Prehistoria

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Prehistoria

La presencia de homininos en la península ibérica se remonta al menos a 1,3 o 1,2 millones de años, datación de la mandíbula encontrada en la Sima del elefante, uno de los yacimientos de la Sierra de Atapuerca (provincia de Burgos). Corresponde a un Homo aún por determinar, próximo a los más primitivos Homo africanos y al hombre de Dmanisi pero con algunas características derivadas propias. De esta edad sería también el yacimiento con industria lítica propia del Paleolítico inferior arcaico (Pre-Achelense) de Fuente Nueva 3, en la cuenca de Guadix-Baza (provincia de Granada).

Homo heidelbergensis: cráneo nº 5 de la Sima de los huesos
de la Sierra de Atapuerca,
de unos 500 000 a 350 000 años de antigüedad,
el llamado «Miguelón».
De hace unos 900 000 años son los restos del yacimiento de la Gran Dolina, también en Atapuerca, que definen una especie clave para entender la evolución humana, bautizada como Homo antecessor.​ El siguiente hallazgo, datado en unos 430 000 años,​ es la ingente cantidad de restos de Homo heidelbergensis (especie precursora del Homo neanderthalensis) hallados en la Sima de los huesos de Atapuerca, yacimiento que ha proporcionado, entre una variedad ósea excepcional, numerosos cráneos muy bien conservados. Son numerosos los yacimientos con industria lítica Achelense de esta época en la península, como los de Torralba y Ambrona (provincia de Soria) o los de las terrazas del Manzanares (provincia de Madrid).

En el Paleolítico medio se sitúa la presencia del hombre de Neanderthal, asociado a la cultura Musteriense, datando en unos 60 000 años sus primeros restos en Gibraltar. En la Cueva de Nerja (Málaga), se han datado en 42 000 años de antigüedad algunos restos orgánicos asociados a unas pinturas de focas que podrían ser la primera obra de arte conocida de la historia de la humanidad.

En el Paleolítico superior se sitúa la llegada a la península del Homo sapiens, el hombre «moderno», hace unos 35 000 años, manifestada por los restos de la cultura Gravetiense hallados en Cantabria.​ Cohabitan la península durante varios millares de años con los neandertales, hasta la extinción de las últimas poblaciones de neandertales en el sur hace unos 27 000 años. Hace unos 16 000 años, la cultura Magdaleniense estaba presente en Asturias, Cantabria y parte del País Vasco, cuya aportación más notable lo representan las pinturas rupestres de las Cuevas de Altamira.

Uno de los bisontes de la Gran Sala de la Cueva de Altamira. 
La datación no ha sido establecida con precisión 
(se proponen cifras de entre 14 000 y 40 000 años de antigüedad).
El arte rupestre se desarrolló en dos zonas estilística y cronológicamente bien diferenciadas: el arte franco-cantábrico y el arte levantino.

La revolución neolítica, que la teoría difusionista entiende como una difusión cultural a partir de su inicio en el Creciente Fértil de Oriente Próximo, apoyándose en la difusión simultánea de la cerámica cardial, alcanza la costa mediterránea en torno al 6000 a. C., provocando el abandono del tradicional modo de vida cazador-recolector por un estilo de vida sedentario, enfocado en la agricultura y la ganadería, extendido al resto de la península durante los siguientes dos milenios. En torno al 5000 a. C. aparece la cultura megalítica en el tercio occidental de la península.

Las culturas que usaron los metales (Edad de los Metales) aparecieron en la península ibérica en torno a los años 3000 a 2500 a. C. Su distribución geográfica es mayor y se considera que la búsqueda de los metales trajo flujos migratorios importantes, destacando Los Millares en Almería, con una gran fortificación, y en el curso del río Tajo en la zona portuguesa actual.


J. M. S.

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