Así era y se vivía en el barco más importante del Imperio español

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Así era y se vivía en el barco más importante del Imperio español

El galeón fue la embarcación por excelencia del imperio durante más de tres siglos.
España fue la mayor potencia del mundo entre los siglos XVI y XVIII. La clave de su éxito estuvo en el control de los mares y para ello necesitó un despliegue descomunal de navíos. Entre ellos, destacó el galeón español, un modelo de barco característico de España que cubría todas las necesidades de la nación en cuanto al comercio y la defensa de sus posesiones. Si tuviéramos que hacer una historia de España según los instrumentos y medios utilizados a lo largo de los siglos, el galeón encabezaría la lista de los más importantes.

Replica con el que podemos observar la estructura de un galeón.

¿Cómo eran los galeones españoles?


El Descubrimiento de América por parte de Cristóbal Colón en nombre de la monarquía hispana supuso un cambio de rumbo en la historia del mundo. Las riquezas extraídas del Nuevo Mundo fueron explotadas por España hasta posicionarse como la nación más importante de la Cristiandad. Para continuar su expansión, mantener el control de sus conquistas y transportar sus preciados metales, España tuvo que crear un navío versátil que cumpliera con los requisitos necesarios para llevar a cabo estos menesteres cruciales. Fue así como se le acabó dando forma al galeón español, una adaptación del galeón estándar y su poderío en combate, pero con un tamaño menor y procurando la velocidad y agilidad de las carabelas portuguesas. Esta embarcación fue decisiva para conformar el Imperio español desde que empezaron a construirse en la década de 1530.

Sin embargo, la velocidad a la que podía navegar el galeón fue disminuyendo en favor de aumentar el tamaño de los barcos y, por tanto, su capacidad para transportar más mercancía, que osciló en portes de entre 500 y 1200 toneladas. Conforme los metales preciosos iban llegando a Europa en mayor cantidad, el Atlántico se convirtió en un lugar peligroso, por lo que el casco de los galeones ganó en grosor para soportar mejor las posibles andanadas disparadas desde naves enemigas.

Lo habitual es que estas embarcaciones tuvieran entre 30 y 50 metros de eslora, y 12 o 15 metros de manga, pero hubo grandes galeones de hasta 60 metros de proa a popa. En España destacaron los astilleros vascos y andaluces, que tuvieron sus homólogos en La Habana y Filipinas a medida que el comercio de las Indias se fue expandiendo. Se estima que hicieron falta unos 2000 árboles para adquirir la madera necesaria para un galeón, cuya construcción podía alargarse durante dos años.

La estructura consistía en dos o tres cubiertas con una proa en forma de pico, donde se colocaba el mascarón, y un castillo de popa alto. Aunque el término “galeón” proviene de “galera”, este barco no se propulsaba con remos, sino que su avance depende de las velas, cuadradas o triangulares, repartidas entre los tres o cuatro mástiles que se levantaban sobre la cubierta principal del navío. La distribución de la combinación de velas y la pericia de la tripulación eran capaces de que un galeón navegase a 8 nudos, es decir, unos 14 kilómetros por hora. En los extremos más altos de cada mástil ondeaban en el aire banderas con el escudo de armas de la monarquía española.

Un barco para la guerra y el comercio

La versatilidad del galeón español se demuestra con las dos vertientes para los que se utilizó. Su eficacia militar estuvo fuera de dudas. Este barco pertrechado con unos 40 cañones se convertía en una rocosa pieza de artillería en la mar que trajo de cabeza a las demás potencias europeas y a los temerarios piratas que intentaron asaltar barcos españoles. Los galeones de guerra fueron la principal escolta de la Flota de Indias, la organización naval con la que se transportaban dos veces al año la plata, el oro, las piedras preciosas y las especias desde América al puerto de Sevilla. La protección era similar en el conocido como Galeón de Manila, una flota ideada como la que navegaba por el Atlántico, pero en el Pacífico, donde conectaba comercialmente América con Filipinas y China.

Un cargamento tan valioso y cuantioso como el que podían cargar estas embarcaciones, resultaba un bocado demasiado tentador. Sin embargo, ni las potencias rivales de España ni la edad de oro de la piratería supusieron un gran problema para el Imperio español. Tal y como se puede leer en el libro El oro de América:

“Hollywood miente. Es hora de decirlo a las claras. Las fuerzas de la naturaleza y el inmenso y oscuro mar, más que los piratas o los buques de las naciones con las que se mantenían conflictos, fueron los auténticos enemigos de los barcos cargados de tesoros que cubrían la Carrera de Indias, la extraordinaria ruta marítima que unía los territorios de la monarquía a través del océano Atlántico”.

A bordo de un galeón

Sevilla y su puerto en el siglo XVI:
salida y llegada de la Flota de Indias.
 
El cine y las novelas también han romantizado la vida a bordo de los barcos la Edad Moderna con aires de libertad y aventura en lo que realmente era una lucha por la supervivencia en un entorno implacable. Entre 120 y 300 personas podían navegar a bordo de estos galeones sumando la tripulación y los pasajeros, lo que suponía una falta total de intimidad y comodidad en viajes que se alargaban durante meses.

“Las condiciones de hacinamiento y la poca posibilidad de bañarse adecuadamente significaban que un galeón estaba plagado de todo tipo de pasajeros altamente indeseables. Las ratas en la bodega, las cucarachas en las cubiertas, los gusanos en la sopa, los insectos en la ropa de cama y los piojos en el cuerpo eran parte del viaje marítimo”.
Es por ello que infinidad de hombres y mujeres que subieron a bordo de algún galeón sufrieron alguna enfermedad contraída a bordo por la falta de higiene y una dieta que empeoraba con el paso de los días en alta mar ante el deterioro de los alimentos. No debe ser fácil imaginar desde nuestro confortable siglo XXI el alivio que debía sentir un marinero al pisar tierra firme cuando su barco llegaba a buen puerto.

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Isabel contra Juana: la guerra por el trono de castilla

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Isabel contra Juana: la guerra por el trono de castilla


A la muerte de su tío Enrique IV, Isabel la Católica se embarcó en una guerra civil contra la hija del soberano, su sobrina Juana la Beltraneja, que marcaría para siempre la historia de España.

En 1474, Enrique IV de Castilla murió tras doce años de conflicto provocado por la herencia de la corona: las dos candidatas eran su hija Juana e Isabel, su media hermana por parte de padre. La decisión dividía a la nobleza castellana, ya que no se trataba solo de escoger a la nueva reina sino también las alianzas internacionales y las aspiraciones del país. La elección de Juana, casada con el rey de Portugal, significaba consolidar el control sobre la costa atlántica de África, disputada entre ambos reinos; mientras el matrimonio de Isabel con el heredero de la corona de Aragón que sería conocido como Fernando el Católico era una apuesta por la influencia en el Mediterráneo.

Isabel I de Castilla representada en una parte del cuadro apodado "La Virgen de la mosca", de 1520 y de autor desconocido.

La enfermedad final del rey Enrique precipitó este conflicto sucesorio: Isabel, apoyada por la mayoría de la nobleza y por el reino de Aragón, había sido designada sucesora por su hermano. Por su parte, Juana contaba con el respaldo de las vecinas Portugal y Francia, que temían que la unión de los reinos de Castilla y Aragón diera como resultado un adversario demasiado poderoso en sus respectivas pugnas por la costa africana e Italia. Sin embargo, sobre ella pesaba la sospecha de no ser hija natural del rey, sino de su valido Beltrán de la Cueva, por lo cual ha pasado a la historia con el nombre de Juana la Beltraneja.

La Guerra de Sucesión Castellana enfrentó a los partidarios de los Reyes Católicos y a aquellos que apoyaban a Juana "la Beltraneja", sobrina de Isabel.

JUEGO DE TRONOS EN CASTILLA

Apenas muerto el monarca anterior, en diciembre de 1474, los partidarios de Isabel la proclamaron reina; los de Juana, por su parte, buscaron el apoyo del rey Alfonso V de Portugal, invitándole a casarse con ella y reclamar la corona conjunta de Castilla y Portugal en mayo de 1475. Como resultado estalló la Guerra de Sucesión Castellana, que determinaría no solo el rumbo de los reinos implicados sino también de la historia mundial.

