Año 718, nacimiento del Reino de Asturias y de la epopeya de España

No hay comentarios

Año 718, nacimiento del Reino de Asturias y de la epopeya de España

Los orígenes de Asturias, y por ende de España, navegan entre el mito y la leyenda que más tarde se harán relato, relato que perdura hasta el presente. Las crónicas medievales, por parte cristiana la Albendense y el Cronicón de Alfonso III entre otras, y por parte musulmana Ibn Hayyan, Ibn Jaldum o Ahmad al Razi como más conocidos, se han encargado de dar cuenta de lo acaecido en aquellos tiempos oscuros, con el sesgo que de cada uno cabía esperar. En cualquier caso, algunos hechos y factores pueden considerarse como contrastados, y así es que allá por el año 718 cuentan los cronicones, y los estudios modernos confirman, tuvo lugar en Cangas de Onís, oriente de la actualAsturias, algo parecido a una asamblea o concejo abierto –una forma de administración local que aún perdura en el norte de España- en la que unos jefes de clan, o simplemente notables y hombre libres de la zona, promovieron como líder político y militar a uno de ellos, un tal Pelagius, o Pelayo. El nuevo Princeps, que tal vez ese fuera el título, nunca el de rey, toma como primera y fundamental decisión el rechazo de los impuestos a pagar a los ocupantes musulmanes, que no árabes, pues la mayoría de los invasores venidos del otro lado del Estrecho eran bereberes del actual Marruecos.

Esta decisión suponía una declaración de independencia, pues el poder, desde siempre, corresponde a aquel capaz de imponer impuestos y recaudarlos, y en este caso era el poder cordobés por medio de su gobernador Munuza, asentado en la villa de Gijón y que hoy en día le dedica una céntrica calle. En el caso que nos ocupa y por delante de la batalla de Covadonga, de la que nos ocuparemos más adelante, se consideraconvencionalmente como el inicio de Asturias, territorio histórico por antonomasia,como entidad política independiente, si bien precaria.

EL TERRITORIO Y SU POBLAMIENTO

La Tierra astur, el espacio donde se asienta el Principado, cuenta con unas características que la hacen particular con respecto al resto del país, incluidas las regiones del Cantábrico. Al norte, este mar bravío la proyecta hacia el resto del mundo celta y, por el sur, la Cordillera cantábrica con sus mayores altitudes la aíslan de los vientos cálidos del sur. El resultado es un espacio bajo la potente influencia del clima atlántico, quebrado hasta la extenuación, siempre en estado de semiaislamiento con las tierras de la meseta –aún hoy- y con graves dificultades para el desplazamiento interno lo que corrobora la existencia en la actualidad de tres variantes de la lengua tradicional del Principado, el Asturiano.

Clima duro, terreno compartimentado, condiciones típicas para una economía de pastoreo, caza y recolección. Los asentamientos humanos se documentan desde el Paleolítico inferior en las cuevas y el arte rupestre hoy en día visitables, como la incomparable de Tito Bustillo en Ribadesella, y también en la del Sidrón con el mayoryacimiento mundial de restos de neandertales. No será hasta el retiro de los hielos, entre el X y V milenio a.d.C. que se puede empezar a percibir el paisaje asturiano de modo similar a lo que hoy vemos.

Con el Neolítico aumenta el poblamiento como atestiguan los numerosos restos megalíticos y utensilios, también se inicia la agricultura y los asentamientos en lugares dominantes –defensa- que serían ya en la Edad del bronce la base de una cierta cultura urbana en la que la minería y la fundición ya tienen su espacio. Al final de esta época se intuye que se inicia la cultura castreña, entornos urbanos de claro carácter defensivo que tendrán su apogeo en la Edad del hierro, cuando ya por toda la fachada atlántica, hasta Bretaña, pueden encontrarse objetos en oro de clara factura asturiana, ya entoncestráfico marítimo mediante.

En esta Edad del hierro ya podemos hablar de Astures, al menos así nos lo cuentan tanto Plinio como Estrabón. Estos ocupaban una amplia zona que excedía la propia Asturias llegando por el sur hasta el Duero, es decir León, Zamora, con partes de Portugal y de Orense. Su economía se basaba en la ganadería, una modesta agricultura a cargo de las mujeres, la minería de hierro, oro y cobre y, importante, la guerra con los vecinos como claro elemento económico. Es la época dorada de los Castros, con sus muros de cinta y sus fosos y aunque no lo parezca también tenían tiempo para adorar a sus dioses, múltiples, entre los que destacan Belenos o Taranis de clara estirpe céltica. Schultenhabla de la práctica de la “covada” por los hombres astures, una representación del alumbramiento en la que se buscaba una equiparación con el superior estatus femenino en una sociedad, la astur, matriarcal y que ha traído su impronta hasta hoy en día.

