor extensión territorial, abarcando casi todo el tercio norte peninsular, desde Astorga hasta Ribagorza​ en la reorganización del reino, se cree que creó el vizcondado de Labort, entre 1021 y 1023, con residencia del vizconde en Bayona y el de Baztán hacia 1025. A la muerte del duque Sancho Guillermo de Vasconia, duque de Vasconia, el día 4 de octubre de 1032, trató de extender su autoridad sobre la antigua Vasconia ultrapirenaica comprendida entre los Pirineos y el Garona, aunque no lo consiguió, al heredar el ducado Eudes.

Por el Norte, la frontera del reino pamplonés está clara, los Pirineos (caso de haberse extendido la autoridad de los reyes navarros hasta el Baztán, lo que es lo más probable, pero que no se puede acreditar hasta el 1066), y no se modificó. No es cierto, pese a todas las veces que se ha dicho, que Sancho III lograra el dominio de Gascuña (la única Vasconia de entonces, es decir, el territorio entre los Pirineos y el Garona, en el que la población que podemos considerar vasca por su lengua sólo era una minoría). El rey navarro únicamente pretendió suceder en 1032 al duque de Gascuña Sancho Guillermo, muerto sin descendencia, lo que bastó para que en algunos documentos se le cite reinando en Gascuña. Pero la verdad es que la herencia recayó en Eudes
Reyes de Pamplona de las dinastías Íñiga y Jimena.
 Sancho V (como Sancho I),
 Pedro I y Alfonso I
 fueron además reyes de Aragón.
Tenía su residencia en Nájera, extendiendo sus relaciones más allá de los Pirineos, con el ducado de Gascuña, y aceptando las nuevas corrientes políticas, religiosas e intelectuales.

Su reinado coincidió con la crisis del mundo califal, iniciado a la muerte de Almanzor y terminado con el principio de los Reino de Taifas. Pretendió la unificación de los estados cristianos, bien por vínculos de vasallaje o bajo su propio mando.

En 1016 fijó las fronteras entre Navarra y el Condado de Castilla, e inició un período de relaciones cordiales entre ambos Estados, facilitadas por su matrimonio con Munia, también conocida como Muniadona, hija del conde castellano Sancho García. De este matrimonio nacieron Fernando (Fernando I de Castilla), Gonzalo (Conde de Sobrarbe y Ribagorza) y las hijas Mayor y Jimena, reina de León al casarse con Bermudo III.

Aprovechó las dificultades internas de Sobrarbe-Ribagorza para hacer valer sus intereses como descendiente de Dadildis del Pallars y apoderarse del condado (1016-1019).

Fue encargado de la tutela del conde García de Castilla. Alfonso V de León aprovechó esta situación para apoderarse de las tierras altas situadas entre el río Cea y el Pisuerga. Sancho III se opuso a la expansión leonesa y pactó el matrimonio entre García de Castilla y Sancha de León. A la muerte de Sancho III el Mayor, le hereda su primogénito con obligación del resto de hermanos de rendirle vasallaje, pero éstos no respetan la voluntad testamentaria del monarca y finalmente se divide el reino entre sus hijos, naciendo así los reinos de Aragón, Castilla y Navarra.

Durante el reinado de García Sánchez III (1035 - Atapuerca, 15 de septiembre de 1054) apodado "el de Nájera", y su hijo Sancho Garcés, Navarra se separa de los reinos vecinos.

En 1076, tras el asesinato de Sancho IV, el de Peñalén (arrojado a un precipicio en Funes) Navarra y Aragón siguen nuevamente juntos bajo el reinado de Pedro I y luego el de su hermano, el rey emperador Alfonso, siendo en este período cuando se consuma la toma de Tudela y su distrito. Tras la muerte sin descendencia de Alfonso I el Batallador (1134), le sucede García Ramírez de Navarra. Ni aragoneses ni navarros respetaron el testamento de su rey emperador Alfonso, que dejaba los reinos a la orden del Temple y a otras órdenes militares y cada reino escoge un rey diferente, separándose las coronas de Navarra y Aragón después de 50 años.

La progresiva decadencia territorial del reino

Al separarse de Aragón, Navarra se convierte en un reino sin posibilidad de expansión, al no tener frontera con los territorios musulmanes y encontrarse encajonado entre los ahora mucho más poderosos Castilla y Aragón, territorialmente el reino de Navarra fue paulatinamente reduciéndose, aunque culturalmente continua su expansión.

