Edad Media

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Historia de España Edad Media

La caída del Imperio romano

En la península ibérica, como en otras provincias, el Imperio cayó gradualmente, con los procesos casi simultáneos de la «desromanización» del Imperio romano en Hispania, es decir, una debilitación de la autoridad central en los siglos iii, iv y v, y de la «romanización» de las tribus germánicas, por ejemplo, la adopción de la ley romana que es evidente en la Lex Gothorum (Ley de los godos), la conversión al cristianismo, y la afinidad que algunos reyes tenían por el latín, hasta componer poesía en esta lengua.

A pesar de todo esto, entre los siglos VI y VII y gracias a la búsqueda de Justiniano I el Grande de restablecer el poder del Imperio romano de Occidente hizo que se estableciese en la franja meridional de la península ibérica la Provincia de Spania. Este territorio visigodo fue donado al Imperio Bizantino al ser llamado en auxilio por una de las partes en la contienda civil del Reino Visigodo que estaba existiendo entre Agila y Atanagildo y había sido asolado por el desaparecido pueblo vándalo. Su capital se estableció en Carthago Spartaria, actual Cartagena.

Las invasiones

Toledo, capital del Reino Visigodo.
En el invierno del año 406, aprovechando la congelación del Rin, los vándalos, suevos, y alanos invadieron el imperio con gran pujanza. Al cabo de tres años, cruzaron los Pirineos y llegaron a la península ibérica, y dividieron entre sí las partes occidentales, que correspondían aproximadamente al Portugal moderno y España occidental hasta Madrid. Mientras tanto, los visigodos, que habían tomado Roma hacía dos años, llegaron a la región en el 412, fundando el reino de Tolosa (Toulouse, en el sur de Francia), y extendieron su influencia gradualmente en la península, desplazando a los vándalos y alanos al norte de África, sin que estos dejasen mucha huella en la cultura ibérica. Luego, tras la conquista de Tolosa por los francos y la pérdida de gran parte de los territorios en lo que hoy es Francia, trasladaron la capital del reino visigodo a Toledo.


Tú eres, oh España, sagrada y madre siempre feliz de príncipes y de pueblos, la más hermosa de todas las tierras que se extienden desde el Occidente hasta la India. Tú, por derecho, eres ahora la reina de todas las provincias, de quien reciben prestadas sus luces no sólo el ocaso, sino también el Oriente. Tú eres el honor y el ornamento del orbe y la más ilustre porción de la tierra, en la cual grandemente se goza y espléndidamente florece la gloriosa fecundidad de la nación goda. Con justicia te enriqueció y fue contigo más indulgente la naturaleza con la abundancia de todas las cosas creadas, tú eres rica en frutos, en uvas copiosa, en cosechas alegre... Tú te hallas situada en la región más grata del mundo, ni te abrasas en el ardor tropical del sol, ni te entumecen rigores glaciares, sino que, ceñida por templada zona del cielo, te nutres de felices y blandos céfiros... Y por ello, con razón, hace tiempo que la áurea Roma, cabeza de las gentes, te deseó y, aunque el mismo poder romano, primero vencedor, te haya poseído, sin embargo, al fin, la floreciente nación de los godos, después de innumerables victorias en todo el orbe, con empeño te conquistó y te amó y hasta ahora te goza segura entre ínfulas regias y copiosísimos tesoros en seguridad y felicidad de imperio.
Historia de los Godos, Vándalos y Suevos de San Isidoro de Sevilla, siglo vi-vii. Trad. de Rodríguez Alonso, 1975, León, pp. 169 y 171.

Reino visigodo

No se conoce con exactitud el número de visigodos que migraron a la península pero posiblemente estuvieron en torno al 5% de la población de la península. Esto implica que los visigodos básicamente fueron una élite dominante que no supuso nunca una parte importante de la población. Esta es una de las razones por la cual su religión arriana y su lengua visigótica no tuvieron un efecto preponderante sobre la población.

A pesar de que la nobleza visigoda practicaba el arrianismo, este gozó de muy poca popularidad entre la población hispanorromana de la península, fiel en su mayoría a la doctrina católica. Desde la corona visigoda, específicamente en el año 587, el rey Recaredo I, ya convertido al catolicismo, trató de conciliar así mismo a la jerarquía religiosa arriana con la católica, pero con poco éxito. Finalmente, se impuso la opción católica por la fuerza, desposeyendo a la iglesia arriana de sus bienes en favor de su antagonista.