A pesar de que ambos bandos disponían de un poderío militar notable, el bando juanista no contaba con suficientes apoyos en Castilla y concentró sus esfuerzos en la zona fronteriza con Portugal, sin poder avanzar para unir fuerzas con el ejército de Francia: Luis XI había enviado tropas para intentar forzar su entrada en la península a través del Reino de Navarra, pero estas fueron rechazadas; el rey francés, ocupado en su propia guerra contra el Ducado de Borgoña, renunció a intervenir de nuevo en el conflicto.
La propaganda isabelina propagó la historia de que su sobrina Juana no era hija de Enrique IV, sino de su valido Beltrán de la Cueva, lo que la desposeía de toda legitimidad para heredar el trono.
En marzo de 1476, el ejército de Alfonso V se encontró frente a frente con los isabelinos en las afueras de Toro, no muy lejos de la frontera con Portugal: aunque la batalla terminó sin una victoria militar decisiva para ninguno de los bandos, el rey portugués pudo comprobar la falta de apoyos a su causa y tres meses después decidió retirarse a su país junto con su ejército y la propia aspirante al trono, tras firmar una tregua con Isabel y Fernando. Esta retirada tuvo un impacto decisivo en la moral de los juanistas: buena parte de las ciudades y nobles que habían apoyado a Juana se pasaron al bando isabelino, con lo que la guerra en Castilla podía considerarse perdida.

La batalla de Toro aseguró el trono en manos de Isabel y la unión de las coronas de Castilla y Aragón. Arriba, la lucha recreada en una pintura de 1900.

A pesar de la desintegración progresiva del bando juanista, la guerra continuó oficialmente hasta 1479, aunque reducida a enfrentamientos en la frontera portuguesa y en el Atlántico, principalmente en la costa de Guinea. El golpe final no lo dieron los cañones, sino el Papa: ambas aspirantes al trono se habían casado con sus primos, para lo cual se necesitaba una bula papal; Isabel y Fernando habían conseguido que su boda fuese finalmente legitimada, mientras que la de Juana y Alfonso fue anulada.

EL PRECIO DE LA PAZ

Viendo definitivamente frustradas sus aspiraciones al trono de Castilla, el rey portugués intentó obtener el acuerdo más beneficioso posible para su país. El pacto al que se llegó, materializado en el Tratado de Alcáçovas, daba seguridad a ambos bandos: Isabel y Fernando renunciaban a cualquier aspiración al trono portugués –sobre el que Isabel podía tener algún derecho, aunque remoto, por parte de su madre–, mientras que Alfonso renunciaba al de Castilla para él y sus sucesores, asegurando de facto la consolidación de Castilla y Aragón para los descendientes de los Reyes Católicos.

Más importante aún para Portugal fue obtener la tan anhelada supremacía en el Atlántico, garantizando su acceso a la costa de Guinea, donde conseguía oro y esclavos; mientras que solo las islas Canarias quedaron bajo control castellano. Finalmente, se acordó la boda de la infanta Isabel, primogénita de los Reyes Católicos, con el infante Alfonso de Portugal, entregándola junto con una rica dote que sufragaba el gasto que la corona portuguesa había invertido en la guerra.

El Tratado de Alcáçovas puso fin a la guerra. Juana la Beltraneja renunció a todos sus títulos y posesiones en Castilla y se exilió en Portugal hasta el fin de sus días.
Quien se llevó la peor parte fue, en cambio, Juana la Beltraneja: fue obligada a renunciar a todos sus títulos y posesiones castellanas –aunque siguió firmando hasta el final de su vida como “Yo la reina”–, a exiliarse a Portugal y se le dio a escoger entre dos alternativas humillantes para ella: casarse con el infante Juan, segundo hijo de los Reyes Católicos, cuando este alcanzase la mayoría de edad, o retirarse en un convento. Abandonada por sus partidarios, herida por lo que consideraba una afrenta a su dignidad y traicionada por su antiguo esposo, el cual consideraba que la había vendido a cambio de condiciones de paz más favorables para Portugal, decidió ingresar en el convento de Santa Clara en Coímbra hasta su muerte en 1530.

Registro de la notificación que los Reyes Católicos hicieron a su asistente en marzo de 1480 sobre el Tratado de Alcáçovas, que puso fin a la guerra de sucesión castellana.

El final de la Guerra de Sucesión Castellana tendría a medio plazo un impacto mucho mayor del esperado: privados del acceso a las riquezas de la costa africana, los Reyes Católicos empezaron a explorar nuevas rutas marítimas. Pocos años después, un navegante de nombre Cristóbal Colón presentó, primero a la corte de Portugal y después a la de Castilla, un ambicioso proyecto: llegar a las costas asiáticas cruzando el Atlántico, obteniendo acceso directo a los productos del Lejano Oriente sin tener que pasar por la mediación de los otomanos. Tanto Isabel la Católica como Juan II –sucesor de Alfonso V en el trono portugués– fueron reticentes a sus demandas, que además podían suponer por parte de Castilla una ruptura del Tratado de Alcáçovas por lo que se refería a la supremacía portuguesa en el Atlántico. Finalmente fueron los consejeros de Fernando el Católico quienes allanaron el camino para que Colón partiera en agosto de 1492, como almirante de una pequeña expedición que dos meses más tarde tocaría, sin saberlo aún, suelo caribeño.

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Las mayores rebeliones de esclavos de la historia

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Las mayores rebeliones de esclavos de la historia

Desde Espartaco en Roma a la independencia de Haití, estos fueron los momentos más violentos en los que los esclavos lucharon por su libertad.

La esclavitud ha sido una práctica permitida hasta el siglo XIX. Es decir, durante prácticamente toda la historia de la humanidad han existido esclavos. Y, claro está, la búsqueda de la libertad ha sido una constante por parte de aquellos que vivían sometidos, más aún para quienes el maltrato formaba parte del día a día. Es por ello que a lo largo de la historia no han faltado revueltas de esclavos. Repasamos aquí algunas de las más destacadas.

La rebelión de Espartaco

Espartaco fue un gladiador que lideró la rebelión de esclavos con más éxito de la historia de la antigua Roma. De hecho, se enmarca dentro de un proceso más largo en el que se dieron tres revueltas de esclavos durante la etapa de la República romana conocido como las guerras serviles (135-71 a. C.). Aunque hoy día muchos perciban a Espartaco como un héroe que luchó contra el sistema opresivo de esclavitud romana, esta es una imagen más propia del cine o de interpretaciones más actuales. Podemos afirmar que el origen de la famosa rebelión de Espartaco fue más mundano: el gladiador simplemente pretendía escaparse para ser libre, pero al ser descubierto solo tuvo la opción de luchar para evitar ser ejecutado. Claro que este inicio no impide reconocer los logros que obtuvo Espartaco en su intentona.

“En el año 73 a.C., Espartaco y algunos otros conspiradores idearon un plan para escapar del recinto y dirigirse hacia el norte más allá de los Apeninos para encontrar su libertad. Este plan incluía alrededor de otros 200 esclavos y, con tantos involucrados, no es sorprendente que la información se filtrara a las autoridades. Espartaco sabía que serían torturados antes de que los mataran y, por lo tanto, dirigió a 78 de sus compañeros esclavos a una rebelión. Hicieron una incursión en la cocina y se armaron con cuchillos y espetones y luego asesinaron a sus instructores y captores. Una vez libres, encontraron más armas en los almacenes y un carro de transporte y después huyeron de la escuela hacia el campo cercano donde acamparon en algún lugar de las pendientes del monte Vesubio. Allí eligieron como líderes a Espartaco, a Enomao y a Crixo”.


Pero, como la mayoría de las rebeliones de esclavos de la historia, no tiene un final feliz. Aunque Espartaco y los suyos lograron derrotar a ejércitos enviados por Roma, la respuesta no tardó en ser más contundente y nombraron comandante a Marco Licinio Craso, cuyas fuerzas militares derrotaron a Espartaco.