Así, el Laudo arbitral del Rey Enrique II de Inglaterra de 16 de marzo de 1177, realizado entre los Reyes Alfonso VIII, por parte de la corona de Castilla, y Sancho VI el Sabio, por parte del Reino de Navarra, relativo a la pertenencia territorial y límites fronterizos, fue emitido tras aceptar ambos un Pacto-Convenio el 25 de agosto de 1176 en el que aceptaban el arbitrio del rey inglés y que se respetaría una tregua de siete años. Dicho laudo dispuso la entrega a Castilla de ciertos territorios, principalmente de La Rioja, recibiendo Navarra en contraprestación entre otros los territorios de Álava, Guipúzcoa y el Duranguesado (Vizcaya), además de una compensación económica.​ Ninguna de las partes cumplió el dictamen, aunque posteriormente ambas partes acordaron acatar únicamente lo relativo a la situación de los territorios de la actual comunidad de La Rioja, que dejó ya de pertenecer al Reino de Navarra desde esa fecha. Existen varias interpretaciones de dicho laudo.

El expansionismo castellano y aragonés hizo menguar el territorio navarro. La determinación de repartírselo, consta en varios tratados realizados por dichos reinos en el siglo XII. Los reyes de estos dos reinos firmaron el "Tratado de Cazola" de marzo de 1179 o el de 1198, para repartirse el reino de Navarra, teniendo como nueva frontera entre ambos reinos el río Arga, que cruza Navarra de norte a sur.

La pérdida de Álava, Guipúzcoa y el Duranguesado (1200)

Así hacia 1200 y a pesar de un labor repobladora navarra de la zona (que dio como fruto, entre otros, la fundación de Vitoria y San Sebastián, dos de las tres capitales de la actual comunidad autónoma del País Vasco), Castilla, apoyada en la baja nobleza, consiguió el apoyo de facciones locales en el Duranguesado, y en Álava, después de haber sitiado Vitoria durante nueve meses.

En cuanto a Guipúzcoa, se ha solido creer que debido a la superioridad militar demostrada por el ejército castellano mandado por el Señor de Vizcaya en Vitoria y ante la entrada de las tropas castellanas en su territorio, Guipúzcoa se incorporó a Castilla mediante negociación. Sin embargo, a raíz de la relectura de fuentes históricas conocidas, hay que reconsiderar esta creencia, puesto que se ha descubierto que al igual que Vitoria, San Sebastián fue también conquistada militarmente.

Los parientes mayores de Guipúzcoa, que ya estaban divididos en dos bandos irreconciliables,​ mantuvieron sus posiciones: los oñacinos, apoyaban la agregación a Castilla, y los gamboínos, defendían la continuación de la unión con Navarra.

A su vez estos bandos tenían el apoyo de las facciones navarras y así los beamonteses apoyaban a los oñacinos y los agramonteses a los gamboínos.

La reorganización interna

El trabajo de los monarcas del siglo XIII, tras la conquista parcial de Navarra, se basará en la reconstrucción y reorganización interior del reino y en hacer frente a las continuas apetencias de reparto entre sus vecinos. Pese a todo participará en empresas como la batalla de las Navas de Tolosa (1212), en la que destacó el monarca navarro Sancho VII el Fuerte y donde según la leyenda consiguió las cadenas y la esmeralda que conformaron desde entonces el símbolo de la dinastía de Navarra, en sustitución de su emblema personal llamado 'Arrano beltza (águila negra).

Sello del rey de Navarra Sancho VII el Fuerte
La muerte sin descendencia de Sancho VII el Fuerte, a pesar de haber dejado un pacto de prohijamiento con Jaime de Aragón, supone la entronización en Navarra durante casi dos siglos de dinastías francesas (la de Champaña, la Capeta y la de Évreux), que también dispondrán de territorios en Francia y descuidarán en diverso grado el gobierno del pequeño reino.

Guerra de la Navarrería (1276)

La ciudad de Pamplona estaba dividida en burgos independientes y enfrentados (Navarrería y San Miguel frente a los burgos de San Cernin y San Nicolás), aliados con otros Estados siendo, por ejemplo, arrasado el barrio de la Navarrería por tropas francesas en 1276 y extendiéndose la confrontación por toda Navarra, venciendo éstos a los aliados castellanos e implantando el acercamiento de Navarra a Francia.