La conquista musulmana

La conquista musulmana de España puede resumirse en una cronología breve:
  • Año 696: la ciudad de Melilla es conquistada por el califato Omeya.
  • Año 709: la ciudad de Ceuta es conquistada por el califato Omeya.
  • Año 711: Tras la muerte del rey Witiza, los nobles y obispos de la península eligen por rey a Roderico (conocido en la historia por don Rodrigo), duque de la Bética. Los hijos de Witiza querían por rey a Aquila, duque de la Tarraconense, por lo que pactan con los árabes a través de Don Julián, conde de Ceuta.
En 711 los ejércitos musulmanes entran en la península
por el Estrecho de Gibraltar y la conquistan en muy pocos años,
en comparación con el largo proceso que supuso la Reconquista.
Roderico, que estaba por entonces luchando contra un levantamiento de los vascones, al enterarse de la invasión árabe acude con su ejército. Pierde en la batalla de Guadalete debido a deslealtad de los witizanos. Con su muerte, y con el grueso del ejército godo derrotado, los árabes se animan a continuar con la lucha.

Táriq ibn Ziyad conquistó Toledo y llegó hasta León; Muza ibn Nusair conquistó Sevilla y llegó hasta Mérida (712). Posteriormente unirían sus fuerzas para tomar Zaragoza. El hijo de Muza completará la conquista de la península, a excepción de las zonas montañosas cantábricas y pirenaicas (716), pasando a territorio franco. Carlos Martel detuvo el avance musulmán en Poitiers en 732, por lo que a partir de ahí los musulmanes básicamente se concentrarán en la península ibérica.

En 756, Abderramán I proclamó el emirato de Córdoba, independizando políticamente a la península del resto del Mundo islámico aunque siguieron los contactos culturales y comerciales. En 929 Abderramán III proclama el califato de Córdoba, lo que supone la separación definitiva del califato de Bagdad. En el año 1031 se fragmenta el califato cordobés, formándose numerosos reinos de taifas frecuentemente enemistados entre sí.

Era musulmana

Al-Andalus coincidió con la «Convivencia», una época de relativa tolerancia religiosa, y con la edad de oro de la cultura judía en la península ibérica. (Ver: el emir Abd al-Rahmán III, 912; Masacre de Granada de 1066).

El interés musulmán en la península volvió con fuerza alrededor del año 1000, cuando Al-Mansur (conocido como Almanzor), saqueó Barcelona (985). Según su hijo, otras ciudades cristianas fueron objeto de numerosas incursiones.

Después de la muerte de su hijo, el califato se hundió en una guerra civil y se dividió en los llamados «Reinos de Taifas». Los reyes de las taifas compitieron entre sí no solo en la guerra, sino también en la protección de las artes y la cultura, que disfrutaron de una recuperación breve. Los reinos de taifas habían perdido terreno frente a los reinos cristianos del norte y, después de la pérdida de Toledo en 1085, los gobernantes musulmanes a regañadientes invitaron a los almorávides, que invadieron Al-Andalus desde el norte de África y establecieron un nuevo imperio. En el siglo xii el Imperio almorávide se rompió de nuevo, solo para ser tomado por la invasión almohade, que fueron derrotados en la decisiva batalla de las Navas de Tolosa en 1212.

La España medieval fue escenario de guerra casi constante entre musulmanes y cristianos. Los almohades, que habían tomado el control de los magrebíes, de los almorávides y de los territorios andaluces por el 1147, superaron con creces a los almorávides en la perspectiva fundamentalista, y trataron a los Dhimmis con dureza. El trato hacia los judíos en este momento en la península ibérica había variado mucho entre los distintos reinos musulmanes y cristianos. El emirato de Granada de mediados del siglo xiii fue el único reino independiente musulmán en España, que duraría hasta 1492. A pesar de la disminución de los reinos musulmanes y controlados, es importante tener en cuenta los efectos a largo plazo que se ejercen sobre la península por los musulmanes en la tecnología, la cultura y la sociedad.

Interior de la mezquita de Córdoba,
capital del califato de Al-Ándalus.
En este tiempo, los reyes de Aragón gobernaron territorios que consistían no solo en el Reino de Aragón, sino también en el Principado de Cataluña, y más tarde de las Islas Baleares, el Reino de Valencia, Sicilia, Nápoles y Cerdeña (véase Corona de Aragón). La Compañía catalana procedió a ocupar el ducado de Atenas, que se coloca bajo la protección de un príncipe de la Casa de Aragón, que lo gobernó hasta 1379.