Rebelión Zanj

Alí ibn Mohammed lideró una revuelta de esclavos contra el califato abasí entre los años 869 y 883. Se originó en el sur de la actual Irak y la protagonizaron esclavos del imperio islámico que habían sido capturados en la costa de África Oriental, aunque durante el proceso se sumaron a la rebelión hombres libres y esclavos de otras procedencias.


Las condiciones de vida de estos zanj eran muy miserables. Según las fuentes que han tratado el tema, se estima que llegaron a participar más de 500 000 esclavos. Es por ello que el califato desplegó una potente fuerza militar para sofocar la rebelión y, tras varios enfrentamientos, lograron capturar y ejecutar a varios de los líderes rebeldes. En el año 883 lograron acabar con Mohammed y acabar con la revuelta.

Revolución de Haití

En 1791 tuvo lugar la única revolución de esclavos con éxito de la historia. Después de un duro y sangriento proceso, en 1804 se proclamó la independencia de Haití, que hasta entonces había sido territorio colonial y esclavista de Francia en el Caribe. Supuso la primera república negra del mundo y marcó un punto de inflexión para el inicio del fin de la esclavitud en el mundo.

A finales del siglo XVIII, Francia utilizaba mano esclava con más de 500 000 africanos dedicados a la producción de algodón, añil, café y azúcar. La esperanza de vida en aquellas plantaciones rondaba los 10 años en cuanto ponías un pie en la isla como esclavo. Sin embargo, las ideas de la revolución francesa también cruzaron el Atlántico y François Dominique Toussaint encabezó un ejército de esclavos dispuesto a luchar por su libertad.


Lograron derrotar las fuerzas que los colonos blancos enviaron como represión y se sucedieron los éxitos. Francia abolió la esclavitud en 1794 y en 1804 se declaró la independencia de la colonia, que recuperó el nombre de que los nativos tenían para la isla antes de la llegada de los españoles: Haití.

Insurrección de Southampton

También conocida como la rebelión esclava de Nat Turner, tuvo lugar en el condado estadounidense de Southampton en agosto de 1831. Recibe su nombre por el líder del movimiento, Nat Turner, un esclavo cuya actuación fue el caso de resistencia más importante contra el sistema esclavista de Estados Unidos antes de la guerra de Secesión.

Turner aprendió a leer y desarrolló un profundo sentimiento religioso por el que decía recibir mensajes de Dios y por ello llegó a conocer por el resto de los esclavos como El Profeta. En febrero de 1831 presenció un eclipse y lo interpretó como un mensaje para revelarse contra los amos esclavistas. Lejos de los números mencionados en las demás rebeliones de este artículo, en este caso se llevó a cabo a manos de unos cincuenta hombres, que fueron internándose plantación por plantación para liberar a los esclavos y matar a los blancos.


Sin embargo, el intento no duró más de dos días, pues los esclavistas lograron sofocar la revuelta y poner en huida a Turner a quien capturaron dos meses después en un pantano. El 5 de noviembre de 1831 fue condenado a muerte y lo ahorcaron una semana más tarde. Aún faltaban 35 años para que Estados Unidos aboliera la esclavitud.

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Historia de las matemáticas

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Historia de las matemáticas


La historia de las matemáticas es el área de estudio de investigaciones sobre los orígenes de descubrimientos en las matemáticas, de los métodos de la evolución de sus conceptos y también en cierto grado, de los matemáticos involucrados. El surgimiento de la matemática en la historia humana está estrechamente relacionado con el desarrollo del concepto del número, proceso que ocurrió de manera muy gradual en las comunidades humanas primitivas. Aunque disponían de una cierta capacidad de estimar tamaños y magnitudes, no poseían inicialmente una noción de número. Así, los números más allá de dos o tres, no tenían nombre, de modo que utilizaban alguna expresión equivalente a "muchos" para referirse a un conjunto mayor.​

El siguiente paso en este desarrollo es la aparición de algo cercano a un concepto de número, aunque muy básico, todavía no como entidad abstracta, sino como propiedad o atributo de un conjunto concreto.​ Más adelante, el avance en la complejidad de la estructura social y sus relaciones se fue reflejando en el desarrollo de la matemática. Los problemas a resolver se hicieron más difíciles y ya no bastaba, como en las comunidades primitivas, con solo contar cosas y comunicar a otros la cardinalidad del conjunto contado, sino que llegó a ser crucial contar conjuntos cada vez mayores, cuantificar el tiempo, operar con fechas, posibilitar el cálculo de equivalencias para el trueque. Es el momento del surgimiento de los nombres y símbolos numéricos.​

Antes de la edad moderna y la difusión del conocimiento a lo largo del mundo, los ejemplos escritos de nuevos desarrollos matemáticos salían a la luz solo en unos pocos escenarios. Los textos matemáticos más antiguos disponibles son la tablilla de barro Plimpton 322 (c. 1900 a. C.), el papiro de Moscú (c. 1850 a. C.), el papiro de Rhind (c. 1650 a. C.) y los textos védicos Shulba Sutras (c. 800 a. C.).

Tradicionalmente se ha considerado que la matemática, como ciencia, surgió con el fin de hacer los cálculos en el comercio, para medir la Tierra y para predecir los acontecimientos astronómicos. Estas tres necesidades pueden ser relacionadas en cierta forma a la subdivisión amplia de la matemática en el estudio de la estructura, el espacio y el cambio.

Las matemáticas egipcias y babilónicas fueron ampliamente desarrolladas por la matemática helénica, donde se refinaron los métodos (especialmente la introducción del rigor matemático en las demostraciones) y se ampliaron los asuntos propios de esta ciencia.​ La matemática en el islam medieval, a su vez, desarrolló y extendió las matemáticas conocidas por estas civilizaciones ancestrales. Muchos textos griegos y árabes de matemáticas fueron traducidos al latín, lo que llevó a un posterior desarrollo de las matemáticas en la Edad Media. Desde el renacimiento italiano, en el siglo xv, los nuevos desarrollos matemáticos, interactuando con descubrimientos científicos contemporáneos, han ido creciendo exponencialmente hasta el día de hoy.

Prehistoria

Mucho antes de los primeros registros escritos, hay dibujos que indican algún conocimiento de matemáticas elementales y de la medida del tiempo basada en las estrellas. Por ejemplo, los paleontólogos han descubierto rocas de ocre en la Cueva de Blombos en Sudáfrica de aproximadamente 70.000 años de antigüedad, que están adornados con hendiduras en forma de patrones geométricos.​ También se descubrieron artefactos prehistóricos en África y Francia, datados entre el 35.000 y el 20.000 a. C.,​ que sugieren intentos iniciales de cuantificar el tiempo.​

Hay evidencias de que las mujeres inventaron una forma de llevar la cuenta de su ciclo menstrual: de 28 a 30 marcas en un hueso o piedra, seguidas de una marca distintiva. Más aún, los cazadores y pastores empleaban los conceptos de uno, dos y muchos, así como la idea de ninguno o cero, cuando hablaban de manadas de animales.​ El hueso de Ishango, encontrado en las inmediaciones del río Nilo, al noreste del Congo, puede datar de antes del 20.000 a. C. Una interpretación común es que el hueso supone la demostración más antigua conocida​ de una secuencia de números primos y de la multiplicación por duplicación.

Edad Antigua

Babilonia

La matemática babilónica (también conocida como matemática asirio-babilónica) es el conjunto de conocimientos matemáticos que desarrollaron los pueblos de Mesopotamia, actual Irak, desde la temprana civilización sumeria hasta la caída de Babilonia en el 539 a. C. Se llaman matemáticas babilónicas debido al papel central de Babilonia como lugar de estudio, que dejó de existir durante el periodo helenístico. Desde este punto, las matemáticas babilónicas se fundieron con las matemáticas griegas y egipcias para dar lugar a las matemáticas helenísticas. Más tarde, bajo el Imperio árabe, Mesopotamia, especialmente Bagdad, volvió a ser un importante centro de estudio para las matemáticas islámicas.