La guerra civil (1451)

Tras la instauración de la Casa de Trastámara en Aragón a mediados del siglo XV, la crisis sociopolítica del reino fue paulatinamente polarizando a las fuerzas vivas de Navarra en torno a dos bandos: los beamonteses y los agramonteses.

Es éste un conflicto complejo con posiciones y actitudes cambiantes que aparentemente es un conflicto entre facciones nobiliarias, pero que parece también evidenciar algún tipo de enfrentamiento socioeconómico montaña-ribera, según unos autores. De todas formas ambas facciones tenían una distribución por toda Navarra. Este enfrentamiento llevaría a una guerra civil en 1441, cuando Juan II de Aragón (rey consorte de Navarra) se quedó para sí el trono, en vez cederlo a su hijo Carlos, Príncipe de Viana, al que le correspondía. Carlos había sido designado heredero del reino por el testamento de su madre la reina Blanca, aún prescribiendo dicho documento que no tomara posesión del reino sin el beneplácito de su padre Juan II. En 1452 el príncipe fue apresado en la batalla de Aibar.

La guerra civil persistió tras la muerte de Carlos, Príncipe de Viana en 1461 y a la de Juan II en 1479. Los beamonteses tenían el apoyo de los castellanos, mientras que los agramonteses tuvieron primero como aliados a los aragoneses (por ser Juan II rey de Aragón) y luego a los franceses.

Demográficamente el Reino de Navarra había alcanzado mínimos entre los años 1450 y 1465, coincidiendo con los episodios más agudos del conflicto civil (que no fue sangriento de forma directa); a la pérdida de población debida a los sabotajes se suma la epidemia de peste entre los años 1504 y 1507, recuperando mayores cotas poblacionales a partir de 1530 (una vez realizada y asentada la conquista de Navarra por parte de Castilla y Aragón).

La conquista castellano-aragonesa (1512)

A finales del siglo XV el rey de Aragón Fernando el Católico realizaba continuas injerencias en la guerra civil de Navarra en apoyo a los Beaumonteses y que en algunos periodos había supuesto una auténtica ocupación militar. A principios del siglo XVI los beaumonteses habían perdido la guerra civil y su líder había huido al exilio castellano, donde falleció. Desde allí su descendiente apoyó al rey aragonés en su ya decidida invasión del reino de Navarra. Esto hizo que en 1512 el rey de Navarra se viera obligado a firmar el Tratado de Blois, por el cual conseguía apoyo del reino de Francia ante una posible agresión. Esto fue considerado por Castilla y Aragón como una beligerancia, ya que Francisco I de Francia estaba enfrentado al castellano-aragonés y además era declarado un monarca cismático en el V Concilio de Letrán por el papa Julio II.

Fernando el Católico, que era hermanastro del fallecido Carlos Príncipe de Viana (hijo de Juan II y su primer matrimonio con la reina Blanca I), inició la invasión el 10 de julio con la toma de Goizueta, aunque no se publicitó y ocho días antes de la firma del Tratado de Blois. El grueso del ejército de más de 16.000 hombres bien pertrechados y experimentados entró en Navarra desde Álava el día 22 de julio, al mando de Fadrique Álvarez de Toledo, segundo duque de Alba con apoyo del líder beaumontés conde de Lerín (Condestable de Navarra) y sus hombres.

El poderoso ejército se asentó a las afueras de Pamplona (concretamente en el palacio de Arazuri, dominado por el bando beamontés), entonces una ciudad de entre 6.000 y 10.000 almas y mal fortificada, que firmó la rendición 25 de julio. El archivo de Simancas contiene documentos relativos a esta época.

En otros lugares de Navarra, la resistencia fue mayor: Lumbier hasta el 10 de agosto, Estella hasta agosto, Viana hasta el 15 de agosto, Roncal hasta el 9 de septiembre, al igual que Tudela, que fue el mayor bastión agramontés, donde para tomarlo tuvieron que venir fuerzas de Aragón. Los reyes navarros Juan y Catalina se refugiaron en sus dominios del Bearn desde donde organizaron la resistencia.

