Severo Ochoa. Biografía

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Severo Ochoa. Biografía

(Luarca, Asturias, 1905 - Madrid, 1993) Bioquímico español que fue Premio Nobel de Fisiología y Medicina de 1959. Compartió el premio con el bioquímico Arthur Kornberg, por sus descubrimientos sobre el mecanismo de la síntesis biológica del ácido ribonucleico (ARN) y del ácido desoxirribonucleico (ADN).

Severo Ochoa estudió en Málaga, ciudad a la que se trasladó con su familia tras el fallecimiento de su padre en 1912. Su interés por la biología fue estimulado en gran parte por las publicaciones del gran neurólogo español Santiago Ramón y Cajal; Ochoa se trasladó a Madrid y cursó estudios de medicina que, en aquella época, eran los que mejor salida daban a sus perspectivas futuras.

Se licenció en 1929 por la Universidad Complutense de Madrid doctorándose poco después. Sin embargo, nunca ejerció la medicina; el mismo declaró en numerosas ocasiones que no había visto a un enfermo desde que salió de la Facultad. Durante su estancia en Madrid vivió en la Residencia de Estudiantes, en la que ingresó en 1927, y allí fue compañero de grandes intelectuales y artistas de la época, como Federico García Lorca y Salvador Dalí.

En la Universidad madrileña fue profesor ayudante de Juan Negrín y le fueron concedidas varias becas para ampliar sus estudios en las Universidades de Glasgow, Berlín y Londres, y principalmente en Heidelberg, concretamente en el Instituto Kaiser Wilhelm para la Investigación Médica; durante este periodo trabajó en la bioquímica y la fisiología del músculo, bajo la dirección del profesor Otto Meyerhof, cuya influencia fue decisiva a la hora de tomar una perspectiva en su futura carrera científica.

En 1931, ya de vuelta en Madrid y en el mismo año de su boda con Carmen García Cobián, fue nombrado Profesor Ayudante de Fisiología y Bioquímica de la Facultad de Medicina de Madrid, cargo que ocupó hasta 1935. En 1932 realizó los primeros estudios importantes sobre enzimología en el Instituto Nacional para la Investigación Médica de Londres, y en 1935 fue invitado por el profesor Carlos Jiménez Díaz a asumir la Dirección del Departamento de Fisiología del Instituto de Investigaciones Médicas de la Ciudad Universitaria de Madrid.

En 1936 estalló la Guerra Civil Española y ello favoreció la partida de Severo Ochoa hacia ambientes más propicios para la investigación. Así, llegó de nuevo a Alemania y en ese mismo año fue designado asistente de investigación invitado en el Laboratorio de Meyerhof de Heidelberg, donde estudió las enzimas de ciertos pasos de la glucolisis y de las fermentaciones.

Pero tampoco duró aquí mucho tiempo, pues la invasión nazi no tardó en llegar y tuvo que salir del país, ya que su jefe era judío. En 1937 se trasladó a Plymouth y allí investigó en el Laboratorio de Biología Marina, y desde 1938 hasta 1941 se dedicó al estudio de la función biológica de la tiamina (vitamina B1) y de otros aspectos enzimáticos del metabolismo oxidativo, en el Laboratorio de Rudolph Peters de la Universidad de Oxford.

Emigró a los Estados Unidos en 1941, esta vez a causa del estallido de la Segunda Guerra Mundial. Comenzó su andadura americana con un cargo en el Departamento de Farmacología de la Escuela de Medicina de la Universidad de Washington, en San Louis, y allí realizó interesantes estudios enzimológicos con los investigadores Carl Cori y Gerty Cori. Posteriormente, en 1942, pasó a trabajar en la Universidad de Nueva York, donde permaneció gran parte de su vida; allí, y estimulado por su esposa, emprendió una carrera de investigación independiente que más tarde daría sus frutos, mientras realizaba su labor como investigador asociado en la Facultad de Medicina.

Aunque Severo estaba convencido de los beneficios que les reportaría la nacionalidad americana, dejó que fuera su mujer la que tomara, más tarde, la decisión de pedir la ciudadanía americana, que les fue concedida en 1956; pero según sus propias palabras él siempre se consideró "un exiliado científico, no político".

