Historia-Imperio Inca 1/10

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IMPERIO INCA

Fuentes históricas

Las crónicas europeas sobre el imperio incaico

Los primeros vestigios escritos sobre el imperio incaico lo constituyen las crónicas registradas por varios autores europeos (posteriormente existieron cronistas mestizos e indígenas que también recopilaron la historia de los incas); estos autores recopilaron la «historia incaica» basándose en relatos recogidos por todo el imperio.​ Los primeros cronistas tuvieron que enfrentar varias dificultades para poder traducir la historia incaica ya que, además de existir una barrera idiomática, se enfrentaron al problema de interpretar una manera de ver el mundo totalmente distinta a la que estaban acostumbrados. Esto condujo a que existan varias contradicciones entre los textos coloniales y un ejemplo de ello lo representan las cronologías sobre los gobernantes incas; así, en muchas crónicas se atribuyen las mismas hazañas, hechos y episodios a distintos gobernantes.

Cuadro cusqueño del siglo xvii con los linajes incas
Sobre las crónicas del imperio incaico, es importante acotar que sus diversos autores tuvieron ciertos intereses al escribirlas. 

En el caso de los cronistas españoles, su interés fue «legitimar la conquista a través de la historia», para esto en muchas crónicas se señala que los incas conquistaron usando enteramente la violencia y por lo tanto no tenían derechos sobre los territorios conquistados. 

En otro caso los cronistas ligados a la Iglesia católica buscaron legitimar la evangelización describiendo a la religión incaica como obra del demonio, a los incas como hijos de Noé y tratando de identificar a las deidades incaicas con las creencias bíblicas o el folclor europeo.​ Igualmente existieron otros cronistas mestizos e indígenas que también tuvieron un interés de ensalzar el imperio o alguna de las panacas con las cuales se emparentaban, como el caso del Inca Garcilaso, quien mostraba un imperio incaico idealizado donde no existía la pobreza, se repartía la riqueza y los recursos se explotaban racionalmente.

Las fuentes históricas incaicas

Los ayllus y panacas tenían cantares especiales mediante los cuales narraban su historia. Estos cantares se ejecutaban en determinadas ceremonias frente al Inca. Estos relatos, a manera de memoria colectiva, constituyen los primeros registros históricos recogidos en las crónicas.

Otro recurso utilizado para registrar la historia fueron unos mantos y tablas que contenían pinturas representando pasajes heroicos. Estos documentos fueron guardados en un lugar denominado Poquen Cancha. Se sabe que el Virrey Toledo envió al rey Felipe II cuatro paños que ilustraban la vida de los incas añadiendo con sus propias palabras que «los yndios pintores no tenían la curiosidad de los de allá».

Además, algunos hechos pasados fueron almacenados en los quipus, aunque no se sabe cómo pudieron utilizar estos sistemas de cordeles y nudos para almacenar hechos históricos existen varias crónicas que describen que los quipus servían para evocar las hazañas de los gobernantes.

En general, en el imperio incaico se recordaban los hechos que les parecían importantes de recordar y no era necesaria la precisión. Además, los gobernantes podían ordenar excluir intencionalmente de los registros históricos algunos hechos que pudiesen molestarles. María Rostworowski denomina a esta cualidad de la historia incaica una «amnesia política» que era asumida por todo el vulgo pero que era recordada por las panacas o ayllus afectados, siendo este un factor que contribuyó a las futuras contradicciones en las crónicas europeas sobre los incas.

La reinvención de tradiciones

Luego del encuentro de la cultura hispana y la andina, se estableció la escritura como medio de transmisión y registro de información; además se inició un proceso de mestizaje y sincretismo que dieron lugar a la recreación de tradiciones y la invención de otras.

