Prehistoria de África

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Prehistoria de África

África es la cuna de la humanidad y es en la actualidad el continente en el que más poblaciones siguen utilizando tecnologías prehistóricas. Resulta fácil concluir que la prehistoria de África es la más larga y compleja de todo el globo. Pero esto no siempre fue visto así, ya que durante el siglo XIX y hasta mediados del XX se adjudicaba a Asia nuestro origen. Esta teoría era la consecuencia de que los fósiles de homininos más antiguos con los que se contaba entonces procedían de allí: el Hombre de Java y el de Pekín. Tal visión cambió radicalmente con los trabajos realizados en el África austral y oriental, y publicados a partir de los años cincuenta del siglo XX, que remontaron la antigüedad de los fósiles africanos (de Australopithecus y Homo) a cuatro millones de años atrás.

África subsahariana

En el África subsahariana nacieron y evolucionaron buena parte de las especies de homininos antepasados nuestros. De allí salió Homo ergaster para colonizar Asia y Europa, Homo antecessor hacia la península ibérica y, finalmente, Homo sapiens para dominar todo el mundo.​ Posteriormente, el corazón del continente vio como florecieron importantes culturas que fueron decayendo, unas por su propia dinámica interna y, otras por la continua sangría provocada por la explotación colonial y/o esclavista iniciada en tiempos de los cartagineses, y perpetuada por los romanos, los árabes y los europeos (estos últimos a partir de la Edad Moderna).

Paleolítico del África subsahariana

En África subsahariana para el Paleolítico suele utilizarse la periodización anglosajona, aunque ésta obvia toda la fase de desarrollo correspondiente al género Australopithecus:

  - ESA (Early Stone Age o Edad de Piedra temprana) se refiere al periodo comprendido desde la aparición del primer miembro del género Homo, hace más de dos millones y medio de años, hasta hace unos 200 000. Se divide en dos etapas tecnológicas: olduvayense o modo técnico 1 y achelense o modo técnico 2.
La garganta de Olduvai
La industria olduvayense es la más antigua del mundo. Aunque recibe su nombre del yacimiento epónimo de Olduvai, en Tanzania, los hallazgos más antiguos aparecen más al norte, en Etiopía, concretamente en la cuenca del río Omo, donde la investigadora francesa Hélène Roche ha datado herramientas talladas en el arroyo de Kada Gona (Afar), por medio del potasio-argón, en 2,6 millones de años de antigüedad. La olduvayense es una industria compuesta, fundamentalmente, por cantos tallados y lascas. Se atribuye normalmente al Homo habilis o al Homo rudolfensis, aunque según ciertos investigadores las especies más inteligentes de Australopithecus (por ejemplo el Australopithecus garhi) también pudieron elaborar herramientas, lo cual plantea numerosas controversias.

La industria achelense apareció hace 1,5 millones de años, al parecer ligada a una nueva especie humana, probablemente Homo ergaster, aunque existe un cierto hiato evolutivo en cuanto a los fósiles de este periodo. El Achelense africano, sin duda el originario, se caracteriza por el empleo del bifaz, el hendidor, el canto tallado, la raedera, los denticulados y una serie de técnicas y métodos de talla relativamente avanzados (método Levallois y sus variantes africanas, que son muchas más que las europeas).

  - MSA (Middle Stone Age o Edad de la Piedra intermedia), es el periodo que va desde hace 200 000 años hasta hace 30 000. Se desarrollaron industrias muy parecidas entre ellas, para las que se han establecido numerosas variantes regionales basadas, sobre todo, en la influencia de la materia prima local, que parece condicionar la tecnología y la tipología lítica.

En el África oriental y austral (Pietersburg y Bambata) destaca el Stillbayense, que se extiende por el sur de África hasta Rodesia y la zona oriental. Se caracteriza por las raederas, las puntas triangulares, las puntas foliáceas bifaciales y las lascas laminares. Otra industria propia de las llanuras de Sudáfrica es el Fauresmithiense, que tiene un fuerte componente Levallois y piezas de tradición achelense (bifaces, hendidores...), pero de pequeño tamaño. Las industrias de África central son más arcaicas, como el Sangoense, que parece un Achelense tardío. Es difícil atribuir grupos humanos a cada una de esas industrias; quizás las más arcaicas correspondan a Homo rhodesiensis y las más evolucionadas a los primeros Homo sapiens (tal vez a Homo sapiens idaltu u otra subespecie, cuyos restos se documentan en los yacimientos de Border Cave y Klaisies River Mouth, Sudáfrica, y en Herto, Etiopía).