Los textos de matemática babilónica son abundantes y están bien editados;​ se pueden clasificar en dos períodos temporales: el referido a la Antigua Babilonia (1830-1531 a. C.) y el correspondiente al seléucida de los últimos tres o cuatro siglos a. C. En cuanto al contenido, hay apenas diferencias entre los dos grupos de textos. La matemática babilónica permaneció constante, en carácter y contenido, por aproximadamente dos milenios.​ En contraste con las escasas fuentes de matemática egipcia, nuestro conocimiento de la matemática babilónica se deriva de unas 400 tablillas de arcilla, desenterradas en 1850. Trazadas en escritura cuneiforme, las tablillas se grababan mientras la arcilla estaba húmeda, y luego eran endurecidas en un horno o calentándolas al sol.

Las evidencias más tempranas de matemáticas escritas datan de los antiguos sumerios, que constituyeron la civilización primigenia en Mesopotamia. Los sumerios desarrollaron un sistema complejo de metrología desde el 3000 a. C. Desde alrededor del 2500 a. C. en adelante, los sumerios escribieron tablas de multiplicar en tablillas de arcilla y trataron ejercicios geométricos y problemas de división. Las señales más tempranas de los numerales babilónicos también datan de ese periodo.La mayoría de las tabletas de arcilla recuperadas datan del 1800 al 1600 a. C. y abarcan tópicos que incluyen fracciones, álgebra, ecuaciones cuadráticas y cúbicas y el cálculo de primos gemelos regulares recíprocos (véase Plimpton ).​ 

Las tablillas también incluyen tablas de multiplicar y métodos para resolver ecuaciones lineales y ecuaciones cuadráticas. La tablilla babilónica YBC 7289 da una aproximación de √2 con una exactitud de cinco posiciones decimales. También la matemática abarca muchas ramas empezando por la clasificación de los números. Las matemáticas babilónicas fueron escritas usando un sistema de numeración sexagesimal (base 60). De ahí se deriva la división de un minuto en 60 segundos y de una hora en 60 minutos, así como la de un círculo en 360 (60 × 6) grados y las subdivisiones sexagesimales de esta unidad de medida de ángulos en minutos y segundos. Los avances babilónicos en matemáticas fueron facilitados por el hecho de que el número 60 tiene muchos divisores. También, a diferencia de los egipcios, griegos y romanos, los babilonios tenían un verdadero sistema de numeración posicional, donde los dígitos escritos a la izquierda representaban valores de orden superior, como en nuestro actual sistema decimal de numeración. Carecían, sin embargo, de un equivalente a la coma decimal y así, el verdadero valor de un símbolo debía deducirse del contexto.

Egipto

La matemática egipcia es la matemática desarrollada en el Antiguo Egipto o escrita en las lenguas egipcias. Constituyeron la rama de la ciencia que más se desarrolló en el Antiguo Egipto. Desde el periodo helenístico, el griego sustituyó al egipcio como el lenguaje escrito de los escolares egipcios y desde ese momento las matemáticas egipcias se fundieron con las griegas y babilónicas para dar lugar a la matemática helénica. El estudio de las matemáticas en Egipto continuó más tarde bajo el influjo árabe como parte de las matemáticas islámicas, cuando el árabe se convirtió en el lenguaje escrito de los escolares egipcios.

El texto matemático más antiguo descubierto es el papiro de Moscú, que data del Imperio Medio de Egipto, hacia el 2000-1800 a. C. Como muchos textos antiguos, consiste en lo que hoy se llaman problemas con palabras o problemas con historia, que tienen la intención aparente de entretener. Se considera que uno de los problemas es de particular importancia porque ofrece un método para encontrar el volumen de un tronco: «Si te dicen: una pirámide truncada [de base cuadrada] de 6 de altura vertical, por 4 en la base [base inferior] y 2 en lo alto [base superior]. Haces el cuadrado de 4 y resulta 16. Doblas 4 y resulta 8. Haces el cuadrado de 2 y resulta 4. Sumas el 16, el 8 y el 4 y resulta 28. Tomas un tercio de 6 y resulta 2. Tomas 28 dos veces y resulta 56. Mira, es 56. Encontrarás lo correcto.» Otro conjunto de reglas presente en el papiro es para determinar el volumen de una esfera.

El papiro de Rhind (hacia 1650 a. C.) es otro texto matemático egipcio fundamental, un manual de instrucciones en aritmética y geometría. En resumen, proporciona fórmulas para calcular áreas y métodos para la multiplicación, división y trabajo con fracciones unitarias. También contiene pruebas de otros conocimientos matemáticos,​ incluyendo números compuestos y primos, media aritmética, geométrica y armónica, y una comprensión simple de la criba de Eratóstenes y la teoría de números perfectos (a saber, del número 6). El papiro también muestra cómo resolver ecuaciones lineales de primer orden,​ así como series aritméticas y series geométricas. ​

Además, tres elementos geométricos del papiro de Rhind sugieren los rudimentos de la geometría analítica: cómo obtener una aproximación de {\displaystyle \pi } con un error menor del 1%; un antiguo intento de cuadrar el círculo; y el uso más antiguo conocido de un tipo de cotangente. El papiro también anuncia «Reglas para estudiar la naturaleza y para comprender todo lo que existe, todo misterio, todo secreto.»

Finalmente, el papiro de Berlín (hacia 1300 a. C.)​ muestra que los antiguos egipcios podían resolver una ecuación cuadrática. ​Paradójicamente, los papiros más recientes atestiguan, más que un progreso, una degradación de conocimientos, que se reducen a algunos procedimientos prácticos de cálculo y medida. Este debía ser el estado de las matemáticas egipcias en el momento en que los griegos entraron en contacto con ellas.


👉👉👉👉 Jose Martin Santamaria 

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¿cómo y cuándo nació israel como país?

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LA SEMILLA DEL CONFLICTO


La idea de establecer un lugar donde los judíos pudiesen vivir y practicar su religión libremente se venía gestando desde siglos atrás.


Por encontrarse en el origen de las tres religiones monoteístas, hay una región en Oriente Medio que ha sido el escenario de mitos y leyendas fascinantes, pero también de los conflictos más atroces: el territorio comprendido entre el río Jordán y el mar Mediterráneo -donde se encuentra Jerusalén- es, para los cristianos, la cuna del cristianismo, para los judíos, la tierra prometida, y para los musulmanes, el lugar desde el cual Mahoma ascendió a los cielos.


La inestabilidad del territorio, sin embargo, no solo está relacionada con lo determinado por los textos sagrados, sino también con una serie de decisiones políticas que han ido definiendo, en función de acontecimientos como la Primera y la Segunda Guerra Mundial, a quién pertenece la también conocida como Tierra Santa.


Así, el 14 de mayo de 1948, el sionista David Ben-Gurión proclamó la independencia de Israel en ese territorio, si bien ya existía entonces una población que había vivido en esta región, Palestina, durante siglos. Y aunque la creación de un Estado judío prometía resolver los problemas que enfrentaba la diáspora en una Europa antisemítica, lo cierto es que condujo al inicio de una cruel guerra que continúa viva a día de hoy.

¿CUÁNDO NACIÓ EL ESTADO DE ISRAEL? UNA IDEA GESTADA DURANTE SIGLOS

Aunque el anhelo sionista se cumplió pocos años después del final de la Segunda Guerra Mundial, la idea de establecer un territorio donde los judíos pudiesen vivir y practicar su religión libremente comenzó a incubarse siglos atrás. Y una de las principales causas de que esto ocurriese fue el antisemitismo europeo, que al contrario de lo que se suele pensar por la proximidad de fechas, no comenzó con la llegada al poder del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán de Adolf Hitler: las manifestaciones de rechazo hacia los fieles de la Torá se remontan a la Edad Media, cuando fueron perseguidos y expulsados de reinos como Inglaterra (1290), Francia (1394) o España(1492).

En ese contexto general de aversión, se fue desarrollando en Europa un movimiento denominado sionista, que empezó a tomar fuerza durante el siglo XIX. Con Theodor Herzl como líder, esta corriente abogaba por el establecimiento de un Estado judío en Palestina como solución al antisemitismo. Y es que Herzl estaba seguro, tal y como proponía en su libro El Estado judío, de que la integración de los judíos en la sociedad cristiana era imposible.