El aporte para esta recreación e invención de tradiciones fue tanto hispano como andino; esto se evidencia en las crónicas del siglo XVI en donde se describen personajes como el caso de Tunupa y Huiracocha con los apóstoles Tomás y Bartolomé, describiéndolos como hombres blancos y barbados que impartieron enseñanzas. Igualmente el imaginario europeo buscó, e incluso creyeron encontrar, «el dorado» y el «país de las amazonas» en el nuevo mundo. En otros casos, afirmaban que el Cuzco tenía el perfil de un león americano (puma), poniendo similitudes con algunas ciudades del renacimiento europeo que tenían perfil aleonado.​ Más recientemente, en el siglo XX, aparecen otros elementos de esta reinvención de tradiciones, como son los casos de la bandera del imperio incaico y la ceremonia cuzqueña del Inti Raymi.​ Cabe indicar que todas estas reinvenciones, son parte de un proceso natural en todas las culturas, pero para entender la historia incaica es necesario diferenciar cuales son los aspectos sincréticos o inventados y cuales no lo son.

Primera imagen del Inca en Europa

Antecedentes de la fundación del Imperio Incaico


Hacia el año 900 d. C. se inicia la decadencia de los estados Huari y Tiahuanaco en el área central andina. En el caso de Huari, la ciudad de Wari empieza a perder poder político en contraposición a alguna de sus ciudades periféricas, como lo demuestra el caso de Pachacamac situado frente al mar.​ En tanto en el caso de Tiahuanaco, el proceso de decadencia se inicia en sus colonias de la costa de manera sangrienta, como lo evidencia el caso de Azapa;​ en el Collao, en cambio, Tiahuanco fue perdiendo su poder gradualmente y mientras perdía hegemonía su población fue emigrando y fundando poblaciones nuevas.

Como una hipótesis sobre la decadencia de Huari y Tiahuanaco, existen evidencias de un prolongado periodo de sequía que duró desde el año 900 d. C. hasta el 1200 d. C. en los andes centrales.​ Arqueológicamente, existen evidencias de largos procesos migratorios de población a lo largo en los andes durante los periodos post-huari y post-tiahuanaco. La arqueología revela que en los valles interandinos, la población construyó sus asentamientos en lo alto de cerros procurando la seguridad, lo que nos habla de un prolongado periodo de enfrentamientos étnicos. En la costa, en tanto, varios grupos alcanzaban estabilidad política, como lo demuestran los casos de Chincha, Chimú y Huancavelica.

Este periodo histórico fue plasmado en leyendas y mitos andinos de diferentes maneras. En las tradiciones orales de los Andes se hace referencia a que en el principio los pueblos realizaron largas caminatas buscando tierras fértiles, surgiendo héroes míticos que eran, por lo general, semi-divinos y que iban siendo guiados por seres sobrenaturales (el sol, la luna, etcétera). Estos héroes míticos generalmente tenían algún poder. De esa manera surgen las figuras de Manco Cápac, en el caso fundacional del Cuzco; o Pariaccaca en el caso de Huarochirí.

Los orígenes míticos

Existen dos mitos difundidos sobre el origen de la etnia cuzqueña. El más difundido es la versión garcilasiana de la pareja Manco Cápac y Mama Ocllo; el otro es el mito de los cuatro hermanos Ayar y sus cuatro hermanas, este último mito es recogido por Betanzos, Cieza de León, Guamán Poma, Santa Cruz Pachacuti y Sarmiento de Gamboa.

La leyenda de Manco Cápac y Mama Ocllo

El sol, viendo el estado penoso de los hombres, creó una pareja: Manco Cápac el varón y Mama Ocllo, su esposa y hermana; les entregó un bastón de oro y les ordenó ir por el mundo para civilizar a los pobladores. Les encargó fundar una tribu, e implantar en ésta, el culto al dios sol.

Manco Cápac y Mama Ocllo
Manco Cápac y Mama Ocllo salieron de las espumas del lago Titicaca, y avanzaron hacia el norte. El bastón de oro les serviría para encontrar el lugar ideal para la fundación del imperio, pues en él se hundiría el bastón hasta desaparecer.