Estandarte de los Reyes de Navarra desde 1212 (Versión antigua)
La conquista de la Alta Navarra no finalizó aquí, ya que Catalina de Foix y Juan III de Albret, y posteriormente Enrique II, apoyados por los monarcas franceses, hicieron hasta tres intentos militares de recobrar el reino.

El primero lo realizaron ese mismo año, en noviembre, cuando un ejército de navarros agramonteses, franceses y mercenarios se adentraron en el reino con 15.000 hombres al mando de Juan de Albret y el general La Palice. Varias ciudades del interior se alzaron, como Estella, Cábrega, Villamayor de Monjardín y Tafalla, llegando a sitiar Pamplona del 3 al 30 de noviembre. Ante la llegada de refuerzos castellanos por el Perdón, se realizó un asalto precipitado el 27 de noviembre de Pamplona, que fracasó. Debido a la proximidad del invierno, las tropas franco-navarras iniciaron la retirada hacia el Baztán. En el puerto de Velate, la retaguardia fue sorprendida por fuerzas castellanas, en las que predominaban guipuzcoanos oñacinos, al mando de López de Ayala, en la que ha sido denominada batalla de Velate con la derrota y pérdida de doce piezas de artillería, y se discute si también se produjo la pérdida de más de mil hombres de los franco-navarros.

La segunda tuvo lugar en 1516, aprovechando la muerte de Fernando el Católico y la complicada sucesión castellana. El ejército, al mando del mariscal Pedro de Navarra, mal pertrechado y equipado, fue derrotado en el Roncal por el coronel Cristóbal de Villalba. El mariscal fue hecho prisionero (moriría asesinado en el castillo de Simancas en 1522). Para evitar posteriores problemas, el cardenal Cisneros, regente de Castilla, ordenó la demolición de todas las fortalezas, exceptuando las estratégicas y las pertenecientes a los aliados beamonteses.

Sin éxito la vía militar, se intentó la diplomática. Así tuvieron lugar dos encuentros entre las partes, en Noyón (1516) y Montpellier (1519), que no arrojaron ningún éxito, por lo que los reyes navarros, apoyados por Francia, realizaron un último intento bélico.

En 1521, aprovechando la Guerra de las Comunidades que asolaba Castilla, y reinando Enrique II, que contaba con el apoyo incondicional de Francisco I de Francia, deseoso de debilitar a toda costa a Carlos I, tuvo lugar un alzamiento generalizado en toda Navarra, incluyendo las ciudades beamontesas, al tiempo que un ejército navarro-gascón que vino por el norte, consiguió reconquistar toda Navarra. Sin embargo, el ataque se había demorado demasiado, no produciéndose hasta mayo, cuando en abril los comuneros habían sido aplastados por las tropas reales. Además, en vez de consolidar la victoria, el ejército navarro-gascón quiso entrar en Logroño sitiándolo, lo que hizo que el ejército castellano se reorganizara con tres cuerpos de ejército. El diez de junio las tropas comenzaron a retirarse por la presión de las tropas castellanas en un número que triplicaba a las navarras. Hubo algún enfrentamiento en Puente la Reina, y tras cometer varios errores estratégicos, finalmente se enfrentaron en una cruenta batalla de Noáin (30 de junio de 1521), a las afueras de Pamplona, donde no menos de 5.000 combatientes perdieron la vida. Tras esta derrota, los restos del ejército franco-navarro se dispersaron, aunque hacia octubre algunos combatientes se hicieron fuertes en el castillo de Maya (valle de Baztán), donde resistieron hasta el 19 de julio de 1522 y en la fortaleza de Fuenterrabía, que resistió hasta marzo de 1524. En diciembre de 1523, Carlos I decretó un perdón para los sublevados, excluyendo a unos setenta miembros de la nobleza navarra. Para conseguir la caída de Fuenterrabía, el emperador decretó un nuevo perdón, incluyendo a los excluidos del anterior, a condición de que se le prestase juramento de fidelidad. Así terminaron los intentos tanto por recobrar la independencia de la Alta Navarra. La inestabilidad de la ocupación en la Baja Navarra hizo que Carlos I renunciara definitivamente a ella, retirándose definitivamente para 1530, donde el rey de Navarra Enrique II, mantuvo la independencia del reino.