Sus experimentos realizados en esta época sobre farmacología y bioquímica, especialmente en el campo de las enzimas, le valieron la Medalla Bewberg de 1951. Investigó el metabolismo de los hidratos de carbono y de los ácidos grasos, y descubrió una nueva enzima que aclaraba el mecanismo de oxidación del ácido pirúvico (ciclo de Krebs); también estudió el papel del complejo vitamínico B en estos ciclos y el proceso de fijación de CO2 por parte de las plantas verdes en la fotosíntesis. Pero sus principales investigaciones se centraron en los fosfatos de alta energía que participaban en las reacciones bioquímicas.

Eran éstos unos años en los que la bioquímica experimentaba una revolución a nivel molecular; así en 1953, James Watson y Francis Crick habían propuesto un modelo en forma de doble hélice que explicaba la estructura molecular del ADN (ácido desoxirribonucleico) y en 1955 Severo Ochoa descubrió y aisló una enzima de una célula bacteriana de Escherichia coli, que él denominó polinucleótido-fosforilasa y que luego fue conocida como ARN-polimerasa, cuya función catalítica es la síntesis de ARN (ácido ribonucleico), la molécula necesaria para la síntesis de proteínas.

Con esa enzima, Ochoa consiguió por vez primera la síntesis del ARN en el laboratorio, a partir de un sustrato adecuado de nucleótidos (sus componentes elementales). Un año más tarde, el bioquímico norteamericano Arthur Kornberg, discípulo de Ochoa, demostró que la síntesis de ADN también requiere otra enzima polimerasa, específica para esta cadena. Ambos compartieron el Premio Nobel de Fisiología y Medicina de 1959 por sus descubrimientos.

Estos extraordinarios hallazgos permitieron posteriormente el desciframiento del código genético (que se comprobó era universal para todos los seres vivos) y la confirmada capacidad reproductiva de los ácidos nucleicos hizo que éstos fueran ya considerados como las moléculas de la herencia biológica. Por ello, el científico Hermann Joseph Muller afirmó que la vida se creo artificialmente en el laboratorio en 1955, en alusión al experimento de Ochoa.

Posteriormente, vista la importancia biológica de la doble hélice de ADN, Watson y Crick compartieron el Premio Nobel de Fisiología y Medicina de 1963. Severo Ochoa continuó investigando el mecanismo molecular de la lectura del mensaje genético y su expresión. En 1971 fue nombrado Director del Laboratorio de Biología Molecular de la Universidad Autónoma de Madrid. Dejó la Universidad de Nueva York en 1975, regresó a su país de origen y en la década de 1980 dirigió dos grupos de investigación en biosíntesis de proteínas simultáneamente, uno en el Instituto de Biología Molecular de Madrid y otro en el Roche Institute of Molecular Biology de Nueva Jersey, en Estados Unidos, hasta que en 1985 fijó su residencia definitivamente en España. Aunque se jubiló oficialmente en 1975, nunca abandonó la investigación.

En mayo de 1986 murió su mujer, y ello supuso para Severo un golpe muy duro que le sumergió en una especie de profunda depresión. A partir de entonces, Ochoa decidió no volver a publicar ningún trabajo científico más, con lo que puso totalmente fin a su brillante carrera. A partir de entonces se dedicó principalmente a dar conferencias, a atender a los medios de comunicación y a tratar con los estudiantes del Centro de Biología Molecular de Madrid. En junio de 1993, Severo Ochoa presentó en Madrid su biografía titulada La emoción de descubrir, escrita por el periodista Mariano Gómez-Santos, y en noviembre de ese mismo año murió en Madrid, a la edad de 88 años, a consecuencia de una neumonía.


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¡Deus Vult!

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El discurso papal que dio comienzo a las Cruzadas


Durante el Concilio de Clermont, el papa Urbano II hizo un llamamiento a toda la cristiandad para luchar contra el islam y recuperar Tierra Santa
 
 
El 27 de noviembre del año 1095, el papa Urbano II pronunció un discurso que marcó la historia medieval y cambió el panorama político y económico en Europa y Oriente Próximo durante dos siglos. Aquel día, ante más de tres centenares de nobles y miembros de la curia, el sucesor de san Pedro habló de la amenaza sarracena y llamó a las armas a todos los buenos cristianos para que partieran, espada en mano, a luchar en Tierra Santa y recuperar los lugares que creían ser suyos por derecho divino. Aquel 27 de noviembre comenzó la Primera Cruzada. 

