Las Sinsombrero

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"las sinsombrero", la generación del 27 femenina

MUJERES EN ESPAÑA


Este grupo de mujeres que perteneció a la Generación del 27 recibió este nombre por sacarse el sombrero como gesto de rebeldía ante una sociedad que no reconocía sus méritos. La obra de estas mujeres, silenciada durante años, empieza ahora a salir a la luz gracias a la investigación de un grupo de historiadoras.


Cartel del documental dirigido por Serrana Torres, Tània Balló, Manuel Jiménez
estrenado en 2015.

Todo empezó en la década de 1920. Aunque hubo ciertos rumores acerca de que alguien había pedido en una carta que las mujeres se quitaran el sombrero en los teatros para que los caballeros pudieran ver sin contratiempos la obra representada, la realidad era otra. De hecho, fue en la Puerta del Sol de Madrid donde algunos intelectuales como la pintora Maruja Mallo (el seudónimo que adoptó Ana María Gómez González), Federico García Lorca, Salvador Dalí y Margarita Manso, entre otro, decidieron quitarse el sombrero como símbolo de protesta. Más allá de ser un gesto anodino (recordemos que tanto hombres como mujeres vestían sombrero al salir a la calle), y a pesar de que la propia Maruja Mallo contara más tarde en una entrevista que lo hicieron "para descongestionar las ideas", la sociedad madrileña vio en esta acción un acto transgresor propio de rebeldes y homosexuales, por lo que sus autores fueron insultados, e incluso les lanzaron piedras.

VISUALIZAR LOS LOGROS FEMENINOS

A raíz de lo que acaeció ese día en la madrileña Puerta del Sol a principios de los años veinte, en el año 2015 unos productores quisieron dar visibilidad a aquel movimiento y contar a través de un documental titulado Imprescindibles, las Sinsombrero, el talento que atesoraban todas aquellas artistas españolas. En este grupo de mujeres valientes que se atrevió a desafiar las tradiciones e hizo su irrupción en el mundo intelectual de una manera nunca vista hasta entonces se contaron Ernestina de Champourcín, María Teresa León, Concha Méndez, María Zambrano, Rosa Chacel, Josefina de la Torre, Margarita Gil Roësset, Margarita Manso y Maruja Mallo. Incomprendidas por la sociedad de su tiempo, todas ellas contribuyeron de un modo u otro, incluso desde el exilio, al crecimiento de sus respectivas disciplinas.

Este grupo de mujeres valientes desafió las tradiciones e hizo su irrupción en el mundo intelectual de una manera nunca vista hasta entonces.


En 1931, la ciudad de Barcelona vivió la fundación del Lyceum Club, una institución dedicada a defensa de los intereses de la mujer.

Aquellas mujeres formaron parte de una nueva generación que reclamaba autonomía, independencia y una formación intelectual igual a la de los hombres. Por desgracia se toparon con una sociedad conservadora, aún conmocionada por la pérdida de las últimas colonias de ultramar; una sociedad que lo que menos quería en aquel momento era que un grupo de mujeres pidiera paso con decisión. Con la llegada de la Segunda República parecía que todo iba a cambiar para las mujeres. Fue a partir de ese momento cuando aquellas intelectuales y artistas empezaron a formar parte de la vida social y cultural de una época en la que al parecer la igualdad ya no se veía como algo indeseable. Gracias a ello, el talento de todas ellas brilló con luz propia. Pero la guerra civil que asolaría el país pondría punto y final a aquel incipiente sueño de libertad.

NINGUNEADAS

En 1926, María de Maeztu había fundado el Lyceum Club Femenino de Madrid. Fue este un espacio donde las mujeres pudieron desarrollar libremente su talento. La directora y productora de cine y televisión Tania Balló, una de las autoras del documental arriba mencionado, explica que "este establecimiento nació con unos objetivos determinados: establecer un espacio en el que las mujeres pudieran socializar o alcanzar sus metas artísticas o intelectuales". En el Lyceum se debatía y se compartían proyectos, y también allí se celebró las primera exposición de su fundadora y de Elena Sorolla (la hija menor de Joaquín Sorolla). En los dos libros sobre el tema escritos por Tania Balló, la directora afirma que el camino de estas mujeres estuvo desde el principio plagado de dificultades; no solamente tuvieron que lidiar con el machismo imperante en la sociedad de su época, reticente a creer que aquel grupo de mujeres pudiera tener talento alguno, sino que además, como explica la autora, recibieron toda clase de insultos y de descalificaciones (incluso llegaron a acusarlas de falta de higiene).

Las Sinsombrero no solamente tuvieron que lidiar con el machismo imperante en la sociedad de su época, sino que además recibieron toda clase de insultos y de descalificaciones.
Algunas de las historias personales de estas mujeres son estremecedoras, como la de la escultora Margarita Gil-Roësset, que se suicidó al no ver correspondido su amor por parte del Premio Nobel de literatura Juan Ramón Jiménez. Margarita no podía vivir sin él, pero era el marido de su amiga Zenobia Camprubí. Aquel fatídico día, el 28 de julio de 1932, Margarita visitó al escritor para entregarle una carpeta de color amarillo (en clara alusión al libro de Raymond Carver Las tres rosas amarillas), pero le pidió que esperara para abrirla. Era su diario. Después, se disparó un tiro en la sien. Otra triste historia es la de la pintora Maruja Mallo. Maruja mantuvo un idilio con el escritor Rafael Alberti, y a pesar de la influencia mutua, el escritor fue incapaz de dedicarle unas líneas en su autobiografía de tres tomos titulada La arboleda perdida. Algo similar le ocurriría con el poeta Miguel Hernández. Aunque mantuvo un romance con ella mientras escribía su inmortal poemario, Hernández prefirió volver con sus esposa Josefina Manresa una vez terminada la obra.

La pintora española Maruja Mallo tuvo una relación con el poeta Rafael Alberti en la que ambos se influenciaron mútuamente en el plano artístico. Sin embargo, nunca tuvo el reconocimiento merecido ni por parte de él ni por la crítica general.

"SIN ELLAS, LA HISTORIA NO ESTÁ COMPLETA"

"Las Sinsombrero" no aparecen en la mayoría de libros del texto que hablan sobre la Generación del 27, pero recientes estudios han sacado del anonimato en el que vivieron durante más de ochenta años a muchas de aquellas artistas y escritoras. Muchas de ellas expusieron en galerías de arte y publicaron obras que hoy en día son un referente. Quitarse el sombrero como hicieron ellas fue un acto de rebeldía que daría el pistoletazo de salida al inicio del cambio para las mujeres españolas.

Recientes estudios han sacado del anonimato en el que vivieron durante más de ochenta años a muchas de aquellas artistas y escritoras.
En la actualidad, la página web del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte ofrece acceso a fuentes y archivos para la investigación de la obra de estas mujeres. Los esfuerzos de diversas historiadoras han logrado situar en el lugar que les corresponde a todo un grupo de mujeres marginadas por su condición. Y es que, como afirma la propia Tania Balló, "sin ellas, la historia no está completa".

 

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