Los romanos habían llegado a Hispania allá por el 218 a.d.C. unos doscientos años mástarde solo quedan libres los Cántabros y los Astures. Será una larga y épica contienda que tendrá que ser liderada en su fase final por el propio Augusto y cuya consecuenciaserá el inicio de la romanización de estas tierras. Esta romanización, debido a la morfología del territorio será en Asturias bastante superficial y se centrará sobre todo en la explotación aurífera ya que Augusto había decretado la monetización en oro y eso implicaba una gran demanda de este metal. La Vía Carisa o la de la Mesa, serán lasarterias que desde León y Astúrica Augusta, Astorga, mantendrán el flujo del imperio con la Tierra Astur y con Gijón, pequeña ciudad romana con termas pero sin foro, acorde con su rango.

La romanización se extiende en la zona, si bien superficialmente. El cambio del patrón monetario a la plata llevará la pérdida de importancia de la provincia que queda como proveedora de tropas auxiliares. El paso de los Vándalos no deja huella y el posterior dominio godo solo alcanza a extender la cristianización, controlar el territorio y poner las simientes del feudalismo posterior. Podríamos hablar de astures someramente romanizados y nada germanizados.

PELAYO, EL REFUGIADO

Para el 711, Musa ben Nusair, gobernador de Ifriquiya, el Magreb, acude al llamado de una facción visigoda –vieja historia- y envía a Tariq ben Ziyad al mando de unos 7000 moros que derrotan al rey Rodrigo en Guadalete y abren la puerta a la conquista de todo el territorio hispano, acción que completará su jefe Musa entre el 712 y el 714, cuando es llamado a rendir cuentas ante el califa, en Damasco, por prácticas corruptas. Es aquí cuando ya podemos retomar el hilo con Don Pelayo a quien se supone participante en la batalla como espatario –miembro de la guardia personal del rey- lo que implicaba un cierto grado de nobleza y quien ante el avance musulmán toma el camino del nortehacia Asturias en compañía de su hermana –dato importante para lo que vendrá después- donde según las crónicas contaba con alguna posesión.

Es de suponer que en Asturias, una vez tomada por los musulmanes y con el gobernador Munuza en Gijón, la situación sería similar a la del resto del país y los otros territorios ya conquistados por los ejércitos agarenos al Imperio Bizantino, es decir, los “dhimmis”, los cristianos o gente del Libro, tras algún tipo de acuerdo –conforme a lo señalado en el Corán-, pagando los impuestos de riqueza y de capitación, en lo que sería para algunos “un buen pasar”, y la historia de España hubiese sido bien distinta si no llega a ser porque Munuza se encapricha de Adosinda, la hermana de Pelayo, y aquí las crónicas ni tampoco Sánchez de Albornoz aclaran del todo si con ánimo matrimonial o simplemente libidinoso aunque la novela romántica y el teatro han sacado buen partido de este detalle de la historia.

PELAYO, REBELDE Y CAUDILLO

El astuto Munuza, preparando el terreno para su ofensiva sobre Adosinda, envía a Pelayo a Córdoba en calidad de rehén o invitado con libertad restringida y allí, dicen las crónicas, conmovido éste ante el atropello que sufren los cristianos y el menoscabo a que se encuentra sometido decide escapar y volver a Asturias, vamos, el “echarse al monte” tantas veces repetido en la historia patria. Estamos en la primavera del 717 y el destino de este hombre lo encamina a Covadonga.

Ya en Asturias, tras descubrir lo sucedido con su hermana y tras épica huida ante los esbirros del wali cordobés, Al Hurr, enviados a por él, se encamina hacia el oriente asturiano, seguramente menos controlado que la zona central y donde debía tener algún tipo de ascendiente sobre los astures de aquellos valles angostos.

Para el verano del 718, época de cosecha y trabajos comunitarios, o del otoño, cuando se bajan los ganados de las majadas de altura a los valles, es probable que tuviese lugar la asamblea o “aconceyamientu” en Cangas de Onís en el que Pelayo será elegido caudillo de unos hombres que, durante siglos, habían demostrado llevar mal el yugo impuesto y a los que habría convencido mediante conversaciones y apelaciones a la libertad y a la fe cristiana durante los meses del 718 que las crónicas nos escamotean.