En marzo de ese mismo año, durante el Concilio de Piacenza, Urbano II había recibido una carta del emperador bizantino Alejo I Comneno en la que le pedía ayuda para luchar contra los selyúcidas, que estaban tomando la delantera en el campo de batalla. El papa recibió la noticia con entusiasmo ya que veía en ella una oportunidad única para reparar el Cisma de Oriente y Occidente reunificando a la religión cristiana bajo un único estandarte (el suyo) y aumentar su influencia. Urbano II convocó un nuevo concilio para noviembre, esa vez en Clermont (Francia), y pidió a los religiosos que iban a asistir que invitaran a los nobles más destacados y poderosos de Europa.
 
Llegada la fecha señalada, el concilio se desarrolló como otro cualquiera. Se trataron y discutieron asuntos teológicos y la anécdota más destacable es que el papa confirmó la excomunión del rey Felipe I de Francia por haber tomado nupcias por segunda vez. El día 27, refiriéndose a la carta que había recibido de Alejo I Comneno, Urbano II subió al estrado y dio un largo discurso (del que se conservan hasta cinco versiones distintas) en el que declaraba la guerra santa (bellum sacrum) contra los musulmanes y animaba a los reyes, nobles y caballeros del continente a marchar hacia Tierra Santa y recuperar Jerusalén y los demás lugares de la cristiandad. El papa Urbano II terminó su perorata con la exclamación ‘¡DeusVult!’, que significa ‘Dios lo quiere’ y que casi forzaba a todo señor que se considerara un buen cristiano a cumplir aquella voluntad divina.
 
Por supuesto, no todos quedaron convencidos y el tema se trató durante varios días. Para animar la cosa y sumar adeptos a su campaña, Urbano II aseguró que la conquista de aquellos lejanos lugares supondría una nueva ‘tierra de la que mana leche y miel’ en la que nobles y campesinos europeos podrían instalarse. También se aseguró que todo aquel que muriese durante la guerra santa lo haría libre de pecado y por lo tanto podría disfrutar del Paraíso y que, para los que sobrevivieran, su paso por las Cruzadas sería considerado como una peregrinación completa y por lo tanto le serían perdonados todos los pecados. Además se propuso un concepto muy interesante: la Paz y Tregua de Dios, por la cual los reinos cristianos solo podían combatir entre ellos los lunes, los martes y los miércoles. Al limitar la posibilidad de guerrear contra sus vecinos o contra otros señores, la nobleza europea perdía una de las vías por las que ganaban poder, influencia y riqueza, teniendo que buscar un sustituto que le pareciera bien a la Santa Madre Iglesia.

El discurso de Urbano II consiguió lo que quería: inflamar los sentimientos religiosos y presentar un enemigo común contra el que todos los cristianos podrían combatir. Las movilizaciones de soldados (tanto profesionales como campesinos y siervos) fueron masivas y la Primera Cruzada comenzaría con entre 60 000 y 100 000 guerreros con la cruz al pecho marchando hacia Tierra Santa. Esa ‘voluntad de Dios’ de la que hablaba Urbano II daría lugar a ocho cruzadas repartidas entre los años 1095 y 1291, dos siglos de sangre y luchas religiosas que terminaron con la victoria de los cristianos.
 


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Submarino Peral

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Submarino Peral

(Isaac Peral, Cartagena España, 1 de junio de 1851)

El Peral fue un prototipo de submarino con propulsión eléctrica realizado por la Armada Española según un proyecto de Isaac Peral. Fue el primer submarino militar de la historia.

Génesis

Aunque no fue la primera vez que se planeaba la construcción de un buque que navegaba en inmersión, en 1885 la novedad era que se propulsaba por medio de la energía eléctrica.

En 1885 el teniente de navío Isaac Peral se dirigió al Ministro de Marina, Manuel de la Pezuela y Lobo, para exponerle sus teorías sobre la posibilidad de realizar un torpedero sumergible para defensa de costas.
 
El submarino en su nueva ubicación en el Museo Naval de Cartagena.
El ministro autorizó la construcción del aparato por Real Orden de 4 de octubre de 1886, con un crédito inicial de 25 000 pesetas. En abril del año siguiente, el nuevo ministro de marina, Rafael Rodríguez de Arias, autorizó la construcción. 
 