Pero, ¿por qué a Palestina? Aunque se barajaron distintas opciones -entre ellas, algunos puntos de América del Sur, como la Guyana-, la elección de esta región de Oriente Medio tiene que ver con el Antiguo Testamento, que indica que es la Tierra Prometida por Dios al primer patriarca, Abraham, y a sus descendientes: «Yo soy Jehová, el Dios de Abraham, tu padre, y el Dios de Isaac; la tierra en que estás acostado te la daré a ti y a tu descendencia» (Génesis 28:13).


Tras fracasar en el intento de convencer a varios gobernantes sobre la necesidad de apoyar su idea, Herzl redirigió sus esfuerzos hacia los judíos de a pie. Para hacerlo, estableció contacto con sionistas de otros países y comenzó a propagar sus convicciones a través del períodico Die Welt. Mientras se expandía el movimiento sionista, el auge del antisemitismo en el Este de Europa -principalmente en la Rusia zarista, Ucrania y Polonia- provocó las dos primeras aliot (plural de aliyá) o migraciones judías hacia Palestina, entre 1881 y 1903, y entre 1904 y 1914.

¿CÓMO NACIÓ ISRAEL? DE THEODOR HERLZ A LA RESOLUCIÓN 181

Los pogromos a la población judía en Europa continuaron, a su vez que lo hicieron las migraciones hacia Palestina. Entonces la región formaba parte del Imperio otomano, pero tras la Primera Guerra Mundial, los territorios otomanos fueron repartidos entre las potencias vencedoras del conflicto.

Así, en 1922, la Liga de Naciones oficializó el Mandato Británico sobre Palestina, apelando a la Declaración Balfour, por la cual el gobierno británico había anunciado durante la guerra su apoyo a la causa abanderada por los sionistas: "El Gobierno de Su Majestad contempla favorablemente el establecimiento en Palestina de un hogar nacional para el pueblo judío", expone el texto escrito en 1917 por Arthur Balfour, entonces ministro de Exteriores británico.

La Declaración, que no tenía en cuenta a los árabes que habitaban Palestina, dio impulso al movimiento sionista y a la emigración judía a Palestina. En 1933, la llegada de los nazis al gobierno alemán favoreció la quinta y más masiva aliyá, que hizo aumentar la tensión entre los árabes palestinos y los refugiados judíos. Con esto, se instaló entre la población palestina un sentimiento nacionalista que alcanzó su apogeo durante la Gran Revuelta Árabe, la cual se extendió desde 1936 hasta 1939.

Al conflicto entre árabes y judíos en Palestina y a la presión de las organizaciones sionistas sobre Gran Bretaña para que facilitase la creación de un estado judío se le sumó la entrada en escena de una recién fundada Organización de las Naciones Unidas, que tras la Segunda Guerra Mundial -con el antecedente del Holocausto y la posición de Estados Unidos y la Unión Soviética favorable a la creación de un estado judío en Palestina- propuso en 1947 la "solución de los dos Estados", posteriormente conocida como Resolución 181, la cual optó por "dividir Palestina en dos Estados, uno árabe y otro judío, con un régimen internacional especial para Jerusalén".


En 1948, Israel declaró su independencia. Y ese mismo día, los ejércitos de los países árabes vecinos atacaron el nuevo Estado judío y dieron comienzo a la primera guerra árabe-israelí.

El 15 de mayo -es decir, un día más tarde- el Imperio británico declaró la expiración del Mandato y se retiró oficialmente de Palestina, pero esa no fue la única consecuencia del conflicto, que duró un año y dos meses, aproximadamente: la que fue la Guerra de Liberación para los israelíes y la Nakba ("tragedia") para los palestinos terminó con la victoria de los primeros, lo que condujo al desplazamiento de más de 700.000 refugiados palestinos hacia las zonas que les fueron concedidas -la Franja de Gaza y Cisjordania- y hacia otros países árabes como Siria o el Líbano.

Con esto, y a pesar de los múltiples intentos por establecer la paz en la región, este acontecimiento plantó la semilla de un conflicto que sigue vigente a día de hoy, y que registra un enfrentamiento en la actualidad: el pasado 7 de octubre de 2023, tras cumplirse 50 años de la Guerra del Yom Kipur, la organización islamista palestina Hamás atacó por sorpresa a Israel desde la Franja de Gaza.

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Astronomía de la Antigua Grecia

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Astronomía de la Antigua Grecia


La astronomía griega recibió importantes influencias de otras civilizaciones de la antigüedad, principalmente la India y Babilonia. Durante la época helenística y el imperio romano, muchos astrónomos trabajaron en el estudio de las tradiciones astronómicas clásicas, en la Biblioteca de Alejandría y en el Museion.

Uno de los primeros en realizar un trabajo astronómico fue el científico Aristarco de Samos (310-230 a. C.) quien calculó las distancias que separan a la Tierra de la Luna y del Sol, y además propuso un modelo heliocéntrico del sistema solar en el que, como su nombre lo indica, el Sol es el centro del universo, y alrededor del cual giran todos los otros astros, incluyendo la Tierra. Este modelo, imperfecto en su momento, pero que hoy sabemos se acerca mucho a lo que hoy consideramos como correcto, no fue acogido debido a que chocaba con las observaciones cotidianas y la percepción de la Tierra como centro de la creación. Este modelo heliocéntrico está descrito en la obra El arenario de Arquímedes (287-212 a. C.).

El modelo geocéntrico fue una idea original de Eudoxo de Cnido (390-337 a. C.) y años después recibió el apoyo decidido de Aristóteles y su escuela. Este modelo, sin embargo, no explicaba algunos fenómenos observados, el más importante de ellos era el comportamiento diferente del movimiento de algunos astros cuando se comparaba este con el observado para la mayoría de las estrellas. Estas parecen siempre moverse todas en conjunto, con la misma rapidez angular, lo que hace que, al moverse, mantengan «fijas» sus posiciones unas respecto de las otras. Por esta razón se les conoció siempre como «estrellas fijas». Sin embargo, ciertos astros visibles en el firmamento nocturno, si bien se movían en conjunto con las estrellas, parecían hacerlo con menor velocidad (movimiento directo). De hecho, se observa cierto retraso diario respecto de ellas; pero, además, y solo en ciertas ocasiones, parecen detener el retraso e invertir su movimiento respecto de las estrellas «fijas» (movimiento retrógrado), para luego detenerse nuevamente, y volver a retomar el sentido del movimiento de ellas, pero siempre con un pequeño retraso diario (movimiento directo). Debido a estos cambios aparentemente irregulares en su movimiento a través de las estrellas «fijas», a estos astros se les denominó estrellas planetas (estrellas errantes) para diferenciarlas de las otras.

Ilustración del sistema ptolemaico

Ptolomeo fue el autor de un tratado sobre astronomía conocido como el Almagesto (en árabe «Al», seguido de un superlativo griego que significa 'grande'). Aquí puede encontrarse el catálogo de estrellas de Hiparco, en los libros VII y VIII. Aunque Ptolomeo afirmaba ser su observador, muchas evidencias apuntan a Hiparco como su verdadero autor. El catálogo contiene las posiciones de 850 estrellas en 48 constelaciones. Las posiciones de las estrellas se dan en coordenadas eclípticas universales. En este trabajo propuso un modelo geocéntrico del sistema solar, que fue aceptado como modelo en el mundo occidental y los países árabes durante más de 1300 años. El Almagesto también contiene un catálogo de 1025 estrellas y una lista fija de 48 constelaciones.

Fue Ptolomeo quien se dio a la tarea de buscar una solución para que el sistema geocéntrico pudiera ser compatible con todas estas observaciones. En el sistema ptolemaico la Tierra es el centro del universo y la Luna, el Sol, los planetas y las estrellas se encuentran fijas en esferas de cristal girando alrededor de ella; para explicar el movimiento diferente de los planetas ideó un particular sistema en el cual la Tierra no estaba en el centro exacto y los planetas giraban en un epiciclo alrededor de un punto ubicado en la circunferencia de su órbita o esfera principal (conocida como 'Deferente').