Este caudillo, es elegido por astures, no como continuador de la legalidad goda, que también les es ajena, si no como igual entre ellos, como líder de una nueva legalidad que con el acto asambleario se crea, que aún no es institución, solo es rebelión pero que, si hay suerte, será el embrión de algo totalmente nuevo, el reino de Asturias. Vaya lo anterior en relación con el llamado neogoticísmo que aparecerá cuando dos centurias más tarde, al descender el reino hacia León, se intente convertir a los electores de Cangas en nobles godos y a Pelayo en hijo de un dux, Favila, imposible de encontrar en las relaciones visigodas del Aula Regis.

LA BATALLA DE COVADONGA

El inicio de la rebelión es afortunado. Al Hurr no parece preocuparse de esos “asnos salvajes” que asaltan recaudadores de impuestos y mantienen a la pequeña guarnición musulmana en sus cuarteles. Córdoba está más interesada en progresar hacia la Narbonense y el siguiente wali, Al Samah, llegado el 719, se preocupa de organizar el territorio del sur hispano, más rico, y avanzar hacia la Galia donde morirá en batalla ante el duque de Aquitania tras tomar Narbona en el 721. Será el primer revés serio de los sarracenos.

Su sucesor, Anbasa, llega en agosto de ese mismo año y, posiblemente para elevar la moral de sus huestes con una victoria fácil antes de retomar los asuntos galos, envía al inicio de la primavera siguiente, en el 722, a un tal Al Qama al frente de un ejército para acabar con los rebeldes del norte. Este ejército debió entrar como casi todos por el Camino de la Mesa, sometiendo a todos aquellos asentamientos que los informes de Munuza indicaron como rebeldes. Avanzando por el valle del rio Piloña, debió progresar más tarde, desde Arriondas, Sella arriba, hasta Cangas de Onís.

Para entonces Pelayo y sus hombres se había recogido hacia la zona del monte Auseva y la Cueva Dominica (de la Señora), que así se la conocía en la época y que está colgada a 30 metros de altura en medio de un murallón rocoso. Allí contaban con la fortaleza del terreno para la defensa y también, a través de los Picos, con una vía de escape haciaValdeón, una especie de valle santuario en medio de la cordillera y entonces de imposible acceso para una fuerza articulada como la sarracena. Es probable que se viesen en las últimas.

Al Qama avanzó hacia Covadonga, era el 28 de mayo del 722, seguramente tranquilo pues el valle es amplio y despejado en comparación con otros lugares. Le acompañaba, dicen las crónicas, el taimado obispo Oppas, hijo de Witiza y ya traidor a Rodrigo, para llegado el caso parlamentar con Pelayo, como así fue, aunque obviamente con resultado negativo.

A la altura del monte Auseva el valle, de pronto, se cierra y convierte en angostura, nohay espacio para variar el despliegue y hay que seguir en columna hasta que, a la vuelta de un recodo, se encuentran bajo la cueva en la que Pelayo con 300 hombres –la cifra, aportada por las crónicas cristianas, recuerda mucho a Leónidas en las Termópilas pues la de Alfonso III cuantifica en unos exageradísimos 187.000 a los atacantes - espera a los mahometanos.

Las flechas y piedras de arqueros rebotan contra la muralla y, súbitamente, el grueso de los hombres del caudillo, emboscados en la espesura del monte valle abajo, caen en medio de la columna enemiga, rompiéndola y provocando el pánico de modo que la retaguardia vuelve grupas y huye hacia Cangas. Es el momento que elige Pelayo para caer sobre la vanguardia donde se encuentran Al Qama y Oppas. También aquí cunde el desconcierto y los más huyen hacía el camino de los puertos –la actual carretera de los Lagos- dejando a Al Qama muerto y al obispo prisionero.    

Los huidos hacia Cangas, diezmados, pues es sabido que las poblaciones por donde pasan las tropas desbandadas suelen cebarse en ellas, llegarían a Gijón con las nefastas noticias, poniendo al escape a Munuza y su guarnición que también serían copados y aniquilados cuando intentaban ganar las alturas del Camino de la Mesa algunos días después.

El resto de la vanguardia sarracena fue alcanzada por los hombres de Pelayo en el tramo-de extremada dificultad ciclista para los aficionados a este deporte que suben a Los Lagos- conocido aún hoy como la Huesera. Después, los sobrevivientes, vagarían entre ímprobas dificultades por los picos pues no contaban con guías, para llegar a Cosgaya, en la Liebana, donde algunas crónicas los llevan a perecer bajo un argayo fortuito y otras, más leyenda que crónica, dicen que perecieron a manos de Gaudosia, mujer de Pelayo, que se encontraría a resguardo en aquellas partes con las mujeres y una pequeña guarnición.