El buque

 
El casco era de acero, con forma de huso y tres tanques de trimado, que achicaban por medio de bombas. La cota máxima de inmersión era de 30 m y se controlaba por medio de dos hélices de eje horizontal accionadas eléctricamente.
 

Tenía un tubo lanzatorpedos a proa, cosa que no volvería a verse hasta los Holland norteamericanos de la Primera Guerra Mundial. 

Coste del buque

El coste final del proyecto quedó según el siguiente desglose: 

  Baterías y acumuladores         ➤   75 000 ptas

  Tres dínamos                                25 000 ptas
 
 Tres locomóviles                        ➤   30 000 ptas
 
  ➤ Dos motores de 30 CV              ➤   12 000 ptas
 
  Tres motores                              ➤    4 500 ptas   
 
  ➤ Tubo de lanzar torpedos           ➤  20 000 ptas
 
 
Placa colocada en la proa del sumergible

Casco del buques         07 500 ptas
 
Jornales y varios         125 000 ptas
 
TOTAL                          ➤ 299 500 ptas
 

Construcción y pruebas

 Se colocó la quilla en grada el 1 de enero de 1888 y tuvo lugar su botadura el 8 de septiembre en aguas de San Fernando.
 
Se realizaron pruebas en dique el 25 de diciembre de 1888, y para las de mar se constituyó una comisión, presidida por el capitán general del departamento Florencio Montojo Trillo, en la que figuraba entre otros el entonces capitán de fragata Joaquín Bustamante y Quevedo.  

La comisión impuso las siguientes pruebas a superar por el prototipo:
 
Velocidad

Navegación en superficie y evoluciones
 
Inmersión dinámica, con pruebas de velocidad

Lanzamiento de torpedos en superficie e inmersión
 
Pruebas de mar de carácter táctico
 
Fue la primera vez que se usó la propulsión eléctrica en la Armada Española. 

Según Memoria del 15 de febrero de 1890 de Isaac Peral, el buque tenía una autonomía de 66 horas y un radio de acción de 284 millas náuticas (511 km). 
 
Aunque el buque tuvo éxito en los tres simulacros de ataques nocturnos, fracasó en el diurno contra el Cristóbal Colón y otras unidades menores, cuando fue detectado a 1000 m del crucero. Igualmente, la comisión decidió que el buque no superaba los criterios de autonomía, a pesar de que Isaac Peral comprometió una autonomía que el prototipo sí cumplía. 
 

Cierre del proyecto

A Peral se le concedió la medalla del Mérito Naval con distintivo rojo por el peligro que corrió durante las pruebas. 

El 11 de noviembre de 1890, el Ministro de Marina Antonio Cánovas del Castillo, siguiendo el dictamen del Consejo Superior de la Armada, trasladó a Peral un escrito que había presentado su predecesor en el cargo José María Beránger Ruiz de Apodaca al Consejo de Ministros, cuyo texto era: 
 
«El Comandante del torpedero submarino entregará al arsenal de la Carraca, bajo inventario, acumuladores, bombas, generadores y demás efectos y material de buque».

En junio de 1892 se le desmontaron parte de sus equipos, el tubo lanzatorpedos y los motores, entre otros. Quedó el casco vacío arrumbado en el Arsenal de la Carraca. 

Popa del submarino Issac Peral
Por Real Orden de 3 de noviembre de 1913 se ordenó su desguace, sentencia que no llegó a ejecutarse.

Recuperación para la Historia

Durante cuarenta años, el submarino de Peral fue carne de desguace en el isleño Arsenal de la Carraca, hasta que en 1929, el almirante Mateo García de los Reyes, primer comandante del arma submarina española, logró recuperar el casco y remolcarlo a Cartagena, instalándose en 1930 en tierra frente a la Base de Submarinos tras retocarse la obra viva.
 
El 1 de diciembre de 1965, a petición del Ayuntamiento de Cartagena, pasó a constituirse en monumento popular en la plaza de los Héroes de Cavite.​ Tras la remodelación del frente marítimo de la ciudad, en el año 2002, fue trasladado a una fuente ubicada en el Paseo Alfonso XII, junto al puerto deportivo. 
 
El 15 de diciembre de 2012 se trasladó a una sala del arsenal militar, dependiente del Museo Naval de Cartagena, para su restauración; siendo inaugurada y abierta al público en septiembre de 2013.
 






 

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