Los epiciclos habían sido una idea original de Apolonio de Perge (262-190 a. C.) y mejorada por Hiparco de Nicea (190-120 a. C.). Como el planeta gira alrededor de su epiciclo mientras el centro de este se mueve simultáneamente sobre la esfera de su deferente, se logra, por la combinación de ambos movimientos, que el planeta se mueva en el sentido de las estrellas 'fijas' (aunque con cierto pequeño retraso diario) y que, en ocasiones, revierta este movimiento (de retraso) y parezca (por cierto período de tiempo) adelantarse a las estrellas fijas, y con esto se logra explicar el movimiento retrógrado de los planetas respecto de las estrellas (ver figura a la derecha). El esquema ptolemaico, con todo y sus complicados epiciclos y deferentes, fue aceptado por muchos siglos por variadas razones pero, principalmente, por darle a la raza humana una supremacía y un lugar privilegiado o 'central' en el universo.

Representación moderna de la complejidad del sistema ptolemaico

Otros estudios importantes durante esta época fueron la composición de la tierra, la compilación del primer catálogo de estrellas, el desarrollo de un sistema de clasificación de las magnitudes de los brillos estelares basado en la luminosidad aparente de las diferentes estrellas, la determinación del ciclo de Saros para la predicción de los eclipses solares y lunares, entre muchos otros.

Astronomía griega arcaica

Referencias para la identificación de estrellas y constelaciones aparecen en los escritos de Homero y Hesíodo (los ejemplos de literatura griega más antiguos que se conocen). En la Odisea, Homero describe cómo las estrellas pueden utilizarse para orientarse y servir de guía en la navegación. En «Los trabajos y los días», Hesíodo se apoya en la salida y la puesta de constelaciones a lo largo del año para indicar el momento oportuno para los trabajos agrícolas.​

En la Ilíada y en la Odisea, Homero hace referencia a los siguientes cuerpos celestes:

▊ La constelación de Bootes

▊ El cúmulo estelar Híades

▊ La constelación de Orión

▊ El cúmulo estelar Pléyades

▊ La estrella Sirio

▊ La constelación Osa Mayor

Ninguno de ellos escribió un trabajo científico, aunque elaboraron una rudimentaria cosmología, en la que decían que la tierra era plana y estaba rodeada del Océano. Afirmaban que muchas estrellas caían al Océano y desaparecían, mientras otras eran siempre visibles.

Especulaciones sobre el cosmos fueron comunes en la filosofía presocrática, durante los siglos VI y V a. C.

Anaximandro decía que la Tierra tenía forma cilíndrica, se encontraba suspendida en el centro del cosmos y que estaba rodeada de anillos de fuego.

Anaximandro

Filolao, principal referente conocido del sistema astronómico pitagórico, describía al cosmos con estrellas, planetas, el Sol, la Luna, la Tierra y Antichton, que giraban alrededor de un fuego central.

Los planetas en la astronomía temprana

La palabra planeta viene de término griego πλανήτης, planētēs, que significa errante. Recibieron este nombre porque muchos astrónomos notaban ciertas luces que se movían en el firmamento. Los cinco planetas que podían ser observados a simple vista eran Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno. A veces se contaban también a la Luna y al Sol, totalizando siete cuerpos celestes. Muchos planetas recibían nombres de dioses griegos. Los nombres de los dioses romanos, equivalentes a los nombres de los dioses griegos, son la base de los nombres de los planetas del Sistema Solar.

Calendarios

Los calendarios de los antiguos griegos estaban basados en los ciclos lunares y solares. El calendario helénico incorporó esos ciclos. Un calendario lunisolar basado en ambos ciclos es difícil de aplicar, por lo que muchos astrónomos se dedicaron a la elaboración de un calendario basado en los eclipses. Luego los calendarios se basaron en datos más precisos.

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Toma de Gibraltar (1309)

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Toma de Gibraltar (1309)


El sitio de Gibraltar de 1309 fue una empresa bélica que tuvo lugar en el año 1309, durante el reinado de Fernando IV de Castilla, rey de Castilla, y en el transcurso de la Reconquista.

Se desconoce cuándo comenzó el asedio de Gibraltar de 1309, aunque la ciudad capituló ante las tropas del rey Fernando IV de Castilla el día 12 de septiembre de 1309. En el asedio destacó la participación de Alonso Pérez de Guzmán, señor de Sanlúcar de Barrameda, de Juan Núñez de Lara el Menor, señor de la Casa de Lara, y de las milicias concejiles de la ciudad de Sevilla.

Antecedentes

El 19 de diciembre de 1308, en Alcalá de Henares, Fernando IV de Castilla y los embajadores aragoneses Bernaldo de Sarriá y Gonzalo García rubricaron el tratado de Alcalá de Henares. Fernando IV, que contaba con el apoyo de su hermano, el infante Pedro, de Diego López V de Haro, del arzobispo de Toledo y del obispo de Zamora, acordó iniciar la guerra contra el reino de Granada el 24 de junio de 1309 y se comprometió, al igual que el monarca aragonés, a no firmar una paz por separado con el monarca granadino. El rey castellano aportaría diez galeras a la expedición y otras tantas el rey aragonés. Se aprobó con la anuencia de ambas partes que las tropas del reino de Castilla atacarían las plazas de Algeciras y Gibraltar, mientras que los aragoneses conquistarían la ciudad de Almería.


Fernando IV de Castilla se comprometió a ceder una sexta parte del reino de Granada al rey aragonés, y le concedió el reino de Almería en su totalidad como adelanto por el mismo, excepto las plazas de Bedmar, Locubín, Alcaudete, Quesada y Arenas, que habían formado parte del reino de Castilla y León en el pasado. Fernando IV estableció que si se daba la circunstancia de que el reino de Almería no se correspondiese con la sexta parte del reino de Granada el arzobispo de Toledo por parte de Castilla y el Obispo de Valencia por parte de los aragoneses serían los encargados de resolver las posibles deficiencias del cálculo. La concesión al reino de Aragón de una parte tan extensa del reino nazarita de Granada motivó que el infante Juan de Castilla el de Tarifa y don Juan Manuel protestasen contra la ratificación del tratado, aunque dicha protesta no tuvo consecuencias.

La entrada en vigor de las cláusulas del tratado de Alcalá de Henares supuso una notable ampliación de los futuros límites del reino de Aragón, que alcanzó unos límites mayores que los previstos en los tratados de Cazorla y Almizra, en los que se habían establecido las futuras áreas de expansión de los reinos de Castilla y Aragón en el pasado. Además, Fernando IV otorgó su consentimiento para que Jaime II de Aragón negociase una alianza con el rey de Marruecos, a fin de combatir al reino de Granada.

Tras la firma del tratado de Alcalá de Henares, los reyes de Castilla y Aragón enviaron embajadores a la Corte de Aviñón, a fin de solicitar al papa Clemente V que concediese la condición de cruzada a la lucha contra los musulmanes del sur de la península ibérica, y para que concediese la necesaria dispensa para la celebración del matrimonio entre la infanta Leonor de Castilla, hija primogénita y heredera de Fernando IV, y el infante Jaime de Aragón, hijo y heredero de Jaime II el Justo, a lo que el Papa accedió, pues la dispensa necesaria para celebrar dicho matrimonio fue otorgada antes de la llegada de los embajadores a Aviñón. El 24 de abril de 1309 el papa Clemente V, mediante la bula "Indesinentis cure", autorizó la predicación de la cruzada en los dominios del rey Jaime II de Aragón, y otorgó a la empresa los diezmos que habían sido destinados a la conquista de Córcega y Cerdeña.

En las Cortes de Madrid de 1309, las primeras celebradas en la actual capital de España, el rey manifestó su deseo de ir a la guerra contra el reino de Granada, al tiempo que demandaba subsidios para poder hacer la guerra. En dichas Cortes estuvieron presentes el rey Fernando IV y su esposa, la reina María de Molina, los infantes Pedro, Felipe y Juan, don Juan Manuel, Juan Núñez de Lara el Menor, Diego López V de Haro, Alfonso Téllez de Molina, hermano de la reina María de Molina, el arzobispo de Toledo, los Maestres de las Órdenes Militares de Santiago y Calatrava, los representantes de las ciudades y concejos, y otros nobles y prelados. Las Cortes aprobaron la concesión de cinco servicios, destinados a pagar las soldadas de los ricoshombres e hidalgos.