  - LSA (Late Stone Age o Edad de Piedra tardía) es el último periodo del Paleolítico del África subsahariana. Las industrias típicas del África oriental son núcleos discoides, piezas foliáceas bifaciales y microlitos geométricos. En África central tenemos el Lupembiense, cuyos artefactos más característicos son unos espesos picos foliáceos finamente retocados. En el sur de África encontramos la cultura aparentemente más sofisticada, el Wiltoniense, de características microlíticas y laminares que fue extendiéndose hacia el norte y perduró hasta épocas históricas, incorporando numerosas innovaciones (llegando incluso, a neolitizarse parcialmente). Por último, en el Sahel hay industrias emparentadas con el periodo anterior y con rasgos protoneolíticos, como ocurre con el Gumbiense de Etiopía (un pueblo de pastores nómadas que conocían la cerámica). En muchos de estos lugares tales tecnologías se mantuvieron sin apenas evolución hasta la expansión bantú o hasta la colonización europea (por ejemplo, la cultura Gwisho).

Edad de los Metales en el África subsahariana

La metalurgia en la región subsahariana no pasó por las clásicas fases del Viejo Mundo (cobre, bronce y hierro), apareciendo solo evidencias de fundición del hierro y en unas fechas muy tempranas respecto a Europa. Hasta mediados de los años setenta del siglo XX se relacionaba la expansión lingüística del grupo bantú por África central y austral (a partir del siglo V a. C. y a costa de, sobre todo, las lenguas joisanas) con la del metal. Pero los datos arqueológicos posteriores han desmentido este modelo de tradición colonialista. Así, las dataciones más antiguas relacionadas con artefactos férreos se sitúan hacia el 1800 a. C. en lo que actualmente es el desierto de Níger. Sobre el 1300 a. C. para algunos puntos de África oriental, el 900 a. C. en el área del Congo y el 500 a. C. en Zambia y Zimbabue.

Escultura nigeriana del siglo XVI
El proceso lingüístico bantú está todavía lejos de ser bien comprendido y los estudiosos sostienen diversas teorías acerca de su génesis y desarrollo.​ Puede que los Nok de Nigeria, que vivían en los valles de los ríos Níger y Benué, y eran capaces de fundir y forjar el hierro hace 2500 años estén relacionados con el origen de los bantúes, aunque no hay pruebas.

Aunque la mayoría de los grandes reinos de África centro-occidental mantuvieron fuertes lazos de dependencia comercial con las áreas islámicas, ya históricas, del norte, sus fuentes narrativas siguieron estando basadas en las tradiciones orales. Tenemos noticias de ellos gracias a los viajeros y misioneros musulmanes que alcanzaron el centro del continente y dejaron constancia en sus escritos. Ese fue el caso de un geógrafo que describió en el siglo VIII el Imperio de Ghana. Los registros orales fueron puestos por escrito en árabe gracias a historiadores de Tombuctú, que durante el siglo XVII recogieron tradiciones que se remontaban a los siglos XIII-XIV, relacionadas con el Imperio de Malí. En cambio, del Imperio Monomotapa, que floreció entre los siglos XI y XV gracias a los contactos comerciales con los musulmanes asentados en la costa del Índico, no hay documentos escritos hasta la llegada de los portugueses.

Noroeste de África

El África mediterránea tuvo, durante la Edad de Piedra, una periodización equivalente a la europea, Paleolítico y Neolítico. Después, la influencia de la civilización egipcia y la llegada de colonizadores fenicios aceleraron el ritmo evolutivo respecto a Europa.

Edad de Piedra en el norte de África

  - El Paleolítico inferior y medio están bien representados desde fechas muy remotas. Así, hay numerosas evidencias del olduvayense y del achelense (más en el Magreb que en la zona del Nilo), pudiéndose añadir a las industrias líticas diversos tipos de restos humanos (la mandíbula de Ternifine, en Argelia, que podría ser atribuida a Homo heidelbergensis o el cráneo de Jebel Irhoud, en Marruecos, de aspecto neandertaloide). Durante este periodo existe similitud entre los grupos norteafricanos y los de Europa occidental.

  - La cultura ateriense parece romper esa tendencia y separa la evolución técnico-cultural (especialmente en la zona del Sáhara) de la de sus vecinos. Aunque es similar al musteriense (modo técnico 3) en algunas de sus técnicas líticas, tiene sus propias particularidades que lo diferencian de aquel, como serían la costumbre de elaborar utensilios pedunculados o una cronología que no podría ubicarse en las fases de la prehistoria europea (48 000 a. C.-30 000 a. C., aunque haya constancia de su pervivencia durante al menos diez mil años más).