Tras la victoria Pelayo ya no es caudillo, es aclamado rey y asienta su capital en Cangas de Onís donde morirá tras 19 años de reinado.

LA RESILIENCIA ASTURIANA Y SU IMPORTANCIA PARA EL RESTO DE ESPAÑA

El hecho de que la capital asturiana se mantuviese en Cangas durante mucho tiempo, hasta que Silo la mueve a Pravia más de cincuenta años después, da cuenta de la precariedad del reino, expuesto a ser arrasado por un adecuado ejército cordobés; pero allí, en Al Andalus, las cosas de palacio iban torcidas y las guerras internas no darán tregua durante un largo periodo de años que empiezan después de la expedición deAnbasa a la Galia y que vacían las guarniciones musulmanas de Galicia dejándola desguarnecida.

En Asturias es elegido Favila, hijo de Pelayo, que morirá a los dos años bajo las garras de un oso y a quién sucede su cuñado Alfonso, otro golpe de fortuna para la historia de España pues era éste hijo del dux de Cantabria, lo que ennoblecía la estirpe y, sobretodo, era hombre resuelto y de grandes luces, contando además con su hermano Fruela, guerrero excepcional, como lugarteniente.

Alfonso, que muere en el 757, y su hermano, llevan a cabo una política de ocupación de la abandonada Galicia y, hacia el sur, comienzan el vaciado de la cuenca del Duero, llegando hasta la serranía Central y hasta la cabecera del valle del Ebro. Entran en Tuy, Zamora, Astorga, León, y exterminan a todo agareno que se encuentran pero vacían las ciudades llevándose a sus pobladores, patrones y siervos, y repueblan con ellos sus dominios norteños. Es la época de las pueblas, polas, etc. y así nacerán Pola de Gordón,Pola de Laviana, Pola de Allande y otras. Con estos pobladores, muchos de ellos de raíz goda, llega también el derecho germánico que se incorpora junto al romano a las fuentes legislativas asturianas.

Está política tiene un claro efecto militar pues en el futuro los ejércitos cordobeses no contarán con logística suficiente para acometer el reino, centrándose más en el Levante. Por añadidura, su simple existencia y permanencia, supone un foco de atención suficiente como para que los musulmanes no pongas sus ojos en los pequeños núcleosque resisten en los profundos valles pirenaicos y que darán lugar posteriormente a los condados de Sobrarbe y Ribagorza.

Hasta que Córdoba se recupera e intenta retomar la iniciativa son tiempos que Asturiasaprovecha para consolidarse, repoblar su territorio como hemos visto y, posteriormente, comenzar la repoblación del “desierto” del Duero durante el reinado de Ordoño I. Su éxito será su perdición cuando Alfonso III el Magno consolide la ocupación de todo el territorio y a su muerte reparta el reino –práctica nefasta de los reyes de León- entre sus hijos; tras la tradicional lucha fratricida será Ordoño II el que en el 914 traslade la capital desde Oviedo a León y con ello de nuevo los astures quedarán apartados del camino principal de la historia.

Antes de que ese hecho se produjese otra serie de elementos de suma importancia para la historia de España tuvieron lugar en el solar astur. En Liébana, el ya entonces famoso Beato, reafirma la predicación del apóstol Santiago en la Hispania romana, hecho del cual nunca se tuviera noticia clara y del que la historiografía moderna tampoco ha encontrado rastro; eran tiempos del reinado de Mauregato, al que también infundadamente se le adjudica el oprobioso impuesto de las cien doncellas y que había llegado al trono en el 783 tras deponer a Alfonso el Casto. Este rey, que accede al trono unos años después, es un gran monarca, completa la repoblación del Duero, sufre dos acometidas musulmanas en la propia Oviedo que casi acaban con el reino, repuebla Oporto y toma Lisboa, y alcanza Sevilla en una de sus incursiones pero, sobre todo, es durante su reinado que el obispo Teodomiro, en el 814, da cuenta del hallazgo del sepulcro del Apóstol Santiago. Tras un titubeo inicial, Alfonso peregrina a Compostela y erige una humilde iglesia para albergar el sepulcro. Sera el inicio de una tradición milenaria y hoy universal, y para la monarquía astur una grande y prestigiosa operación de mercadotecnia política.


J.M.S

No hay comentarios :

Publicar un comentario