A pesar de los diversos intentos de reconquista, Fernando el Católico había seguido trabajando para consolidar la incorporación institucional de Navarra a sus dominios. En 1513, las Cortes de Navarra, convocadas en Pamplona por el virrey castellano y sólo con la asistencia de beamonteses, nombraron a Fernando el Católico rey de Navarra. El 7 de julio de 1515 las Cortes de Castilla en Burgos, sin ningún navarro presente, anexionan el Reino de Navarra al de Castilla. El nuevo rey se comprometió a respetar los fueros del reino.

Los reyes posteriores continuaron jurando las leyes propias navarras. Sin embargo, a partir del siglo XVIII, los fueros comenzarán a ser definitivamente atacados hasta ser abolidos en el siglo XIX. Como justificación ideológica adicional, aparte del tratado de Blois (que fue la excusa que consideró a Navarra en un estado enemigo) Fernando el Católico tuvo a su favor el hecho de que el papa Julio II excomulgara a los reyes de Navarra y les desposeyera del reino alegando connivencias de la casa real navarra con el protestantismo que se estaba extendiendo por el sur de Francia y su alianza con el monarca francés, declarado cismático.

En 1516, el cardenal Cisneros ordena eliminar todos los signos defensivos de Navarra, debido a la imposibilidad de defender con el ejército castellano todos los castillos. Navarra llegó a tener más de un centenar de castillos en todo lo que fue el Reino de Navarra.​ Muy pocos han quedado en pie, y estos sólo parcialmente, desmochados.

Tras una irregular ocupación de la Baja Navarra, incluida San Juan de Pie de Puerto por parte de las tropas del emperador Carlos V, en 1528, éste decide abandonar el territorio por su difícil defensa. En esta parte del reino de Navarra continuó la dinastía Albret-Foix que entroncaría con la de Borbón, quienes llegarían a reinar en Francia y aunque sus dominios en el Bearne eran mayores que los de Navarra, estos territorios navarros les conferían la dignidad real, y muy celosamente sus sucesores la conservaron separada, aún después de acceder al trono de Francia y llevaron la titulación de reyes de Francia y Navarra. Luis XIII aceptó una reconciliación de los Fort et costumas deu Royaume de Navarra deça ports en 1611 pero cuidando de que no se incluyeran capítulos de derecho público. En 1620 publicó el edicto de incorporación del Reino de Navarra junto a los territorios del Bearne, Andorra y Donnezan a la Corona de Francia, conservando a sus habitantes en sus fueros, franquezas, libertades y derechos.;​ en 1789, con la Revolución francesa se produjo la abolición de todos los privilegios de todos los territorios de la monarquía en un derecho común, suprimiéndose el título de reyes de Francia y Navarra en 1789, a pesar de la oposición de Navarra. En 1790, La Asamblea Nacional decretó la creación del departamento de Bajos Pirineos (actualmente Pirineos Atlánticos) en el que entraron el Bearne, la Baja Navarra y otras tierras próximas.
Escudo de Carlos I en la muralla de Viana,
con las armas españolas de la Monarquía
y las de Navarra en lugar preferente
Desde ese momento la actual Navarra peninsular quedará integrada en la Monarquía Hispánica, no presentando inestabilidad de calado y permaneciendo con la corona castellana cuando hacia 1640 el sistema territorial de la monarquía de los Austrias entra en crisis con la separación de Portugal y la revuelta de Cataluña. Pese a todo, y de manera paulatina, conforme la rivalidad franco-española se traslade a otros ámbitos, Navarra se convertirá en un reino olvidado y cada vez más marginado de los focos de poder político y económico. La dinastía Habsburgo establecerá en Pamplona la figura de un virrey, permaneciendo con gran actividad las cortes del reino.

Durante la Guerra de Sucesión Española, Navarra (a pesar del fiero sentimiento antifránces del pueblo) se posicionará a favor del duque de Anjou (futuro Felipe V) en lugar de por el archiduque Carlos de Austria (como lo hicieron los reinos de la Corona de Aragón). Es por ello por lo que tanto Tudela como Sangüesa fueron ocupadas por las tropas austracistas. A la finalización del conflicto, Navarra, al igual que las provincias vascas, conservaron sus fueros frente a los reinos de la Corona de Aragón, declarados traidores por Felipe V y despojados de sus prerrogativas forales por los Decretos de Nueva Planta.