Decidieron separarse, marchando Manco Cápac al norte y Mama Ocllo al sur del valle, para convocar a la gente y someterla. Los habitantes de todo el valle no tardaron en reconocerlos como seres sobrenaturales. Después de un largo recorrido, el cetro se hundió en el cerro Huanacauri. Manco Cápac y Mama Ocllo se establecieron allí.

Manco Cápac mandó a los que estaban con él instalarse en la parte alta del valle, que se llamó Hanan Cusco; y Mama Ocllo colocó a los suyos en la parte baja o Hurin Cusco. Ambos ayudaron a mejorar el lugar; enseñaron a los hombres que allí vivían a trabajar la tierra y a construir canales. A las mujeres Mama Ocllo les enseñó a coser, cocinar y hacer telares.

La leyenda de los Hermanos Ayar

Según este mito, la historia se inició en tres cuevas ubicadas en el cerro Tambotoco llamadas Maras Toco, Sútic Toco y Cápac Toco; de las cuales salieron tres grupos llamados Maras, Tampus y Ayar. Los hermanos Ayar eran cuatro varones y cuatro mujeres, los varones eran Ayar Uchu, Ayar Manco, Ayar Cachi y Ayar Auca. Uchu corresponde al ají, Manco a un cereal (Bromus Mango) y Cachi a la sal; la onomástica a estos tres nombres nos da a entender a un culto por los productos de la tierra. Auca, en cambio, hacía referencia a la actitud guerrera.

Estos 4 hermanos iban acompañados por sus hermanas Mama Ocllo, Mama Raua, Mama Ipacura o Mama Cura, y finalmente Mama Huaco.

Los 8 hermanos iban junto a sus ayllus buscando donde asentarse recorriendo de sur a norte, en su camino realizaban labores agrícolas y cuando cosechaban se retiraban buscando otro lugar. Primero hicieron su paso por Guaynacancha, ahí Mama Ocllo quedó embarazada de Ayar Manco. Luego avanzaron a Tamboquiro, en donde nació Sinchi Roca. Posteriormente llegaron a Pallata y de ahí a Haysquisrro, estos viajes duraron varios años.

En Haysquisrro conspiraron contra Ayar Cachi; temerosos del poder que ostentaba, pues podía derribar cerros y formar quebradas con el tiro de su honda, le pidieron que regresara Tambotoco a recoger el topacusi (vasos de oro), el napa (insignia) y unas semillas, una vez adentro un enviado llamado Tambochacay lo encerró dentro de la cueva.

Luego continuaron su viaje hasta Quirirmanta, en donde oficiaron un consejo decidiendo que Ayar Manco sería el jefe pero antes debía casarse con Mama Ocllo; en tanto que Ayar Uchu tendría que petrificarse y transformarse en una huaca que se llamaría Huanacauri, con este acto Ayar Uchu se convertiría en un ser sagrado.

El viaje continuó hasta Matagua realizando por primera vez el huarachicuy, luego de eso horadaron las orejas de Sinchi Roca. Luego de esto Mama Huaco, probó suerte y lanzó dos varas de oro, una cayó en Colcabamba pero no logró penetrar el suelo; la otra cayó en Guaynapata hundiéndose suavemente. Sobre este acontecimiento, otros autores atribuyen a Ayar Manco el lanzamiento de la vara de oro, pero todas coinciden que fue en Guaynapata donde se hundió el bastón fundacional.

Después de eso hubo varios intentos de llegar al lugar donde se hundió la vara, pues eran repelidos por los naturales, hasta que Ayar Manco tomó la decisión de enviar a Ayar Auca para que se adelantara con su ayllu y poblase esa tierra. El llegar a ese lugar Ayar Auca se convirtió en piedra, en el sitio que posteriormente sería el Coricancha. Luego de varios enfrentamientos con la población local, Ayar Manco y Ayar Uchu llegaron hasta el lugar y tomaron posesión de éste, desde ese momento Ayar Manco pasa a llamarse Manco Cápac.

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