La batalla de Lepanto
La batalla de Lepanto
Un 7 de octubre de 1571, el mundo contemplaba atónito una de las mayores batallas navales de la historia, la batalla de Lepanto. Fue una batalla que salvó a Europa de una invasión otomana y, en ella, España jugó un papel fundamental.
El 7 de octubre de 1571 la Santa Alianza vencía a la flota turca en el golfo de Lepanto. Cervantes, que participó en la batalla, la calificó como “la más alta ocasión que vieron los siglos”.
Batalla de Lepanto
Durante todo el siglo XVI el Imperio Otomano fue una constante amenaza para los intereses cristianos en el mediterráneo ya que controlaba parte de los Balcanes y amenazaba constantemente Viena controlando con ello el Mediterráneo Oriental. En 1570 los turcos habían tomado Chipre, hecho fundamental para que el Papa Pio V, Felipe II, la Orden de Malta, el Ducado de Saboya, la Republica de Génova y la Republica de Venecia, entre otros, constituyeran la Liga Santa. Francia, en esta época se abstuvo en pos de sus intereses.
La Santa Liga se creó para la defensa del mediterráneo y constituía una flota conjunta con unas 200 galeras y otras galeazas de menor tamaño aparte de naves auxiliares mientras que los otomanos tenían aproximadamente unas 290 naves, según Juan Vázquez (2011). Las fuerzas en combate, se resumen en unos 30.000 marineros y algo más de 20.000 soldados por parte de la Liga Santa de los cuales 14.000 eran españoles (Venecia aportó el grueso de las naves); los turcos, por el contrario, sumaban unos 40.000 hombres y se encontraban recalados en el Golfo de Lepanto (Patrás), tras la conquista de Chipre. Según Jesús A. Rojo (2015), en Lepanto se concentró más del 75% de las naves disponibles del mundo en ese momento, al igual que Felipe II hizo hincapié en concentrar al grueso de sus tropas allí.
Así las cosas, el 17 de septiembre de 1571 parte desde Mesina la flota de la Liga Santa hacia el Golfo de Corinto, Lepanto. La expedición fue enarbolada por Don Juan de Austria, quien capitaneaba la Real (nave capitana de unos 47 metros de eslora), mientras que la “Sultana” (la capitana otomana) la encabezaba Alí Pachá de similares dimensiones y con unos 300 jenízaros y algo más de 100 arqueros en su interior.
Eran las 7 de la mañana del día 7 de octubre de 1571 y los cristianos, en formación de media luna, penetraban en el golfo de Patrás avistando a la flota turca. En ese momento, un instante antes de que diera comienzo la gran batalla, los españoles a las órdenes de Don Juan de Austria se santiguan y rezan de rodillas ante un crucifijo. Los turcos invocaban a Mahoma y los cristianos a Santiago y en un abrir y cerrar de ojos los dos contingentes se encuentran en una lucha sin cuartel.
Los turcos se lanzaron rápidamente contra las tropas de la Liga Santa ya que el viento les era favorable aprovechando, además, su supuesta superioridad numérica. La situación se decantaba por los turcos que aprovechaban el ancho de su línea defensiva mientras los cristianos combatían en media luna.
Dentro de la tormenta de humo provocada por el fuego de artillería, Don Juan de Austria decide abordar la nave de Alí Pachá confiando a su vez en que la línea se mantenía. Entre el caos de la batalla, la situación se complica para los cristianos pues ambas naves quedan enganchadas y, en ese momento, hace aparición Don Álvaro de Bazán que decide prestar ayuda a Don Juan quien consigue abordar la capitana de los turcos, mientras por el flanco sur Andrea Doria conseguía abrirse camino.
Al mediodía, la lucha se había generalizado en el centro de las formaciones siendo especialmente intensa entre las capitanas de ambos bandos. En el último resquicio de fuerzas que quedaba en la Real de Don Juan se lanzan al ataque con todo los cristianos y una bala de arcabuz alcanza a Alí Pachá quien muere en el acto siendo su cabeza cortada y clavada en una pica. Las tropas de Andrea Doria fueron liberando y sosegando a los cristianos que todavía combatían a la vez que los turcos fueron cediendo hasta ser derrotados mientras la bandera aliada ondeaba ya en la Sultana.
Como anécdota nuestro Miguel de Cervantes, según cuenta la leyenda, sufrió una herida considerable en la mano izquierda lo que le atribuyó el sobrenombre de “Manco de Lepanto”.
En el puerto de Petala, tras la batalla, los cristianos hacen balance cuantificando las bajas entre las que destacan 40 galeras y unos 7.500 hombres según Jesús A. Rojo (Op.Cit.), de los cuales unos 2.000 eran españoles; en el caso turco el desastre fue total estimándose alrededor de entre 25.000 y 30.000 muertos y 190 navíos apresados, de los que unos 130 eran útiles. Además se hicieron unos 5.000 presos turcos.
Esta batalla supuso el final de la amenaza otomana en el mediterráneo y en Europa poniendo de manifiesto la invencibilidad turca. Supuso también el freno del expansionismo turco en Europa, que había llegado hasta Viena, de donde serán expulsados de nuevo un siglo después. Fue, además, una de las batallas decisivas de la humanidad y una de las muchas ocasiones en las que España participó en la defensa de la Cristiandad y de Europa.
Fuente y Autor: Álvaro González Díaz; Revista de Historia
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