Numerosos magnates del reino, encabezados por el infante Juan de Castilla el de Tarifa y por don Juan Manuel, se opusieron al proyecto de tomar la ciudad de Algeciras, pues preferían realizar una campaña de saqueo y devastación en la Vega de Granada. Además, el infante Juan se hallaba resentido con el rey debido a la negativa de este último a entregarle el municipio de Ponferrada, y don Juan Manuel, a pesar de que deseaba hacer la guerra al reino de Granada desde sus tierras murcianas, fue obligado por Fernando IV a participar junto a sus mesnadas en el cerco de Algeciras.

En esos momentos, el Maestre de la Orden de Calatrava realizó una incursión en la frontera y obtuvo un considerable botín, y el 13 de marzo de 1309 el obispo de Cartagena, contando con la aprobación del cabildo catedralicio de Cartagena, se apoderó de la villa y del castillo de Lubrín, que posteriormente le serían donados por Fernando IV el Emplazado. Terminadas las Cortes de Madrid, Fernando IV se dirigió a Toledo, donde aguardó a que se le uniesen sus tropas, al tiempo que dejaba a su madre, la reina María de Molina, a cargo del gobierno del reino, confiándole la custodia de los sellos.

Movilización cristiana

En la campaña intervinieron el infante Juan de Castilla "el de Tarifa", don Juan Manuel, Diego López V de Haro, señor de Vizcaya, Juan Núñez de Lara el Menor, señor de la Casa de Lara, Alonso Pérez de Guzmán, Fernán Ruiz de Saldaña, y otros magnates y ricoshombres castellanos. También tomaron parte en la empresa las milicias concejiles de Salamanca, Segovia, Sevilla, Zamora,​ y de otras ciudades.

Por su parte, el rey Dionisio I de Portugal, suegro de Fernando IV de Castilla, envió un contingente de 700 caballeros a las órdenes de Martín Gil de Sousa, Alférez del rey de Portugal, y Jaime II de Aragón aportó a la expedición contra Algeciras diez galeras. El Papa Clemente V, mediante la bula "Prioribus, decanis", emitida el 29 de abril de 1309 en la ciudad de Aviñón, concedió a Fernando IV de Castilla la décima parte de todas las rentas eclesiásticas de sus reinos durante tres años, a fin de contribuir al sostenimiento de la guerra contra el reino de Granada.

Desde la ciudad de Toledo, Fernando IV se dirigió a Córdoba, donde los emisarios del rey de Aragón le anunciaron que Jaime II de Aragón estaba dispuesto para comenzar el sitio de Almería. En la ciudad de Córdoba el rey Fernando IV discutió de nuevo el plan de campaña, pues su hermano el infante Pedro, su tío el infante Juan de Castilla el de Tarifa, don Juan Manuel y Diego López V de Haro, señor de Vizcaya, entre otros, se oponían al proyecto de cercar la ciudad de Algeciras, ya que todos ellos preferían saquear y devastar la Vega de Granada mediante una serie de ataques sucesivos que desmoralizarían a los musulmanes granadinos. No obstante, la voluntad de Fernando IV prevaleció y las tropas castellano-leonesas se prepararon para sitiar Algeciras.

Los últimos preparativos de la campaña fueron realizados en la ciudad de Sevilla, a la que Fernando IV llegó a principios de julio de 1309. Los víveres y suministros acumulados en la ciudad de Sevilla por el ejército castellano-leonés fueron trasladados por el río Guadalquivir, y posteriormente por mar hasta Algeciras.

El asedio de Gibraltar

El 27 de julio de 1309 una parte del ejército castellano-leonés se encontraba ante los muros de la ciudad de Algeciras, y tres días después, el día 30 de julio, llegaron el rey Fernando IV de Castilla y su tío el infante Juan de Castilla el de Tarifa, acompañados por numerosos ricoshombres. Por su parte, el rey Jaime II de Aragón comenzó a sitiar la ciudad de Almería el día 15 de agosto, y el asedio se prolongó hasta el día 26 de enero de 1310.


Una vez comenzado el asedio de Algeciras, el rey Fernando IV de Castilla envió a Juan Núñez de Lara el Menor, a Alonso Pérez de Guzmán, a Fernando Gutiérrez Tello, arzobispo de Sevilla, al concejo de la ciudad de Sevilla, y al Maestre de la Orden de Calatrava a que sitiasen Gibraltar. La Crónica de Fernando IV refiere que las tropas del reino de Castilla cercaron la ciudad de Gibraltar y la asediaron con dos engeños, es decir, con dos máquinas de asedio. Y la misma crónica refiere que las tropas de Fernando IV estrecharon tanto el cerco que los musulmanes no pudieron resistir el ataque y decidieron rendir la plaza, aunque antes de que fuera ocupada por las tropas castellano-leonesas, estas permitieron que 1125 musulmanes abandonaran la ciudad.

El 12 de septiembre de 1309 las tropas del rey Fernando IV ocuparon Gibraltar. La Crónica de Fernando IV refiere que cuando el soberano castellano hizo su entrada en Gibraltar, un musulmán anciano le espetó lo siguiente:

Señor, que oviste conmigo en me echar de aquí; ca tu visabuelo el rey D. Fernando quando tomó a Sevilla me echó dende é vine a morar á Xerez, é después el rey D. Alfonso, tu abuelo, quando tomó a Xerez hechome dende é yo vine á morar a Tarifa, é cuydando que estaba en lugar salvo, vino el rey D. Sancho, tu padre, é tomó a Tarifa é hechome dende, é vine a morar aquí á Gibraltar, é teniendo que en ningún lugar non estaría tan en salvo en toda la tierra de los moros de aquende la mar como aquí. É pues veo que en ningún lugar destos non puedo fincar, yo yré allende la mar é me porné en lugar do biva en salvo é acabe mis días.

Tras la conquista de la ciudad de Gibraltar, Fernando IV de Castilla ordenó la reparación de sus murallas, que se habían visto afectadas por el asedio, y la construcción de una nueva torre. Al mismo tiempo, el monarca dispuso la edificación de una atarazana en Gibraltar, que debería servir de refugio a las naves. Varios meses después, el 31 de enero de 1310, Fernando IV concedió a Gibraltar un fuero a fin de incentivar la repoblación y el enriquecimiento de la ciudad. En los meses de febrero y marzo de 1310 Fernando IV recompensó a la ciudad de Sevilla, cuyas milicias concejiles se habían distinguido en la conquista de Gibraltar, mediante la concesión de una serie de privilegios.

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La historia de Auschwitz: el doloroso recuerdo de una época oscura de la humanidad

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Auschwitz es un nombre que se ha convertido en sinónimo del Holocausto y de los horrores de la Segunda Guerra Mundial. El campo de concentración y exterminio, ubicado en Polonia, fue el mayor centro de exterminio nazi y el lugar donde más de un millón de personas fueron asesinadas.


La historia


La historia de Auschwitz comienza en 1940, cuando los nazis establecieron el campo de concentración en una antigua base del ejército polaco. Al principio, el objetivo principal del campo era detener a los prisioneros políticos y los judíos, pero con el tiempo se convirtió en un lugar de exterminio masivo.

Los prisioneros de Auschwitz vivían en condiciones terribles, obligados a trabajar largas horas en condiciones extremadamente duras y sin comida adecuada. Los experimentos médicos y los asesinatos en masa eran una práctica común. En 1942, los nazis comenzaron a construir cámaras de gas para exterminar a los prisioneros a gran escala.



En 1944, el campo de Auschwitz fue liberado por las fuerzas soviéticas, pero ya era demasiado tarde para la gran mayoría de los prisioneros. En total, más de un millón de personas murieron en Auschwitz, incluyendo 960,000 judíos, 75,000 polacos no judíos, 21,000 gitanos, 15,000 prisioneros de guerra soviéticos y otros grupos minoritarios.

Auschwitz se ha convertido en un símbolo del Holocausto y un recordatorio de la barbarie humana. El campo se ha conservado como un museo y monumento para honrar a las víctimas y educar a las futuras generaciones. En 1979, el campo de Auschwitz fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

Hoy en día, Auschwitz es un lugar de peregrinación para muchas personas de todo el mundo que desean aprender sobre la historia del Holocausto y rendir homenaje a las víctimas. El sitio cuenta con numerosas exposiciones y actividades para visitantes, incluyendo recorridos guiados y programas educativos para escolares.