  - La cultura capsiense es otro grupo cultural de origen claramente magrebí.​ Sus comienzos se sitúan hacia el 8000 a. C., dentro del Epipaleolítico local. Destaca por la abundancia de materiales, entre los cuales se encuentran útiles laminares y microlíticos (los hay foliáceos de bella factura), junto a las características botellas fabricadas en huevos de avestruz y los abundantes concheros. La caza, la recolección y el marisqueo debieron ser las fuentes principales de sustento. Hacia el quinto milenio se convirtieron en semisedentarios, adoptando la ganadería (complementada con una agricultura muy rudimentaria) y utilizando la cerámica. Por todo ello, en esta fase final se habla de un Neolítico de tradición capsiense.

Figurilla protodinástica de Maadi
  - El Neolítico de la zona del Nilo es particularmente avanzado, con dos focos principales situados respectivamente en el Delta (Merimdé), y en el alto Egipto (el Badariense). Aunque ambas tienen sus propias particularidades y diferencias, comparten ciertos rasgos que permiten sostener que existían relaciones entre ellas. Tenían grandes asentamientos completamente sedentarios, cuya economía se basaba en la agricultura y la ganadería. Sus cabañas, hechas con barro, ramas y cañas, contienen hogares, silos para el grano e incluso inhumaciones en fosa con ajuar. La cerámica es variada, mostrando modelos monocromos y otros pintados, y el resto de la cultura material es muy rica: hay cuchillos de sílex con una talla primorosa (tal vez ceremoniales), paletas de esquisto para la mezcla de pigmentos, productos para la confección de tejidos, puntas de flecha, ornamentos en piedras semipreciosas (a menudo importadas), estatuillas de animales y de personas, y (en la etapa final) piezas de cobre. Estos grupos culturales se inscriben en el llamado periodo predinástico de Egipto y son considerados como la etapa previa a la entrada de Egipto en la Historia.

El metal y la entrada en la Historia del norte de África

  - El Nilo: La eclosión de la civilización egipcia se inició ya en el IV milenio a. C. con el surgimiento de numerosas ciudades, los primeros jeroglíficos y la aparición de dos grandes estados (el Alto y el Bajo Egipto) en el periodo llamado Protodinástico. Estos estados acabaron siendo unificados por el primer faraón, el rey Narmer, aproximadamente en el 3150 a. C. De este modo, la zona oriental de África entró muy tempranamente en la Historia y, además, se convirtió en un foco de irradiación cultural que no solo afectó al Mediterráneo, sino también a gran parte del continente africano.

  El Magreb, en cambio es un caso muy diferente.​ Mientras que durante el segundo milenio antes de nuestra era buena parte del Mediterráneo comenzaba a ser recorrido por navegantes a la búsqueda de materias primas como el cobre y el oro, el Magreb quedaba al margen de este flujo de contactos e intercambios económico-culturales. La etnia bereber, de la que se desconoce su procedencia (aunque los estudiosos creen que su lengua es de orígenes afroasiáticos), era predominante en la región. La primera noticia de este grupo humano procede de textos egipcios datados en el 2300 a. C., donde se les denomina «téhménow»; posteriormente los citaron en el año 1227 a. C. cuando parece que atacaron el Delta, pero esta vez ya se les denominó libou, es decir, libios. Desde entonces los textos clásicos se refirieron a los indígenas del Magreb como pueblos líbicos. Sus restos funerarios se componen de cistas bajo túmulo, dólmenes (mucho más tardíos que los del occidente europeo) y, en los momentos finales, unos pequeños hipogeos llamados haouanets (por ejemplo, los de Debbabsa, en Túnez).

Desde finales del segundo milenio a.C. se cree que los fenicios frecuentaban las costas del Magreb, fundando las primeras factorías en torno al 1100 a. C. Éstas fueron Útica (cerca de Bizerta) y Oea (en los alrededores de Trípoli), aunque la más importante fue, sin duda, Cartago, en el 814 a. C. La influencia ejercida por los cartagineses se plasmó en la aparición, a partir del siglo V a. C., de las primeras monarquías indígenas en la propia Cirenaica (los colonos griegos hablan del rey Battus, fundador de la dinastía de los Batíadas), en Ghana y en Numidia (donde uno de sus reyes, Masinisa, se hizo legendario por sus cambios de bando en la Tercera Guerra Púnica). Asimismo, los púnicos introdujeron también mejoras agropecuarias, el hierro, el torno de alfarero, la acuñación de moneda y, finalmente, propiciaron la invención de un tipo propio de escritura: el «alfabeto líbico» o tifinagh, que, ha sobrevivido hasta la actualidad entre ciertas tribus de tuaregs.



JMS



2 comentarios :

  1. Muy buen articulo, sigue asi, tienes conmigo un suscriptor nuevo, saludos. Nos leemos.

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