La Reconquista

Hacia 722 un destacamento musulmán es vencido por un grupo de cristianos refugiados en los bosques de Covadonga (Asturias) en la batalla homónima. Don Pelayo, probablemente noble godo, es nombrado rey. La primera corte se establece en Cangas de Onís. Pelayo muere en 737. Dos años después (739), su yerno Alfonso I, hijo de Pedro de Cantabria, aprovechando las luchas entre árabes y bereberes, da nuevo impulso a la reconquista llegando hasta la Rioja y el Duero. Pero no tiene posibilidad de repoblar, por lo que queda un amplio desierto estratégico, tierra de nadie en la meseta norte.

Etapas de la reconquista:

  1. Fijación de la frontera del reino asturiano en el Arlanzón y el curso medio y bajo del Duero. Se logra a principios del siglo x.
  2. León y Castilla rebasan la cordillera Central y ocupan la cuenca del Tajo. Toledo se reconquista en 1085. Reconquista de Zaragoza en 1118.
  3. Dominio del valle del Guadiana y de los pasos de Sierra Morena. Batalla de Las Navas de Tolosa (1212).
  4. Ocupación del valle del Guadalquivir por Fernando III el Santo (1252) y de Valencia, y las Baleares por Jaime I de Aragón, comenzando por la conquista de Mallorca en 1229. Quedará un reducto musulmán en Granada hasta 1492.
Entre los años 718 y 1230 se forman los principales núcleos cristianos en la península en los reinos de Asturias, Navarra, León, Galicia, Portugal, Aragón y Castilla.

En el siglo xiii, se produce un gran avance cristiano, la expansión de la Corona de Aragón por el Mediterráneo y la unión de Castilla con León.

Unión de León y Castilla

En el año 1037 muere Bermudo III, rey de León, en el campo de batalla contra su cuñado, Fernando I. Al no tener descendencia Bermudo III, su cuñado considera que es el sucesor y por lo tanto unifica el Reino de León y el Condado de Castilla. En el año 1054 Fernando I lucha contra su hermano García Sánchez III de Nájera, rey de Navarra, en la batalla de Atapuerca, muriendo también el monarca navarro y anexionándose entre otras la comarca de los montes de Oca, cerca de la ciudad de Burgos.

A la muerte de Fernando I, ocurrida en 1065, el Condado de Castilla se convierte en reino, que hereda el primogénito Sancho II; Alfonso VI hereda el de León. Sancho II es asesinado en 1072 y su hermano accede al trono de Castilla, siendo el primer monarca de ambos reinos.

El castillo de Manzanares el Real (Madrid).
El castillo era el modo de fortificación más común
en unas tierras fronterizas en constante conflicto
que dieron nombre al Reino de Castilla (tierra de castillos).
A su muerte le sucedió en el trono su hija Urraca. Esta se casó, en segundas nupcias, con Alfonso I de Aragón, pero al no lograr la unificación de los reinos y debido a los grandes enfrentamientos de clases entre los dos reinos, Alfonso I repudió a Urraca en 1114, lo que agudizó los enfrentamientos entre los reinos. Si bien el papa Pascual II había anulado el matrimonio anteriormente, habían seguido juntos hasta esa fecha. Urraca también tuvo que enfrentarse a su hijo, Rey de Galicia, fruto de su primer matrimonio, para hacer valer sus derechos sobre ese reino, y a su muerte este le sucede como Alfonso VII. Alfonso VII consigue anexionarse territorios de los reinos de Navarra y Aragón (aprovechando la debilidad de estos reinos desde que se escindieron a la muerte de Alfonso I de Aragón). Renuncia su derecho a la conquista de la costa mediterránea a favor de la nueva unión de Aragón y el Condado de Barcelona (que se produce con el matrimonio de Petronila y Ramón Berenguer IV). En su testamento vuelve a la tradición real de la división de sus reinos entre sus hijos. Otra vez se rompe la unión entre León y Castilla, siendo Fernando II rey de León y Sancho III rey de Castilla.

En 1230 se produce la definitiva unión entre León y Castilla (con algún paréntesis posterior de poca relevancia), cuando Fernando III el Santo recibe de su madre Berenguela en 1217 el Reino de Castilla y, tras la muerte de su padre Alfonso IX en 1230, acuerda con las herederas de este, Sancha y Dulce, la transferencia de León en la Concordia de Benavente.