Lógicamente, la nueva dinastía reinante se mostró mucho más centralista y menos pactista que la Habsburgo y en diversas ocasiones el régimen foral fue puesto en entredicho desde el gobierno de la monarquía.

La provincia de Navarra (1841)

El 14 de noviembre de 1833 los rebeldes carlistas eligieron en Estella a Tomás de Zumalacárregui como su jefe.

El general Maroto a cargo de las tropas carlistas del Norte y el general Espartero como representante del gobierno de Isabel II, el 29 de agosto de 1839, firman el Convenio de Oñate que puso fin a la Primera Guerra Carlista (1833-1840) en el norte de la península, confirmado con el conocido como "el Abrazo de Vergara" entre Maroto y Espartero el 31 de agosto. Maroto no contaba con el apoyo del pretendiente don Carlos y tampoco con la aveniencia de parte de sus tropas. El 14 de septiembre de 1839 el pretendiente carlista y las tropas que le permanecían fieles cruzaron la frontera francesa y la guerra iniciada en 1833, con el apoyo mayoritario de la población rural de Navarra al pretendiente real don Carlos, terminó en el frente norte.

En este convenio también se acuerda eliminar ciertas particularidades forales para adecuarlas a la constitución de 1837 (Artículo 1.°. El capitán general, don Baldomero Espartero, recomendará con interés al Gobierno el cumplimiento de su oferta de comprometerse formalmente a proponer a las Cortes la concesión o modificación de los fueros.), según posteriormente se reflejaría en el Decreto de Confirmación de Fueros de 1839, con el compromiso de respetar los fueros «sin perjuicio de la unidad constitucional de la monarquía», "oyendo" a Navarra y a las Provincias Vascongadas.

El gobierno liberal quería imponer sus principios centralistas y suprimir los fueros por considerarlos privilegios medievales injustos y por ello los liberales de la Diputación Provincial con Yanguas Miranda como cabeza visible, negocian con el gobierno central la supresión de casi todos los privilegios forales. De esta manera en 1841 y mediante la Ley de Modificación de Fueros de Navarra, después llamada Ley Paccionada Navarra, el Reino de Navarra dejó de existir y pasó a ser considerada como una «provincia foral», con lo que pierde definitivamente su soberanía en favor de una soberanía española. Con ello perdió prerrogativas, como la exención del servicio militar y la acuñación de moneda propia, así como el traslado de las aduanas del Ebro a los Pirineos. Sin embargo, la provincia seguía reteniendo amplia autonomía fiscal, administrativa y tributaria consignada en la Ley Paccionada de 1841.

El calificativo de "Paccionada" hacía referencia a que su promulgación fue pactada con la Diputación Provincial, la cual estaba controlada por los liberales navarros. Todo este proceso fue abiertamente criticado por Ángel Sagaseta de Ilurdoz Garraza último Síndico de la Cortes del Reino.

Moneda de un maravedí emitida en Pamplona en 1830.
En ella figura Fernando VII como Fernando III de Navarra.
El ministro de Sagasta, Germán Gamazo, intentó suprimir en 1893 la autonomía fiscal de la Ley Paccionada, se produjo una reacción popular e institucional denominada como «Gamazada». Esta normativa no se llegó a aplicar debido a que el ministro dimitió por otras razones, entre otras, por la rebelión en Cuba de 1895.

Lenguas en la Edad Media

La población hablaba vasco y variantes romances: el romance navarro endógeno, y la variante romance occitana languedociana, de carácter exógeno.​ El vasco seguiría siendo predominante entre la población rural,​ aunque, a pesar de su mayor arraigo entre el vulgo, era sin embargo escrito con poca frecuencia y de forma en cualquier caso informal. El romance navarro, adoptado como lengua de la cancillería real en 1223, dejando postergado al latín, fue lengua oficial del reino por lo menos desde 1329,​ Esta variante romance se impondría progresivamente al occitano en la lengua escrita, siendo reemplazada por el castellano al final de la Edad Media.​ Al norte de los Pirineos, en la Baja Navarra, los textos de las administraciones eclesiástica, señorial y municipal aparecen escritos en romance navarro y en gascón.


J. M. S.

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