En resumen



En resumen, la historia de Auschwitz es un doloroso recuerdo de una época oscura de la humanidad. Este lugar de exterminio masivo se ha convertido en un símbolo del Holocausto y una advertencia de los peligros del odio y la intolerancia. Visitar Auschwitz es una forma de honrar a las víctimas y aprender sobre una de las tragedias más terribles de la historia humana.

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las guerras husitas

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Las guerras husitas: los checos contra el imperio germánico

Tras la muerte de Juan Hus en la hoguera, en 1415, sus partidarios se alzaron en armas en toda Bohemia para lograr la reforma de la Iglesia y derrotaron a los cruzados enviados para rendirlos.

Afinales del siglo XIV, el reino de Bohemia (cuyo núcleo correspondía al territorio de la actual Chequia) era uno de los estados más prósperos del Sacro Imperio Romano Germánico. La Iglesia era la mayor autoridad feudal del país; sus enormes dominios le reportaban cuantiosos ingresos en forma de rentas y de cargas fiscales. Esta situación de privilegio propició la corrupción y los abusos por parte de las jerarquías eclesiásticas, circunstancias que despertaron las primeras críticas a una institución alejada, según se decía, de los valores de la primitiva Iglesia de Cristo. Los primeros reproches surgieron durante la segunda mitad del siglo XIV, cuando la Iglesia católica estaba dividida a raíz del Cisma de Occidente (1378-1417).

En ese contexto, Juan Hus, un sacerdote y teólogo, formuló abiertamente un programa radical de reforma de la Iglesia que en muchos aspectos anticipó la obra de Lutero y otros reformadores del siglo XVI. En 1402, siendo profesor de la Universidad de Praga (la capital de Bohemia), Hus empezó a predicar desde el púlpito de la capilla de Belén. Allí congregó a gran número de oyentes que acudían a escuchar sus duras críticas al clero, acusado de entregarse a las riquezas y los placeres, así como su llamada a una vida espiritual basada en la relación íntima entre el creyente y Dios.

La creciente popularidad de Hus y de sus ideas, debida en gran medida a su uso de la lengua checa, hizo que la aristocracia y el alto clero se distanciaran de él. Considerado un peligro social y excomulgado por el papa Juan XXIII, a quien había criticado duramente, dejó la capital para predicar en otros lugares de Bohemia, lo que hizo que sus ideales prendieran también en el campesinado.

MODERADOS Y RADICALES

La muerte del reformador sacó a la luz la profunda crisis social y política que atravesaba su país. Hus había sido cortejado por el rey Wenceslao IV de Bohemia, quien en el año 1400 fue depuesto como rey de Germania con el beneplácito de la Iglesia. Frente a él se alzaba su hermano Segismundo, soberano de Hungría, que en 1410 fue elegido rey de Germania y titular del Sacro Imperio. Segismundo había auspiciado la convocatoria del concilio de Constanza, el sínodo que debía poner fin al Cisma de Occidente: deseaba aparecer como el artífice de la restauración del orden en la Cristiandad. Y también pretendía utilizar el concilio para apoyar sus pretensiones a la corona de Bohemia, donde las tesis de Hus se extendían entre la población.

Sin embargo, el movimiento reformador no era unitario: reunía a grupos sociales muy distintos que alentaban convicciones más o menos radicales. Para todos ellos era irrenunciable que se permitiera a los seglares la comunión bajo las dos especies (sub utraque specie). Según el dogma cristiano, esas dos especies son el pan y el vino, que en la eucaristía se transustancian en el cuerpo y la sangre de Cristo. Hasta entonces, el vino estaba reservado a los sacerdotes; de ahí que el cáliz fuera el símbolo de los rebeldes. De ahí también el nombre de calicistas o utraquistas que recibieron los miembros de la facción husita moderada, formada por parte de la nobleza del reino y por el patriciado de Praga.

COMUNISMO CRISTIANO

Mientras, entre los grupos populares urbanos y, sobre todo, entre los campesinos habían prendido propuestas más radicales. Al parecer, en la región de Pilsen había quienes no creían en ritos que no estuvieran fundamentados en la Biblia; otros opinaban que los obispos no eran necesarios, e incluso que los seglares podían predicar y recibir confesión. El mayor radicalismo se dio en el sur de Bohemia, donde prosperaron ideas milenaristas, que incluían la creencia en una segunda venida de Cristo o en la inminencia del fin del mundo, y que incorporaban llamamientos a la igualdad de todos los hombres.

El 30 de julio de 1419, partidarios de esta última tendencia, liderados por el predicador milenarista Jan Zelivsky, ocuparon el ayuntamiento de Praga y arrojaron por una ventana a los miembros católicos del concejo municipal. La defenestración causó tal impresión al rey Wenceslao que murió de una apoplejía dos semanas después. Segismundo, su heredero, se dispuso a tomar posesión del reino, pero buena parte de la nobleza lo rechazaba. Una dieta o parlamento de mayoría husita le exigió el reconocimiento tanto de las libertades políticas de Bohemia como de la libertad de predicación y la comunión bajo las dos especies. Se abría la puerta a la guerra contra el emperador, mientras la revolución emprendía el vuelo.

En efecto, millares de campesinos se unieron a los rebeldes praguenses, y en febrero de 1420 se dirigieron al castillo de Hradiste, junto al río Luznice. Allí ocuparon la pequeña ciudad que se levantaba sobre la colina y la llamaron Tábor, en alusión al monte Tábor de la Biblia, donde tuvo lugar la transfiguración de Jesús. Sus habitantes vivirían bajo el espíritu del cristianismo primitivo, sin una jerarquía eclesiástica, e incluso abolieron la propiedad privada. Semejante proceder no sólo suscitó la condena de la Iglesia, sino que despertó el recelo de los husitas moderados, alarmados por la tendencia de los taboritas a imponer la igualdad social y económica. Pero unos y otros se necesitaban mutuamente: sólo unidos lograrían detener a los ejércitos de Segismundo.

LA DERROTA DE LA CRUZADA

El incontenible avance de la reforma determinó al papa Martín V a predicar la cruzada contra los husitas, en mayo de 1420, y Segismundo respondió con el envío de un ejército que, además, debía permitirle tomar posesión de su reino. Sus tropas marcharon sobre Praga, pero entonces intervino Jan Zizka, un soldado husita. Aunque se inclinaba hacia el bando moderado, Zizka había creado en Tábor una poderosa maquinaria militar que el 14 de julio aplastó a los ejércitos imperiales en el monte Vítkov.

Praga y la reforma se habían salvado. Los husitas moderados aprobaron los Cuatro Artículos de Praga, un documento que contenía las convicciones que eran comunes a todos ellos: la libre predicación, el utraquismo, la secularización de los bienes de la Iglesia y el castigo de quien cometiera pecado mortal (clérigos incluidos). Imbatibles, las tropas de los reformadores derrotaron uno tras otro a los ejércitos de Segismundo en los varios enfrentamientos que se produjeron entre 1421 y 1427.

Los ejércitos de la última cruzada, dirigida por el cardenal Giuliano Cesarini, fueron vencidos de forma humillante en el año 1431. Cesarini, que presidía el concilio de Basilea, reunido aquel mismo año, se percató finalmente de que sólo la negociación podía devolver a los husitas –o a parte de ellos– al redil de la Iglesia. De esta forma se llegó, en 1433, a los Compactata de Praga, un pacto entre husitas moderados y representantes del Concilio por el que se permitía a los primeros la comunión bajo las dos especies. Los taboritas lo rechazaron, pero la nobleza checa los aniquiló al año siguiente, en la batalla de Lipany. La revolución quedó así aplastada, pero la reforma de Juan Hus sobrevivió. En las décadas siguientes los utraquistas pugnarían hasta lograr su pleno reconocimiento; muchos de ellos no dudarían en unirse a la reforma de Martín Lutero, de la que habían uno de los principales precursores.

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