Crisis bajomedieval

La confluencia de varios factores adversos hicieron del siglo xiv una época de crisis generalizada, no solo en España sino en toda Europa. Entre esos factores cabe destacar un empeoramiento general del clima con sus consecuencias para la agricultura, la aparición de la peste negra en 1348, y el estallido de numerosos conflictos bélicos.

Desde finales del siglo xiii los conflictos internos, expresados en disputas sucesorias, llevaron a constantes guerras civiles en todos los reinos peninsulares, tanto en el musulmán como en los cristianos, especialmente en Navarra (guerra de la Navarrería, guerra civil de Navarra), y en la corona de Castilla (entre los partidarios de Alfonso X el Sabio y los de su hijo Sancho, entre los partidarios de los infantes de la Cerda y los de Fernando IV el Emplazado, entre los de Pedro I el Cruel y Enrique II el Fratricida —de la nueva dinastía Trastamara—, entre los de Juana la Beltraneja y los de Isabel la Católica). Muchos de ellos se inscribieron en conflictos de dimensión europea, como la guerra de los Cien Años, o entre reinos cristianos peninsulares, como la Guerra de los Dos Pedros (1356-1369, entre Castilla y Aragón) y la batalla de Aljubarrota (1385, entre Castilla y Portugal). La alianza anglo-portuguesa (1373) demostró tener una extraordinaria proyección (se ha prolongado, bajo distintas formas, hasta el día de hoy). En la Corona de Aragón, la ausencia de heredero directo llevó a las Cortes a elegir como rey a Fernando el de Antequera, emparentado con los Trastámara castellanos (compromiso de Caspe de 1412).

Paralelamente, los últimos siglos de la Edad Media supusieron un verdadero florecimiento de la vida intelectual, multiplicándose las instituciones educativas, con presencia competitiva de las órdenes religiosas (especialmente dominicos, franciscanos y agustinos). Universidades y colegios mayores fueron convirtiéndose en un mecanismo de formación de las élites eclesiásticas y burocráticas, a través de las que se establecían redes clientelares. A las ya existentes en Salamanca, Valladolid y Murcia, y a las instituciones conocidas como studium arabicum et hebraicum (Toledo, Murcia, Sevilla, Barcelona); se sumaron la Universidad de Lérida (1300), la Universidad de Coímbra (1308, trasladada desde Lisboa), la Universidad de Perpiñán (1350), la Universidad Sertoriana de Huesca (1353), la Universidad de Valencia (1414), la Universidad de Barcelona (1450) y la Universidad de Santiago de Compostela (1495).

El auge del castellano

Batalla de Nájera o de Navarrete (1367)
Hasta el siglo xiii, se hablaban muchas lenguas en los territorios que hoy forman España, entre ellas el castellano, árabe, aragonés, catalán, vasco, gallego, ladino, aranés y asturleonés. Además, en los territorios cristianos el latín era la lengua oficial de la iglesia y de la administración. A lo largo de dicho siglo, el castellano (que también se conoce hoy como español) ganó cada vez más prominencia en el Reino de Castilla como lengua de cultura y comunicación. Un ejemplo de esto es la composición de grandes epopeyas como Cantar de mio Cid. En los últimos años del reinado de Fernando III de Castilla, el castellano empezó a usarse para ciertos tipos de documentos administrativos y durante el reinado de su sucesor Alfonso X se convirtió en el idioma oficial del reino de Castilla (junto con el latín que siguió usándose para numerosos propósitos religiosos y seculares).

A partir del siglo xiii gran parte de los documentos públicos fueron escritos en castellano, y las traducciones se realizaron preferentemente al castellano en lugar del latín. Por otra parte, en el siglo xiii se fundaron muchas universidades en los reinos de León y Castilla; algunas, como las de Salamanca y Palencia se encontraban entre las primeras universidades de Europa. En 1492, durante el reinado de los Reyes Católicos, se publicó la primera edición de la Gramática de la Lengua Castellana de Antonio de Nebrija. Fuera de Castilla se siguieron usando ampliamente las lenguas romances autóctonas, aunque a menudo coexistían con el castellano. Hacia 1600 el castellano era la lengua dominante en Zaragoza y gran parte de Aragón oriental, y un desplazamiento similar se observó en las regiones orientales del antiguo Reino de León. Sin embargo, en Galicia, Asturias, País Vasco, Valencia, Cataluña y Baleares el castellano no penetraría de manera importante hasta dos o tres siglos más tarde, dependiendo de la región. Por otra parte el árabe andalusí siguió siendo la lengua dominante de muchas regiones hasta la expulsión de los moriscos a principios del siglo XVII.


J. M. S.

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